17 de febrero de 2018

MARÍA, ENSÉÑAME EL CAMINO QUE ME LLEVA A TU HIJO

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Con frecuencia pierdo el paso y el ritmo cuando intento seguir los pasos de tu Hijo, Madre. ¿Cómo lo haces tú? Me cuesta mantenerlos por estos caminos llenos de obstáculos, tentaciones y peligros. Son duros y difíciles de recorrer. Se asemejan al desierto por el que pasó tu Hijo, el Señor. A mí me resulta imposible sostenerme en este desierto de mi mundo, amenazador y tentador, que pone en peligro y en tribulación cada paso que doy.

Tú, Madre, has sabido recorrerlo con éxito. Con verdadera sencillez y humildad has soportado todas las inclemencias y peligros que te han ido saliendo en tu camino. Has sabido responder a esa llamada de Dios y perseverar en fe y esperanza hasta el final. Has perseverado hasta el último momento de la muerte de tu Hijo y sostenerte firme al pie de la Cruz. Tu ejemplo y perseverancia son estímulos para todos tus hijos.

También quiero hacerlo yo cargando con la mía, aunque más pequeña y sin valor. Quisiera ponerla a sus pies y en sus Manos, tal como tú has hecho, para que Él le dé valor y la eleve a la Vida Eterna con su Muerte y Resurrección. Necesito, Madre,  que me acompañes, me enseñes y me des ánimo. Porque, una Madre nunca falla, siempre está dispuesta a darse y nunca se cansa de esperar.

Yo, Madre, quiero seguir tu ejemplo y aprender de ti. Quiero seguir esa estela de humildad, de sencillez, de obediencia y de servicio que tú siempre transparentaste en tu vida y tus actos. Quiero permanecer durante esta cuaresma en silencio, guardando todos los ayunos, oraciones y limosnas en mi corazón. Quiero sostenerme expectante, sereno, dócil, fiel y comprometido con los que sufren y carecen de lo necesario. al menos vivirlo desde mis posibilidades y tenedlos presentes en mis oraciones. 

Hacer todo el esfuerzo que pueda en compartir y estar cerca o preocupado por los que me rodean y están en mi presencia. Experimento, siento y sufro el aguijón del egoísmo y la comodidad, que quieren substraerme y llevarme a la indiferencia y al deleite de mis pasiones y apetencias egoístas. Sufro la tentación de resistirme al compromiso y a la entrega y abandonarme al rechazo de los demás.

¡Madre!, ¿cómo hacer para no desfallecer ni caer en las garras del Maligno que me lleva al pecado? ¿Cómo hacer para resistir y vencer todas esas tentaciones y pasiones que me asedian? Una vez más pido tu intercesión como hiciste en la boda de Caná, para que la Gracia de tu Hijo, el Señor, me convierta y aumente mi fe. Amén.