20 de febrero de 2020

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Todos aspiramos a ser mansos. Supongo que a todos nos gustaría se mansos, y de hecho lo somos en los momentos que estamos tranquilos y serenos. Pero, el reto es, ¿y en los momentos de desasosiego y tempestades, tanto exteriores como interiores? La mansedumbre es una característica de la santidad. El Papa Francisco nos recuerda hoy el valor de la mansedumbre y lo bienaventurados que son aquellos que, imitando al Señor, se esfuerzan en ser mansos. Porque, vivir en el esfuerzo y la actitud humilde de mansedumbre es santidad.





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 19 de febrero de 2020


Queridos hermanos y hermanas: 

En la catequesis de hoy abordamos la bienaventuranza que dice: «Felices los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mt 5,4). Cuando decimos que una persona es “mansa” nos referimos a que es dócil, suave, afable, a que no es violenta ni colérica. Lamansedumbre se manifiesta sobre todo en los momentos de conflicto, cuando estamos “bajo presión”, cuando somos atacados, ofendidos, agredidos. Nuestro modelo es Jesús, que vivió cada momento, especialmente su Pasión, con docilidad y mansedumbre.

Esta bienaventuranza afirma también que los mansos “heredarán la tierra”. No la poseen ni la conquistan, la heredan. Esta tierra es una promesa y un don para el Pueblo de Dios. Esta “tierra” es el Cielo, hacia donde caminamos como discípulos de Cristo, promoviendo la paz, la fraternidad, la confianza y la esperanza.

También podemos considerar lo contrario de vivir esta bienaventuranza y preguntarnos acerca del pecado de la ira. La ira es lo contrario de la mansedumbre. En un momento de cólera, de ira, se puede destruir todo lo que se ha construido; cuando se pierde el control, se olvida lo realmente importante, y esto puede arruinar la relación con un hermano, muchas veces sin remedio. En cambio, la mansedumbre conquista los corazones, salva las amistades, hace posible que se sanen y reconstruyan los lazos que nos unen con los demás.

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. Pidamos al Señor que nos ayude a ser mansos y humildes de corazón, y a reconocer los momentos en que perdemos la calma para que, con la gracia del Señor, podamos volver a encontrar y a construir la paz. Que Dios los bendiga.


12 de febrero de 2020

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

El dolor no es querido por nadie, pero, inevitablemente nos acerca a nuestra propia realidad. La muerte está presente en nuestra vida y con ella el dolor propio y por los seres queridos. Pero, también el sufrimiento nos afecta. El propio y el de los demás, y eso nos acerca al Padre que nos sostiene en la esperanza de vivir en su Palabra y Verdad, arrepintiéndonos, tal y como nos enseña el Papa Francisco, por nuestros pecados y no correspondencia al amor de Dios.



PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 12 de febrero de 2020




En nuestra reflexión sobre las bienaventuranzas, hoy consideramos la segunda: «Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados», que nos indica una actitud fundamental en la espiritualidad cristiana: el dolor interior que nos abre a una relación nueva con el Señor y con el prójimo.

Según las Sagradas Escrituras, este llanto tiene dos aspectos. El primero es la aflicción causada por la muerte o el sufrimiento de alguien a quien amamos. El segundo es un llanto por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo.

El primer significado se refiere al luto, que siempre es amargo, doloroso, y que paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo. El segundo sentido indica el llanto por el mal que hemos ocasionado, por el mal que yo hice, por el bien que no hice y por la deslealtad a la relación con Dios y con los demás; es un llanto por no haber correspondido al amor incondicional del Señor hacia nosotros, por no haber correspondido al bien que no quisimos hacer, por no haber querido a los demás. El dolor por haber ofendido y herido a quien amamos es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don Dios y obra del Espíritu Santo.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica —chilenos, peruanos, mexicanos, argentinos—. Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro corazón. Que Dios los bendiga.

5 de febrero de 2020

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Cuando la persona no da todo lo que se ha pensado que puede dar decimos que tiene mucha presión y mucha responsabilidad sobre sus hombros. Esto se suele oír mucho en las personas que asumen gran responsabilidad o que han costado, en el aspecto deportivo, una buena e importante cantidad de dinero. La pobreza evangélica de la que nos habla el Santo Padre nos libera de esa presión y de esa soberbia que nos orgullece y nos hace difícil reconocernos pobres, humildes y obedientes. Y es que para evangelizar necesitamos ser pobres, no sólo de lo material sino también, sobre todo, de espíritu.





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 5 de febrero de 2020


Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis comenzamos con la primera de las Bienaventuranzas: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». San Mateo no se conforma con decir pobre, dando al término un sentido puramente económico o material, sino dice “pobre en el espíritu”, es decir, pobre en lo más íntimo y profundo, allí donde todos debemos reconocernos incompletos y vulnerables, por mucho que nos esforcemos.

Paradójicamente es ahí donde está nuestra felicidad, nuestra bienaventuranza, pues negar esta realidad nos lleva por caminos de oscuridad, a odiar y odiarnos a causa de nuestros límites, a tratar de ocultarlos, a buscar con desesperación ser alguien, ser más todavía. Ser pobres nos libera del orgullo, del exigirnos ser autosuficientes y nos da derecho a pedir ayuda, a pedir perdón; tan difícil pedir perdón. Nos abre el camino del reino de los cielos. 

En la humildad, en la oración, encontramos este camino. Nos ponemos delante de Dios y le pedimos que venga en nuestro auxilio, que no tarde en socorrernos, que manifieste su potencia, en el perdón y la misericordia. Es ahí donde Jesús ha manifestado la fuerza de Dios, no en el poder humano, en tener o aparentar, sino en el testimonio de un amor que es capaz de dar la vida y la verdadera libertad.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. Pidamos al Señor que nos dé la fuerza de reconocernos pobres, de aceptar nuestros límites, de sabernos necesitados de otro. Sólo así seremos capaces de acoger el amor que el Señor derrama en nuestros corazones y sentir la dicha de testimoniarlo ante el mundo. Que el Señor los bendiga. Gracias.