Algunos medios de comunicación se han rasgado las vestiduras ante las declaraciones del Portavoz de la Conferencia Episcopal Española. El episcopado español estaría enmendando la plana al Vicario de Cristo en la Tierra. Después del acierto pontificio, aquí en España volveríamos a las andadas. El Papa ha señalado que en algunos casos el uso del preservativo es un acto de responsabilidad. El portavoz, en cambio, ha sostenido que el uso del preservativo nunca está justificado ni puede ser aconsejado por nadie. Aparentemente hay ciertamente contradicción.
Sin embargo, no es así. El Papa ha dicho que la botella está medio llena. El episcopado español, por medio de su portavoz, insiste en verla medio vacía. No hay oposición.
Pongamos un ejemplo que se está difundiendo en la blogosfera. Imaginemos que una red internacional de atracadores de bancos hubieran hecha pública su intención de no usar balas de verdad en la ejecución de los atracos y de emplear, en cambio, proyectiles adormecedores que no producen la muerte.
Ante esta noticia, diversas instituciones aplauden la decisión de la cúpula mafiosa. Es loable que estén dispuestos a evitar muertes inútiles.
Sin embargo, las instituciones bancarias se aprestan a señalar su temor de que estas buenas intenciones de los delincuentes sean tomadas por buenas por otras personas. Habrá que señalar, en efecto, que el uso de proyectiles adormecedores inocuos no justifica de ninguna manera la comisión de esos delitos ni es aconsejable en general inducir a nadie a que cometa atracos a las instituciones bancarias.
Al episcopado español le preocupa el uso torticero y manipulador de las palabras del Papa: algunos medios de comunicación más que preocuparse por la salud parecen estar financiados por las empresas que confeccionan y distribuyen los preservativos. Promocionar la fornicación es realmente rediticio para ellas, pero tampoco sirve a la salud pública, sino que más bien la empeora.