No hay otro camino sino ese que llevas en la impronta de tu corazón, la búsqueda de la plenitud eterna. Y eso solo te lo ofrece Jesús, el Hijo de Dios, entregando su Muerte para luego Resucitar. Ese es el fundamento de nuestra fe y lo que no podemos perder de vista. Jesús ha muerto pero, al tercer día, ha Resucitado. De eso nos habla el Papa Francisco en su vuelta a las audiencias. Bienvenido Papa Francisco y nos alegramos por su recuperación y descanso.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 4 de agosto de 2021
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Cuando se trata del Evangelio y de la misión de evangelizar, Pablo se
entusiasma, sale fuera de sí. Parece que no ve otra cosa que esta
misión que el Señor le ha encomendado. Todo en él está dedicado a este
anuncio, y no posee otro interés que no sea el Evangelio. Es el amor de
Pablo, el interés de Pablo, el trabajo de Pablo: anunciar. Llega incluso
a decir: «Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el
Evangelio» (1 Cor 1,17). Pablo interpreta toda su existencia como
una llamada a evangelizar, a dar a conocer el mensaje de Cristo, a dar a
conocer el Evangelio: «¡ay de mí -dice- sino predicara el Evangelio» (1 Cor
9,16). Y escribiendo a los cristianos de Roma, se presenta
sencillamente así: «Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación,
escogido para el Evangelio de Dios» (Rm 1,1). Esta es su
vocación. En resumen, es consciente de haber sido “apartado” para llevar
el Evangelio a todos, y no puede hacer otra cosa que dedicarse con
todas sus fuerzas a esta misión.
Se comprende por tanto la tristeza, la desilusión e incluso la amarga
ironía del apóstol con los Gálatas, que a sus ojos están tomando un
camino equivocado, que los llevará a un punto sin retorno: se han
equivocado de camino. El eje en torno al cual todo gira es el Evangelio.
Pablo no piensa en los “cuatro evangelios”, como es espontáneo para
nosotros. De hecho, mientras está enviando esta Carta, ninguno de los
cuatro evangelios ha sido escrito todavía. Para él el Evangelio es lo
que él predica, esto que se llama el kerygma, es decir el
anuncio. Y ¿qué anuncio? De la muerte y resurrección de Jesús como
fuente de salvación. Un Evangelio que se expresa con cuatro verbos: «que
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue
sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se
apareció a Cefas» (1 Cor 15,3-5). Este es el anuncio de Pablo, el
anuncio que nos da vida a todos. Este Evangelio es el cumplimiento de
las promesas y es la salvación ofrecida a todos los hombres. Quien lo
acoge es reconciliado con Dios, es acogido como un verdadero hijo y
obtiene en herencia la vida eterna.
Delante de un don tan grande que se les ha entregado a los Gálatas,
el apóstol no logra explicarse por qué están pensando en acoger otro
“evangelio”, quizá más sofisticado, más intelectual… otro “evangelio”.
Hay que notar, sin embargo, que estos cristianos todavía no han
abandonado el Evangelio anunciado por Pablo. El apóstol sabe que están
todavía a tiempo para no realizar un paso en falso, pero les advierte
con fuerza, con mucha fuerza. Su primer argumento apunta directamente
sobre el hecho de que la predicación realizada por los nuevos misioneros
- estos que predican la novedad - no puede ser el Evangelio. Es más, es
un anuncio que distorsiona el verdadero Evangelio porque impide
alcanzar la libertad – una palabra clave - que se adquiere llegando a la
fe. Los Gálatas son todavía “principiantes” y su desorientación es
comprensible. No conocen todavía la complejidad de la Ley mosaica y el
entusiasmo en el abrazar la fe en Cristo les empuja a escuchar a estos
nuevos predicadores, bajo la ilusión de que su mensaje sea
complementario con el de Pablo. Y no es así.
El Apóstol, sin embargo, no puede arriesgarse a que se creen
compromisos en un terreno tan decisivo. El Evangelio es solo uno y es el
que él ha anunciado; no puede existir otro. ¡Atención! Pablo no dice
que el verdadero Evangelio es el suyo porque lo ha anunciado él, ¡no!
Esto no lo dice. Esto sería presuntuoso, sería vanagloria. Afirma más
bien, que “su” Evangelio, el mismo que los otros apóstoles iban
anunciando en otros lugares, es el único auténtico, porque es el de
Jesucristo. Escribe así: «Os hago saber, hermanos, que el Evangelio
anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo no lo recibí ni aprendí
de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo» (Gal 1,11).
Se comprende entonces por qué Pablo utiliza términos muy duros. Usa dos
veces la expresión “anatema” que indica la exigencia de tener lejos de
la comunidad lo que amenaza sus fundamentos. Y este nuevo “evangelio”
amenaza los fundamentos de la comunidad. En resumen, sobre este punto el
apóstol no deja espacio a la negociación: no se puede negociar. Con la
verdad del Evangelio no se puede negociar. O tú recibes el Evangelio
como es, como ha sido anunciado, o recibes otra cosa. Pero no se puede
negociar, con el Evangelio. No se puede llegar a acuerdos: la fe en
Jesús no es una mercancía a negociar: es salvación, es encuentro, es
redención. No se vende a bajo costo.
Esta situación descrita al principio de la Carta parece paradójica,
porque todos los sujetos en cuestión parecen animados por buenos
sentimientos. Los Gálatas que escuchan a los nuevos misioneros piensan
que con la circuncisión podrán estar aún más entregados a la voluntad de
Dios y por tanto agradar aún más a Pablo. Los enemigos de Pablo parecen
estar animados por la fidelidad a la tradición recibida por los padres y
consideran que la fe genuina consista en la observancia de la Ley.
Delante de esta suma fidelidad justifican incluso las insinuaciones y
las sospechas sobre Pablo, considerado poco ortodoxo en lo relacionado
con la tradición. El mismo apóstol es bien consciente de que su misión
es de naturaleza divina – ¡ha sido revelada por Cristo, a él! - y por
tanto está movido por el total entusiasmo por la novedad del Evangelio,
que es una novedad radical, no es una novedad pasajera: no hay
evangelios “de moda”, el Evangelio es siempre nuevo, es la novedad. Su
inquietud pastoral lo lleva a ser severo, porque ve el gran riesgo que
se cierne sobre los jóvenes cristianos. En resumen, en este laberinto de
buenas intenciones es necesario desprenderse, para acoger la verdad
suprema que se presenta como la más coherente con la Persona y la
predicación de Jesús y su revelación del amor del Padre. Esto es
importante: saber discernir. Muchas veces hemos visto en la historia, y
también lo vemos hoy, algún movimiento que predica el Evangelio con una
modalidad propia, a veces con carismas verdaderos, propios; pero después
exagera y reduce todo el Evangelio al “movimiento”. Y esto no es el
Evangelio de Cristo: esto es el Evangelio del fundador, de la fundadora y
esto sí, podrá ayudar al principio, pero al final no da frutos porque
no tiene raíces profundas. Por esto, la palabra clara y decidida fue
provechosa para los Gálatas y es provechosa también para nosotros. El
Evangelio es el don de Cristo para nosotros, es Él mismo quien lo
revela. Esto es lo que nos da vida.
Saludos:
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pidamos al Señor
que nos conceda la gracia de perseverar en el seguimiento del Señor
Jesús, para que nuestra vida sea, a los ojos de nuestros hermanos y
hermanas, un testimonio gozoso del amor de Dios por toda la humanidad.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
APELACIÓN POR EL LÍBANO
A un año de la terrible explosión en el puerto de Beirut, capital del
Líbano, que causó muerte y destrucción, llevo en mis pensamientos a ese
amado País, sobre todo a las víctimas, a sus familias, a los numerosos
heridos y a cuantos han perdido la casa y el trabajo. Y son muchos los
han perdido la ilusión de vivir.
En la jornada de reflexión y oración por el Líbano,
el pasado 1º de julio, junto con los líderes religiosos cristiano,
hemos hecho nuestras las aspiraciones y las expectativas del pueblo
libanés, cansado y decepcionado, e invocamos de Dios la luz de la
esperanza para superar esa dura crisis. Hoy dirijo un apelo a la
comunidad internacional, pidiéndole que ayude al Líbano a emprender un
camino de “resurrección”, a través de gestos concretos, no sólo con
palabras, sino con gestos concretos. En este sentido, espero que la
conferencia, promovida por Francia y las Naciones Unidas, que se está
ahora celebrando, sea fructífera.
Querido libaneses, mi deseo de ir a visitarlos es grande. No me canso
de rezar por ustedes, pidiendo que Líbano vuelva a ser un mensaje de
fraternidad, un mensaje de paz para todo Oriente Medio.
Resumen leído por el Santo Padre en español
Queridos hermanos y hermanas:
Este pasaje de la Carta a los Gálatas nos descubre que san
Pablo entiende su vida como una llamada a evangelizar, misión a la que
se dedica con todas sus fuerzas. Para el Apóstol el Evangelio es el Kerygma,
es decir, el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, misterio
pascual en el que Dios cumple sus promesas a Israel y ofrece la
salvación a todos los hombres. Acogiendo el Evangelio nos reconciliamos
con Dios nuestro Padre, nos convertimos en hijos suyos y herederos de la
vida eterna.
Por eso, cuando Pablo ve que la comunidad de los Gálatas corre el
peligro dar oídos a falsos predicadores y desviarse del camino de la fe,
los invita a permanecer fieles al único Evangelio, que no es
observancia de la ley, sino configuración con la Persona de Jesucristo,
que nos libra de la muerte y del pecado.