15 de junio de 2016

SAN JOSÉ EN EL DECRETO ETERNO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO POR SU VIRGINIDAD.

Por la revelación de los evangelios sabemos que estaba predestinado que el Verbo de Dios tenía que nacer de una desposada virgen, desposada con un hombre llamado José. Por disposición divina la Encarnación del Verbo, del Hijo de Dios depende a su modo de san José, del Consentimiento de san José a desposarse con María. Por este consentimiento en el matrimonio y en la virginidad de María, san José determina la preparación propia y última para que María sea Madre de Dios; San José tiene una doble relación con María como esposa y como virgen y san José coopera por su consentimiento al misterio de la salvación que se realiza a través de María.

El matrimonio de José con María está ordenado en los planes salvadores de Dios solamente a que nazca de él y en él el Verbo de Dios y este matrimonio depende del consentimiento de san José. Este matrimonio no tiene otra finalidad que la concepción, nacimiento y custodia del Hijo de Dios encarnado. De aquí que la grandeza suprema y sublimidad de José consiste en tener por esposa a la Madre de Dios en cuanto tal. ¡Oh grandeza y sublimidad  de san José!

Y lo mismo hay que decir de la virginidad. María no es solo esposa y madre sino esposa y madre virgen. Así lo exigía la santidad infinita de Dios. También la virginidad de María está ordenada a la Encarnación del Verbo en su seno y nacimiento de ella. ¿Cómo salvar la virginidad de María? Casándola con un varón que guarde su virginidad. Ese varón es José porque así estaba determinado en el decreto eterno de la salvación de la humanidad: desposada con un hombre llamado José. Y así José se desposó con María antes de la Encarnación del Verbo de Dios en su seno. José se matrimonió con María comprometiéndose a ser virgen con ella y como ella y así guardar la virginidad de María. Sin este propósito a ser virgen con ella y como ella no estaba a salvo la virginidad María.

Entre José y María se celebró un matrimonio presidido e informado por la virginidad de ambos. San José en fuerza de ese propósito de virginidad renuncio al ejercicio de su virilidad. En la lucha que se libró en su interior de abandonar en secreto a María, su esposa, ante lo que estaba viendo, se le apareció el ángel del Señor y de parte de Dios le dijo: No temas tomar a María, tu mujer, en tu casa porque lo que hay en ella es del Espíritu Santo. San José no dijo nada, pero hizo, llevando a María, su mujer y al niño que llevaba en su seno a su casa, que era el segundo acto del matrimonio y con este acto custodiaba la virginidad de María con la suya, ya que la virginidad de una esposa no puede asegurarse sin el consentimiento del marido. Por su propia virginidad coopera a la realización del misterio supremo de la Encarnación-Redención de Jesús. La virginidad de José estaba ordenada en lo planes de salvación de Dios a la realización de este misterio.

Como dice un autor esclarecido entre los escritores de san José, monseñor Sinibaldi: “No solo el matrimonio de José con María sino también la virginidad de ambos tiene una relación directa e inmediata con la constitución del gran misterio de la Encarnación. La Madre del Verbo humanado debe ser virgen. La virginidad de María está, por tanto, ordenada a un fin altísimo, a la generación humana del Hijo de Dios. ¡Nada más bello, noble y divino! Mas la Virgen debe ser al mismo tiempo esposa. Esta es la conveniencia absoluta. Ahora bien, la virginidad de una esposa depende necesariamente del consentimiento del esposo; sin este consentimiento aquella no es legítima. Por consiguiente, si María según el consejo divino debe ser madre permanentemente virgen en el estado conyugal, no puede ser madre sin el consentimiento de su esposo, pues de este depende su virginidad” (La grandeza de san Giusepe.c 3.p.133-34)..

La maternidad virginal de María dependió del consentimiento de José a desposarse con ella, esposa y virgen. San José es esposo de María no tanto en cuanto es la madre virgen de Dios sino para que fuera la madre virgen del Hijo de Dios. Y acabo con estas palabras de san Jerónimo: “Tú dices que María no permaneció virgen, yo reclamo en justicia más para mí, también el mismo José fue virgen por María para que del matrimonio virginal naciese el hijo virgen; pues sabemos que en el varón santo no cae la fornicación y no se ha escrito (1) que hubiese tenido otra mujer; de María, de la que fue esposo,  más que marido hay que decir que fue custodio .En resumidas cuantas José permaneció virgen  con María y mereció ser llamado padre del Señor” (De la perpetua virginidad de la B. María contra Helvecio, PL 23, 203)

(1) él sabe que en los evangelios apócrifos se escribe que José estuvo casado antes con otra mujer de la que tuvo seis hijos, pero para él este escrito, como él mismo dice, son puros delirios, locuras, insensateces…    

P. Román Llamas, ocd