26 de febrero de 2011

SEÑOR, ENSÉÑAME A PEDIR

verdaderamente le decimos al Señor: Enséñame a hacer...

Cuida, SEÑOR, mi vida y no permitas que
se pierda. Sé, me consta, que eso TÚ lo
haces y, por eso, JESÚS, tu HIJO, ha venido
a este mundo para advertírmelo y señalarme
el camino a seguir.

Pero, ¿sabes SEÑOR?, me cuesta, se me hace duro
y empinado. Es más, se me hace oscuro y difícil encontrar
salidas, discernir que vía debo tomar y dónde debo
parar, abstenerme o actuar.

Es un follón que se me antoja difícil de solucionar
por mí solo. Sé que te tengo a TI, pero me cuesta
entenderte, compartir tus consejos y señales. Me
resisto a obedecerte y me gusta, me parece lo mejor,
emprender el camino que yo mismo me señalo.

Y creo que ahí está mi error. Recuerdo cuando era 
pequeño que mis padres me negaron muchas cosas a 
pesar de mi insistencia y rabietas. Les di mucha 
lata, pero ellos, a pesar de las molestias, mantuvieron
la firmeza de negármelo. ¡Claro, sabían lo que era
bueno para mí y lo que no lo era!

Y TÚ, SEÑOR, mejor que nadie, incluso que mis padres, sabes lo
que me hace bien y lo que no. Por eso me miras y me esperas
pacientemente a que me de cuenta. Te has atado tus Manos
regalándome el don de mi libertad y te ves necesitado de
esperar mi decisión. Una vez en tus Manos todo será diferente 
y mis cruces tendrán respuestas. Y mi camino se hará 
suave y ligero porque tu fortaleza me asistirá y 
levantará en mi debilidad.

Por todo ello, SEÑOR, no me atrevo a pedirte nada. Sólo
espero que me asistas, me ilumines y me hagas saber
que quieres de mí. Porque TÚ  sabes lo que necesito.
Es más, sabes lo que he recibido de tu Gracia y
lo que soy capaz y puedo dar. Por eso, mi oración
será: "Dame, SEÑOR, lo que TÚ quieres darme,
porque eso es lo que será mejor para mí". Amén.

Más oraciones y reflexiones en "Un Rincón para orar cada día".

23 de febrero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA


Benedicto XVI: san Roberto Bellarmino y la conversión


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 23 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Santo Padre Benedicto XVI pronunció hoy sobre san Roberto Belarmino, siguiendo el ciclo de catequesis sobre los Doctores de la Iglesia, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI.
* * * * *
Queridos hermanos y hermanas,
San Roberto Belarmino, del cual deseo hablaros hoy, nos lleva con la memoria al tiempo de la dolorosa escisión de la cristiandad occidental, cuando un grave crisis política y religiosa provocó el distanciamiento de naciones enteras de la Sede Apostólica.

Nació el 4 de octubre de 1542, en Montepulciano, cerca de Siena, era sobrino, por parte de madre, del papa Marcelo II. Tuvo una excelente formación humanística antes de entrar en la Compañía de Jesús el 20 de septiembre de 1560. Los estudios de filosofía y teología, que realizó entre el Colegio Romano, Padua y Lovaina, centrados en santo Tomás y en los Padres de la Iglesia, fueron decisivos para su orientación teológica. Ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1570, fue, durante algunos años, profesor de teología en Lovaina.

Sucesivamente, llamado a Roma como profesor en el Colegio Romano, le fue confiada la cátedra de “Apologética”; en la década en la que desempeñó tal encargo (1576-1586), elaboró un curso de lecciones recogidas después en el Controversia, obra súbito célebre por la claridad y la riqueza de contenidos y por el corte prevalentemente histórico. Había terminado hacía poco tiempo el Concilio de Trento y para la Iglesia Católica era necesario reforzar y confirmar su propia identidad también respecto a la Reforma protestantes. La acción de Belarmino se insertó en este contexto. Desde el 1588 al 1594 fue, primero, padre espiritual de los estudiantes jesuitas del Colegio Romano, entre los cuales conoció y dirigió a san Luis Gonzaga, después superior religioso. El Papa Clemente VII lo nombró teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio y rector del Colegio de Confesores de la Basílica de San Pedro. Del 1597 al 1598 escribe su catecismo, Dottrina cristiana breve, que fue su trabajo más famoso.

El 3 de marzo de 1599 fue nombrado cardenal por el Papa Clemente VIII y, el 18 de marzo de 1602, fue nombrado arzobispo de Capua. Recibió la ordenación episcopal el 21 de abril del mismo año. En los tres años en los que fue obispo diocesano, se distinguió por el celo con que predicaba en la catedral, por la visita que realizaba semanalmente en las parroquias, por los tres Sínodos diocesanos y un Concilio provincial al que dio vida. Después de haber participado en los cónclaves que eligieron a los Papas León XI y Pablo V, fue llamado a Roma, donde formó parte de las Congregaciones del Santo Oficio, del Índice, de los Ritos, de los Obispos y de la Propagación de la Fe. Tuvo también encargos diplomáticos, en la República de Venecia e Inglaterra, defendiendo los derechos de la Sede Apostólica. En sus últimos años compuso varios libros de espiritualidad, en los cuales condensó el fruto de sus ejercicios espirituales anuales. De la lectura de los mismos el pueblo cristiano obtiene, todavía hoy, gran edificación. Murió en Roma el 17 de septiembre de 1621. El Papa Pío XI lo beatificó en 1923, lo canonizó en 1930 y lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1931. 

San Roberto Belarmino tuvo un papel importante en la Iglesia en las últimas décadas del siglo XVI y de los primeros años del siglo sucesivo. Sus Controversiae constituyeron un punto de referencia, todavía válido, para la eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la Iglesia, los Sacramentos y la antropología teológica. En estos se acentúa el aspecto institucional de la Iglesia, con motivo de los errores que circulaban sobre tales cuestiones. Incluso Belarmino aclaró los aspectos invisibles de la Iglesia como el Cuerpo Místico y lo ilustró con la analogía del cuerpo y del alma, con el fin de describir la relación entre las riquezas internas de la Iglesia y los aspectos exteriores que la vuelven perceptible. En esta obra monumental, que intenta sistematizar las varias controversias teológicas de la época, él evita todo corte polémico y agresivo respecto a las ideas de la Reforma, y usa los argumentos de la razón y de la Tradición de la Iglesia e ilustra de un modo claro y eficaz la doctrina católica.

Sin embargo, su legado se encuentra en la forma en la que concibió su trabajo. Los tediosos oficios de gobierno no le impidieron, de hecho, caminar hacia la santidad con la fidelidad a las exigencias de su propio estado de religioso, sacerdote y obispo. De esta fidelidad surge su compromiso con la predicación. Siendo, como sacerdote y obispo, antes que nada un pastor de almas, sintió el deber de predicar asiduamente. Hay centenares de sermones -las homilías- realizadas en Flandes, en Roma, en Nápoles y en Capua con ocasión de las celebraciones litúrgicas. No menos abundantes son sus expositiones y las explanationes a los párrocos, a las religiosas, a los estudiantes del Colegio Romano, que a menudo hablan de la Sagrada Escritura especialmente de las Epístolas de san Pablo. Su predicación y sus catequesis tienen este mismo carácter de sencillez que obtuvo de la educación jesuita, toda dirigida concentrar las fuerzas del alma en Jesús, profundamente conocido, amado e imitado.

En los escritos de este hombre de gobierno se advierte de modo claro, incluso en la reserva en la que esconde sus sentimientos, la primacía que asigna a las enseñanzas de Cristo. San Belarmino ofrece de esta manera un modelo de oración, alma de toda actividad: una oración que escucha la Palabra del Señor, que se colma con la contemplación de la grandeza, que no se encierra en sí misma, que se alegra de abandonarse a Dios. Un signo distintivo de la espiritualidad del Belarmino y la percepción viva y personal de la inmensa bondad de Dios, por el que nuestro Santo se sentía verdaderamente hijo amado por Dios y era fuente de gran alegría el recogerse, con serenidad y sencillez, en la oración, en la contemplación de Dios. En su libro De ascensione mentis in Deum -Elevación de la mente a Dios- compuesto sobre la estructura del Itinerarium de san Buenaventura, exclama: “Oh alma, tu ejemplo es Dios, belleza infinita, luz sin sombras, esplendor que supera el de la luna y del sol. Alza los ojos a Dios en el que se encuentran los arquetipos de todas las cosas, y del cual, como desde una fuente de infinita fecundidad, deriva esta variedad casi infinita de las cosas. Por tanto debes concluir: quien encuentra a Dios encuentra todas las cosas, quien pierde a Dios pierde todo”. 

En este texto se oye el eco de la célebre contemplatio ad amorem obtineundum- contemplación para obtener el amor- de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. El Belarmino, que vivió en la fastuosa y a menudo malsana sociedad de los últimos años del siglo XVI y la primera del siglo XVII, de esta contemplación recoge aplicaciones prácticas y proyecta la situación de la Iglesia de su tiempo con animosa inspiración pastoral. En el libro De arte bene moriendi -el arte de morir bien- por ejemplo, indica como norma segura del buen vivir y también del buen morir, el meditar a menudo y seriamente que se deberá rendir cuentas a Dios de las propias acciones y del propio modo de vivir, y evitar la acumulación de riquezas en esta tierra, sino de vivir sencillamente y con caridad para acumular bienes en el cielo. En el libro De gemitu columbae -El gemido de la paloma, donde la paloma representa a la Iglesia- exhorta con fuerza al clero y a todos los fieles a una reforma personal y concreta de la propia vida siguiendo lo que enseñan las Escrituras y los Santos, entre los cuales cita en particular a san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Jerónimo y san Agustín, además de los grandes fundadores de órdenes religiosas como san Benito, santo Domingo y san Francisco. Belarmino enseña con gran claridad y con el ejemplo de su propia vida que no puede haber una verdadera reforma de la Iglesia si primero no se da nuestra reforma personal y la conversión de nuestro corazón.

En los Ejercicios espirituales de san Ignacio, Belarmino daba consejos para comunicar de un modo profunda, también a los más sencillos, la belleza de los misterios de la fe. Escribió “Si tienes sabiduría, comprendes que has sido creado para la gloria de Dios y para tu salvación eterna. Esta es tu finalidad, este es el centro de tu alma, este es el tesoro de tu corazón. Por esto, considera bueno para ti, lo que te conduce a esta finalidad, verdadero mal lo que no lo hace. Sucesos prósperos o adversos, riquezas y pobreza, salud y enfermedad, honores y ultrajes, vida y muerte, el sabio no debe ni buscarlos ni evitarlos por sí mismo. Son buenos y deseables solo si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son malos y evitables si la obstaculizan” (De ascensione mentis in Deum, grad. 1).

Estas, obviamente no son palabras pasadas de moda, sino palabras para meditar largamente hoy por nosotros para orientar nuestro camino sobre esta tierra. Nos recuerdan que el fin de nuestra vida es el Señor, el Dios que se ha revelado en Jesucristo, en el cual Él continua llamándonos y prometiéndonos la comunión con Él. Nos recuerdan la importancia de confiar en el Señor, de vivir una vida fiel al Evangelio, de aceptar e iluminar con la fe y con la oración toda circunstancia y toda acción de nuestra vida, siempre deseosos de la unión con Él. Gracias.

[El Papa dijo en español]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a las Aliadas Carmelitas Descalzas y a los demás grupos procedentes de España, Méjico, Chile y otros países de América latina. Que la enseñanza y el testimonio de vida de san Roberto Belarmino, ilumine también nuestro camino hacia Dios en la Iglesia. Muchas Gracias.

El homenaje de los caricaturistas



Me han enviado este vídeo, que me ha parecido precioso. Ya es viejo, pero nos ayudará a prepararnos para la beatificación del que ha sido para muchos un padre, un amigo y un maestro.

22 de febrero de 2011

La imagen del futuro Beato



Angelo -en Siete en Familia- nos ha dejado una estupenda colección de fotografías de Juan Pablo II, que ha ido recopilando a lo largo del tiempo. Con ella ha confeccionado este vídeo estupendo en el que se destaca la gran humanidad de este santo de nuestros días.

Si tenéis alguna fotografía de Juan Pablo II que no os importe compartir, no dudéis en enviársela a Angelo. Le daréis una alegría y vuestra foto estará en buenas manos. 

18 de febrero de 2011

Inmigrantes digitales

Mañana tengo una conversación con un grupo de padres de adolescentes acerca de las redes sociales. Lógicamente les preocupa el tema. No es para menos.

Afortunadamente, lo único que tengo que hacer es presentar al ponente que les ofrecerá un panorama del uso que hacen los menores de Internet.

Hay una terminología que, por lo visto, se está extendiendo en el ámbito de la educación: se considera a los hijos como "nativos digitales" y a los padres como "inmigrantes digitales". Como todos los conceptos,  no se debe de abusar de ellos. Con esos términos se quiere expresar una realidad: los niños han nacido en un mundo digital y se mueven entre los aparatos y ante la pantalla con una naturalidad admirable. Los mayores, en cambio, observan asombrados cómo van apareciendo nuevas tecnologías y algunos se preguntan cómo afrontar este problema educativo: ¿cuál debe de ser mi actitud con respecto al uso que de estas tecnologías y avances hagan mis hijos? Aquí está el quid de la cuestión. Y el concepto de inmigrante digital nos sirve para afrontarla en líneas generales.

Hay inmigrantes que no tienen ninguna intención de integrarse en el país al que han ido a vivir. Es más, tienen la intención de mantener vivas todas las tradiciones de su patria y están dispuestos a transmitirlas a sus hijos. No están dispuestos a integrarse ni ellos ni tampoco a que se integren sus hijos.

Hay inmigrantes que no están dispuestos a integrarse, pero que desean que sus hijos lo hagan. Éstos conservan los valores y las tradiciones de su país de origen y desean transmitirlas a sus hijos, pero comprenden que ellos pertenecen a un nuevo país que puede convertirse en su patria. No son excluyentes. Transmiten lo mejor que tienen, respetando la libertad de los niños para incorporar los valores de la nación en que viven.

Hay inmigrantes que no hacen ningún esfuerzo para transmitir los valores patrios a sus hijos, sino que prefieren evitar los conflictos. Fomentan la integración total de estos en la cultura que les acoge.

En el ámbito digital -salvando las muchas deficiencias que presenta esta imagen- podría decirse que estas actitudes también se producen.

Hay padres de familia que no tienen ninguna intención de que ni ellos ni sus hijos se contaminen con internet, que lo ven como un mundo hostil a sus convicciones religiosas o morales. Su política familiar es de confrontación absoluta con el mundo digital.

Hay otros padres de familia que advierten grandes dificultades para integrarse en el mundo digital, en el que siempre se consideran inmigrantes. Sin embargo, ven con muy buenos ojos que sus hijos -nativos digitales- participen todo lo que puedan en las posibilidades infinitas que les ofrecen las redes sociales.

Los primeros ven la red un mundo plagado de peligros y no están dispuestos a permitir que sus hijos queden escaldados o sucumban y que eso suceda precisamente en la propia habitación en la que viven.

Los segundos, por el contrario, no consideran que existan verdaderos peligros en la red. Ciertamente, pueden existir casos, pero no sucederán en su casa. Sus hijos son suficientemente responsables para evitar los riesgos mayores. Es más, este inmigrante digital quiere que su hijo sea y se comporte como el nativo digital que es y que aquél nunca podrá llegar a ser.

Se trata de dos posturas extremas, que a mi entender -dicho esto con todos los respetos- son equivocadas, puesto que internet forma parte importante del mundo en que vivimos. Las redes sociales son un fenómeno que ya es imparable y los adolescentes de hoy difícilmente podrán crecer al margen de las mismas.

El Magisterio de la Iglesia está actuando en los últimos años como haría un padre de familia con sus hijos. Al comprender que sus vidas van a desarrollarse también en un contexto digital, les anima a participar en los nuevos fenómenos cibernéticos y al mismo tiempo les previene de los peligros que realmente existen.

El principal peligro que puede tener un usuario de la red no se encuentran fuera de él, sino dentro, en su propio corazón y en sus concupiscencias. El educador debe enseñar al educando a descubrir dentro de él esas tendencias pecaminosas y destructivas. Este es un principio general que es aplicable a todos los ámbitos de la vida. El educador debe de enseñar que el mal produce infelicidad y que, en cambio, la santidad y la virtud son fuente de alegría y felicidad.

Si aplica este principio al mundo de internet, es lógico que el educador acompañe al educando por los distintos paisajes ayudándole a descubrir las muchas ventajas que ofrece internet para el crecimiento personal, para el fortalecimiento de las relaciones sociales y familiares e incluso para la nueva Evangelización y el testimonio cristiano. Le enseñará a ser responsable y a distinguir paulatinamente lo que sirve para esos fines y lo que, en cambio, es negativo y perturbador.

En este aprendizaje, el inmigrante digital deberá hacer un esfuerzo para no dejar solo a su hijo -nativo digital- en ese camino que efectivamente es pletórico de posibilidades tanto buenas como maléficas. Para ello podrá valerse de principios e instrumentos externos, que facilitarán esa labor: por ejemplo, procurará que su hijo o hija, menores de edad, no puedan estar solos en su habitación en las horas nocturnas con conexión a internet, sería como dejar la puerta de la calle abierta de par en par y sin vigilancia; instalará convenientemente filtros de control parental, con los que podrá hacer un seguimiento de las navegaciones de sus hijos. Pero probablemente nada será tan eficaz como el acompañamiento y el ejemplo: que los hijos vean que internet es algo bueno que sirve para cosas buenas. Sin duda, la virtud es el mejor de los filtros tanto para los menores como para los adultos.

17 de febrero de 2011

El secreto de sinretorno.




Sinretorno no es Mr Increíble, ni cura, ni infantico del Pilar, ni un reptil. Es el de la foto de hace 26 años. Se cruzaron nuestras miradas, le toqué, no sé que le dije, estaba echo un flan. Guardé esa foto como oro en paño. Juan Pablo II me cambió la vida y cambió el mundo, como me imagino que a muchos bloggeros con el Papa. Es curioso tengo una foto con un santo, que será beatificado el 1 de mayo y D. Joan nos contará como será todo. Y el Papa Benedicto viene a Madrid, aprovechad para una foto. Será santo. Lo de menos es la foto, sino el corazón y el convencimiento de que el Papa, sea quien sea, es el "dulce Cristo en la tierra". Por cierto, ahora mismo ese traje me queda muy, muy pequeño. Pero aquí lo importante no es sinretorno,sino Juan Pablo II el grande, miradle. Y que viva el Papa mil veces y que viva Juan Pablo II, el grande !!!!

16 de febrero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

 Benedicto XVI: san Juan de la Cruz, el “Doctor místico”


Hoy en la audiencia general


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI hoy durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI con los peregrinos procedentes de todo el mundo.
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Queridos hermanos y hermanas,
hace dos semanas presenté la figura de la gran mística española Teresa de Jesús. Hoy quisiera hablar de otro importante santo de esas tierras, amigo espiritual de santa Teresa, reformador, junto a ella, de la familia religiosa carmelita: san Juan de la Cruz, proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío XI, en 1926, y al que la tradición puso el sobrenombre de Doctor mysticus, “Doctor místico”.

Juan de la Cruz nació en 1542 en la pequeña villa de Fontiveros, cerca de Ávila, en Castilla la Vieja, hijo de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. La familia era paupérrima, porque el padre, de noble origen toledano, había sido expulsado de casa y desheredado por haberse casado con Catalina, una humilde tejedora de seda. Huérfano de padre a tierna edad, Juan, a los nueve años, se trasladó, con la madre y el hermano Francisco, a Medina del Campo, cerca de Valladolid, centro comercial y cultural. Aquí asistió al Colegio de los Doctrinos, llevando a cabo también trabajos humildes para las monjas de la iglesia-convento de la Magdalena. Posteriormente, dadas sus cualidades humanas y sus resultados en los estudios. Fue admitido primero como enfermero en el Hospital de la Concepción, y después en el Colegio de los Jesuitas, apenas fundado en Medina del Campo: en él entró Juan a los dieciocho años y estudió durante tres años ciencias humanas, retórica y lenguas clásicas. Al final de su formación, tenía muy clara su propia vocación: la vida religiosa y, entre las muchas órdenes presentes en Medina, se sintió llamado al Carmelo.

En el verano de 1563 inició el noviciado entre los Carmelitas de la ciudad, asumiendo el nombre religioso de Matías. Al año siguiente fue destinado a la prestigiosa Universidad de Salamanca, donde estudió por un trienio filosofía y artes. En 1567 fue ordenado sacerdote y volvió a Medina del Campo para celebrar su Primera Misa rodeado del afecto de sus familiares. Precisamente aquí tuvo lugar el primer encuentro entre Juan y Teresa de Jesús. El encuentro fue decisivo para ambos: Teresa le expuso su plan de reforma del Carmelo también en la rama masculina, y propuso a Juan que se adhiriera a él “para mayor gloria de Dios”; el joven sacerdote quedó fascinado por las ideas de Teresa, hasta el punto de convertirse en un gran apoyo del proyecto. Los dos trabajaron juntos algunos meses, compartiendo ideales y propuestas para inaugurar lo antes posible la primera casa de Carmelitas descalzos: la apertura tuvo lugar el 28 de diciembre de 1568 en Duruelo, lugar solitario de la provincia de Ávila. Con Juan, formaban esta primera comunidad masculina otros tres compañeros. Al renovar su profesión religiosa según la Regla primitiva. Los cuatro adoptaron un nuevo nombre: Juan se llamó entonces “de la Cruz”, nombre con el que será después universalmente conocido. A finales de 1572, a petición de santa Teresa, se convirtió en confesor y vicario del monasterio de la Encarnación de Ávila, donde la Santa era priora. Fueron años de estrecha colaboración y amistad espiritual, que enriqueció a ambos. A aquel periodo se remontan también las más importantes obras teresianas y los primeros escritos de Juan.

La adhesión a la reforma carmelita no fue fácil y le costó a Juan incluso graves sufrimientos. El episodio más dramático fue, en 1577, su apresamiento y su encarcelamiento en el convento de los Carmelitas de la Antigua Observancia de Toledo, a raíz de una acusación injusta. El santo permaneció en prisión durante seis meses, sometido a privaciones y constricciones físicas y morales. Aquí compuso, junto con otras poesías, el célebre "Cántico espiritual". Finalmente, en la noche entre el 16 y el 17 de agosto de 1578, consiguió huir de forma aventurada, refugiándose en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de la ciudad. Santa Teresa y sus compañeros reformados celebraron con inmensa alegría su liberación y, tras un breve tiempo para recuperar las fuerzas, Juan fue destinado a Andalucía, donde transcurrió diez años en varios conventos, especialmente en Granada. Asumió cargos cada vez más importantes en la Orden, hasta llegar a ser Vicario Provincial, y completó la redacción de sus tratados espirituales. Después volvió a su tierra natal, como miembro del gobierno general de la familia religiosa teresiana, que gozaba ya de plena autonomía jurídica. Vivió en el Carmelo de Segovia, desempeñando el cargo de superior de esa comunidad. En 1591 fue quitado de toda responsabilidad y destinado a la nueva Provincia religiosa de México. Mientras se preparaba para el largo viaje con otros diez compañeros, se retiró a un convento solitario cerca de Jaén, donde enfermó gravemente. Juan afrontó con ejemplar serenidad y paciencia enormes sufrimientos. Murió en la noche entre el 13 y el 14 de diciembre de 1591, mientras sus hermanos recitaban el Oficio matutino. Se despidió de ellos diciendo: “Hoy voy a cantar el Oficio en el cielo”. Sus restos mortales fueron trasladados a Segovia. Fue beatificado por Clemente X en 1675 y canonizado por Benedicto XIII en 1726. 

Juan es considerado uno de los más importantes poetas líricos de la literatura española. Sus obras mayores son cuatro: Subida al Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva
En el Cántico espiritual, san Juan presenta el camino de purificación del alma, es decir, la progresiva posesión gozosa de Dios, hasta que el alma llega a sentir que ama a Dios con el mismo amor con que es amada por Él. La Llama de amor viva prosigue en esta perspectiva, describiendo más en detalle el estado de unión transformadora con Dios. El ejemplo utilizado por Juan es siempre el del fuego: como el fuego cuanto más arde y consume el leño, tanto más se hace incandescente hasta convertirse en llama, así el Espíritu Santo, que durante la noche oscura purifica y "limpia" el alma, con el tiempo la ilumina y la calienta como si fuese una llama. La vida del alma es una continua fiesta del Espíritu Santo, que deja entrever la gloria de la unión con Dios en la eternidad. 

La Subida al Monte Carmelo presenta el itinerario espiritual desde el punto de vista de la purificación progresiva del alma, necesaria para escalar la cumbre de la perfección cristiana, simbolizada por la cima del Monte Carmelo. Esta purificación es propuesta como un camino que el hombre emprende, colaborando con la acción divina, para liberar el alma de todo apego o afecto contrario a la voluntad de Dios. La purificación, que para llegar a la unión de amor con Dios debe ser total, comienza desde la de la vía de los sentidos y prosigue con la que se obtiene por medio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, que purifican la intención, la memoria y la voluntad. La “Noche oscura" describe el aspecto “pasivo”, es decir, la intervención de Dios en el proceso de “purificación” del alma. El esfuerzo humano, de hecho, es incapaz por sí solo de llegar hasta las raíces profundas de las inclinaciones y de las malas costumbres de la persona: las puede frenar, pero no desarraigarlas totalmente. Para hacerlo, es necesaria la acción especial de Dios que purifica radicalmente el espíritu y lo dispone a la unión de amor con Él. San Juan define "pasiva" esta purificación, precisamente porque, aun aceptada por el alma, es realizada por la acción misteriosa del Espíritu Santo que, como llama de fuego, consume toda impureza. En este estado, el alma es sometida a todo tipo de pruebas, como si se encontrase en una noche oscura.

Estas indicaciones sobre las obras principales del Santo nos ayudan a acercarnos a los puntos sobresalientes de su vasta y profunda doctrina mística, cuyo objetivo es describir un camino seguro para llegar a la santidad, el estado de perfección al que Dios nos llama a todos nosotros. Según Juan de la Cruz, todo lo que existe, creado por Dios, es bueno. A través de las criaturas, podemos llegar al descubrimiento de Aquel que nos ha dejado en ellas su huella. La fe, con todo, es la única fuente dada al hombre para conocer a Dios tal como es Él en sí mismo, como Dios Uno y Trino. Todo lo que Dios quería comunicar al hombre, lo dijo en Jesucristo, su Palabra hecha carne. Él, Jesucristo, es el único y definitivo camino al Padre (cfr Jn 14,6). Cualquier cosa creada no es nada comparada con Dios y nada vale fuera de Él: en consecuencia, para llegar al amor perfecto de Dios, cualquier otro amor debe conformarse en Cristo al amor divino. De aquí deriva la insistencia de san Juan de la Cruz en la necesidad de la purificación y del vaciamiento interior para transformarse en Dios, que es la única meta de la perfección. Esta “purificación” no consiste en la simple falta física de las cosas o de su uso; lo que hace al alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas. Todo debe colocarse en Dios como centro y fin de la vida. El largo y fatigoso proceso de purificación exige el esfuerzo personal, pero el verdadero protagonista es Dios: todo lo que el hombre puede hacer es “disponerse”, estar abierto a la acción divina y no ponerle obstáculos. Viviendo las virtudes teologales, el hombre se eleva y da valor a su propio empeño. El ritmo de crecimiento de la fe, de la esperanza y de la caridad va al mismo paso que la obra de purificación y con la progresiva unión con Dios hasta transformarse en Él. Cuando se llega a esta meta, el alma se sumerge en la misma vida trinitaria, de forma que san Juan afirma que ésta llega a amar a Dios con el mismo amor con que Él la ama, porque la ama en el Espíritu Santo. De ahí que el Doctor Místico sostenga que no existe verdadera unión de amor con Dios si no culmina en la unión trinitaria. En este estado supremo el alma santa lo conoce todo en Dios y ya no debe pasar a través de las criaturas para llegar a Él. El alma se siente ya inundada por el amor divino y se alegra completamente en él.

Queridos hermanos y hermanas, al final queda la cuestión: este santo con su alta mística, con este arduo camino hacia la cima de la perfección, ¿tiene algo que decirnos a nosotros, al cristiano normal que vive en las circunstancias de esta vida de hoy, o es un ejemplo, un modelo solo para pocas almas elegidas que pueden realmente emprender este camino de la purificación, de la ascensión mística? Para encontrar la respuesta debemos ante todo tener presente que la vida de san Juan de la Cruz no fue un “vuelo por las nubes místicas”, sino que fue una vida muy dura, muy práctica y concreta, tanto como reformador de la orden, donde encontró muchas oposiciones, como de superior provincial, como en la cárcel de sus hermanos de religión, donde estuvo expuesto a insultos increíbles y malos tratos físicos. Fue una vida dura, pero precisamente en los meses pasados en la cárcel escribió una de sus obras más bellas. Y así podemos comprender que el camino con Cristo, el ir con Cristo, "el Camino", no es un peso añadido a la ya suficientemente dura carga de nuestra vida, no es algo que haría aún más pesada esta carga, sino algo completamente distinto, es una luz, una fuerza que nos ayuda a llevar esta carga. Si un hombre tiene en sí un gran amor, este amor casi le da alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Cristo Jesús. Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar la carga de cada día. Y la santidad no es obra nuestra, muy difícil, sino que es precisamente esta “apertura”: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar, no olvidar a Dios porque precisamente en la apertura a su luz se encuentra fuerza, se encuentra la alegría de los redimidos. Oremos al Señor para que nos ayude a encontrar esta santidad, a dejarnos amar por Dios, que es la vocación de todos nosotros y la verdadera redención. Gracias.

[En español dijo]
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. En particular, a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, así como a los peregrinos de España, México y otros países latinoamericanos. Siguiendo las enseñanzas de san Juan de la Cruz, os exhorto a que recorráis el camino hacia la santidad, a la que el Señor os ha llamado con el bautismo, abriendo vuestro corazón al amor de Dios y dejándoos transformar y purificar por su gracia. Muchas gracias.

14 de febrero de 2011

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA VERDADERA SALVACIÓN?

Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida.

Autor: José-Fernando Rey Ballesteros | Fuente: Conoze.com

El Demonio es un gran anestesista. Su oficio no se limita, como creen algunos, a ofrecerle al hombre placeres terrenos a cambio de su alma inmortal. También conoce el arte de amortiguar dolores y paliar angustias, arte que ejercita por el mismo precio y que, en muchas ocasiones, le ha rendido mejores resultados que el catálogo de orgías con que sedujo al mismísimo Fausto.

Un claro ejemplo de ello es el modo en que ha extirpado, en las conciencias de muchos católicos, el miedo a su propia existencia. En la magistral película «Sospechosos habituales» (Bryan Singer, 1995), Kevin Spacey sentencia ante un atónito inspector de policía: «La mejor estrategia del Demonio ha sido convencer a la gente de que no existe». De este modo, el hombre no se defiende de él, y le abre las puertas de par en par. El resto del trabajo, para Satanás, en un mero paseo triunfal.

En la misma línea de acción, el gran anestesista ha logrado infiltrar en muchas mentes «piadosas» el lenitivo que apacigüe la angustia provocada por el gran drama de la vida: la salvación del alma. Lo ha logrado con un argumento tan burdo como tranquilizador: «Dios, que es muy bueno, no permitirá que nadie se condene. Al final, todos se salvarán y nadie irá al Infierno». Una vez que este pensamiento se ha alojado en la conciencia, la vivencia de la fe se transforma radicalmente.

Eliminado, por la vía de la anestesia, el «problema» del más allá, la religiosidad se centrará en el «más acá», y todo el discurso religioso versará sobre las realidades terrenas. El hombre ya no tiene que preocuparse por su salvación eterna; ese asunto está solventado gracias a la bondad de Dios. Lo que debe hacer el hombre es esforzarse por transformar el mundo presente en un lugar más justo.

No es urgente, en adelante, hablar de Dios a quienes no creen, puesto que su salvación está garantizada; lo que es urgente es paliar sus necesidades temporales y aliviar sus sufrimientos. De este modo, hemos transformado el sentimiento religioso en una mera inquietud social, y hemos convertido a la Iglesia en una enorme y milenaria ONG. En resumen, hemos decapitado la Fe, amputando en ella todo lo que se eleve por encima de nuestras cabezas.

Por eso se agradece que el Papa, a quien Cristo ha encargado confirmarnos en la Fe, nos ayude a eliminar de nuestra sangre la anestesia inyectada por el Maligno y nos invite a levantar la vista hacia el verdadero drama de la Historia: la salvación. Refiriéndose a Santa Catalina de Génova, aprovechó la ocasión para impartir una valiosa catequesis sobre el Purgatorio. En una Iglesia en que, para multitud de cristianos, la curación del cáncer de un familiar se presenta como más urgente que la confesión sacramental que ayude a ese enfermo a evitar el Infierno, las palabras del Pontífice no dejan de ser un soplo de aire fresco derramado a través de la azotea. Como en la curación de aquel paralítico que vio perdonados sus pecados en Cafarnaúm, alguien tenía que levantar las losetas del techo, y el Papa no ha dudado en hacerlo. Ahora vemos el Cielo.

«En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios».

Esquivando la simpleza de considerar el Purgatorio como un lugar más allá de las nubes o bajo la corteza terrestre, Benedicto XVI nos acerca a la realidad más cercana e insoslayable: la trascendencia eterna de los actos realizados en esta vida. El pecado ciega el alma y la incapacita para el goce de las realidades divinas. Aún alcanzado el perdón en el Sacramento de la Penitencia, la herida infligida no será cauterizada sin el fuego. Y ese fuego es el deseo insatisfecho de la contemplación de Dios, el querer ver su Rostro por el deseo natural del alma y no poder gozarlo por la ceguera causada tras el pecado. El mismo dolor, que es dolor de amor y arrepentimiento, representado en forma de fuego, al abrasar el alma anhelante de la contemplación divina, la va purificando y eliminando en ella todo apego a las realidades de este mundo. Ese dramático proceso de purificación es lo que conocemos como Purgatorio.

Tras la escucha de las palabras del Pontífice, debería encenderse, en muchos cristianos, una llama de ese mismo fuego que los llevase a liberarse de las ataduras de este mundo. La oración frecuente (ver aquí), la contemplación asidua, la meditación diaria de las realidades divinas va, en esta vida, desprendiendo el alma de los apegos y urgencias de la tierra para vincularla amorosamente a los gozos del Cielo. Unida a la santa práctica del ayuno y la mortificación, esa oración será la que nos permita, ahora, realizar la purificación que, de otro modo, sería necesario llevar a cabo tras la muerte.

Pero, claro... ¿Cuántas personas, hoy día, están preocupadas por «ahorrarse» el Purgatorio?

12 de febrero de 2011

Benedicto XVI a la Congregación para la Educación Católica



En un documento que será publicado próximamente, Benedicto XVI anima a los centros de formación católicos a que valoren internet, como una oportunidad para la evangelización. Para ello se necesitan también formadores bien preparados en este campo.

11 de febrero de 2011

10 de febrero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: la docta mansedumbre de san Pedro Canisio


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy sobre san Pedro Canisio, dentro de su recién comenzado ciclo sobre Doctores de la Iglesia, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI.
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Hoy querría hablaros de san Pedro Kanis, Canisio en la forma latina de su apellido, una figura muy importante en el s.XVI católico. Nació el 8 de mayo de 1521 en Nimega Holanda. Su padre era el alcalde de la ciudad. Mientras estudiaba en la Universidad de Colonia, frecuentó a los monjes cartujos de santa Bárbara, un centro propulsor de la vida católica, y a otros hombres píos que cultivaban la espiritualidad llamada devotio moderna. Entró en la Compañía de Jesús el 8 de mayo de 1543 en Maguncia (Renania-Palatinado), después de haber seguido un curso de ejercicios espirituales bajo la supervisión del beato Pierre Favre, Petrus Faber, uno de los primeros compañeros de san Ignacio de Loyola. Se ordenó sacerdote en junio de 1546 en Colonia, y al año siguiente, estuvo presente en el Concilio de Trento como teólogo del obispo de Austria, cardenal Otto Truchsess von Waldburg, donde colaboró con dos hermanos, Diego Laínez e Alfonso Salmerón.

En 1548, san Ignacio le hizo completar su formación espiritual en Roma y lo envió después al Colegio de Messina a ejercitarse en humildes servicios domésticos. Consiguió en Bolonia el doctorado en teología el 4 de octubre de 1549, y después fue enviado al apostolado a Alemania por san Ignacio. El 2 de septiembre de ese año, el 1549, visitó al Papa Pablo III en Castelgandolfo y después de esto fue a la Basílica de San Pedro a orar. Allí imploró la ayuda de los grandes Apóstoles Pedro y Pablo, para que diesen una eficacia permanente a la Bendición Apostólica, con miras a su gran destino, la nueva misión. En su diario, escribió algunas palabras de la oración que realizó: “Allí he sentido que un gran consuelo y la presencia de la gracia me eran concedidas por medio de estos intercesores (Pedro y Pablo). Ellos confirmaban mi misión en Alemania y parecían transmitirme, como apóstol de Alemania, el apoyo de su benevolencia. Tú conoces Señor, de que manera y cuantas veces en ese mismo día me has confiado Alemania, a la que luego cuidaré y por la cual deseo vivir y morir”.

Debemos tener presente que nos encontramos en el tiempo de la Reforma luterana, en el momento en que la fe católica en los países de lengua germánica, ante la fascinación de la Reforma, parecía que se apagaba. Era un deber casi imposible el de Canisio, encargado de revitalizar, de renovar la fe católica en los países germanos. Sólo era posible con la fuerza de la oración. Era posible solo desde la base, es decir desde una amistad profunda con Jesucristo; amistad con Cristo en su Cuerpo, la Iglesia, que se alimenta en la Eucaristía, Su presencia real.

Siguiendo la misión recibida de Ignacio y del Papa Pablo III, Canisio partió hacia Alemania y partió antes que nada hacia el Ducado de Baviera, que durante muchos años fue sede de su ministerio. Como decano, rector y vicecanciller de la Universidad de Ingolstadt, cuidó la vida académica del Instituto y de la reforma religiosa y moral del pueblo. En Viena, donde por un breve tiempo fue administrador de la Diócesis, desarrolló el ministerio pastoral en los hospitales y las cárceles, sea en la ciudad como en el campo, y preparó la publicación de su Catecismo. En 1556 fundó el Colegio de Praga y hasta el 1569, fue el primer superior de la provincia jesuita de la Alemania Superior.

Entre estas tareas, estableció en los países germánicos una densa red de comunidades de su Orden, especialmente de Colegios, que fueron puntos de partida para la reforma católica, para la renovación de la fe católica. En este tiempo participó también en el Coloquio de Worms con los dirigentes protestantes, entre los que estaba Felipe Melantchon (1557); ejerció la función de Nuncio Pontificio en Polonia (1558; participó en las dos Dietas de Augusta (1559 y 1565); acompañó al cardenal Estanislao Hozjusz, enviado del Papa al Emperador Fernando (1560); interviene en la Sesión Final del Concilio de Trento, donde habló sobre la cuestión de la Comunión bajo las dos especies y sobre el Índice de Libros Prohibidos (1562).

En 1580 se retiró a Friburgo en Suiza, dedicado totalmente a la predicación y a la composición de sus obras, allí murió el 21 de diciembre de 1597. Beatificado por el beato Pío IX en 1864, fue proclamado en 1897 segundo Apóstol de Alemania por el Papa León XIII, y canonizado por el Papa Pío XI y también proclamado Doctor de la Iglesia en 1925.

San Pedro Canisio transcurrió buena parte de su vida en contacto con las personas socialmente más importantes de su tiempo y ejerció una influencia especial con sus escritos. Fue editor de las obras completas de san Cirilo de Alejandría y de san León Magno, de las Cartas de san Jerónimo y de las Oraciones de san Nicolás de Flüe. Publicó libros de devoción en varias lenguas, las biografías de algunos santos suizos y muchos textos de homilética. Pero sus escritos más difundidos fueron los tres Catecismos elaborados entre el 1555 y el 1558. El primero estaba destinado a los estudiantes a un nivel de comprensión de las nociones elementales de teología; el segundo a los niños del pueblo para una primera instrucción religiosa; el tercero a jóvenes con una formación escolástica de escuela media o superior. La doctrina católica estaba expuesta a base de preguntas y respuestas, brevemente, en términos bíblicos, con mucha claridad y sin menciones críticas.

¡Sólo en el tiempo de su vida se hicieron 200 ediciones de este Catecismo! Y se sucedieron cientos de ediciones hasta el s.XX. Así en Alemania, todavía en la generación de mi padre, la gente llamaba al Catecismo, simplemente el Canisio: es realmente el catequista de los siglos, ha formado la fe de las personas durante siglos.

Es, esta, una característica de san Pedro Canisio: saber componer armoniosamnete la fidelidad a los principios dogmáticos con el debido respeto a cada persona. San Canisio ha distinguido la apostasía consciente, culpable, de la fe, de la pérdida de la fe inocente, por las circunstancias. Y ha declarado, frente a Roma, que la mayor parte de los alemanes pasaron al Protestantismo sin culpa. En un momento histórico de fuertes contrastes confesionales, evitaba -esta es una cosa extraordinaria- la aspereza y la retórica de la ira -cosa rara como he comentado, en esos tiempos y en las discusiones entre los cristianos- y se preocupaba sólo de la presentación de las raíces espirituales y de la revitalización de la fe en la Iglesia. Para esto le sirvió mucho el amplio y penetrante conocimiento que tenía de las Sagradas Escrituras y de los Padres de la Iglesia: el mismo conocimiento que sobresalía de su personal relación con Dios y la austera espiritualidad que derivaba de la devotio moderna y de la mística renana.

La característica de la espiritualidad de san Canisio es una profunda amistad con Jesús. Por ejemplo escribió el 4 de septiembre de 1549 en su diario, hablando con el Señor: “Tú, al final, como si me pudieses abrir el corazón del Santísimo Cuerpo, que me parecía ver delante de mí, me has mandado beber en esa fuente, invitándome por decir así a sacar las aguas de mi salvación de tus fuentes , oh mi Salvador”. Se ve que el Salvador le da un vestido con tres partes que se llaman paz, amor y perseverancia. Y con este vestido compuesto de paz, amor y perseverancia, Canisio ha realizado su obra de renovación del catolicismo. Esta amistad con Jesús – que es el centro de su personalidad- nutrida por el amor a la Biblia, por el amor al Sacramento, por el amor de los Padres, esta amistad estaba claramente unida a la consciencia de ser en la Iglesia un continuador de la misión de los Apóstoles. Y esto nos recuerda que todo evangelizadores siempre un instrumento unido, y por eso mismo fecundo, con Jesús y con su Iglesia.

San Pedro Canisio se había formado en esta amistad con Jesús en el ambiente espiritual de la Cartuja de Colonia, en la que había mantenido estrecho contacto con dos místicos cartujos Johann Lansperger, latinizado como Lanspergius, y Nicolas van Hesche, latinizado como Eschius. Más tarde profundizó la experiencia de esta amistad, familiaritas stupenda nimis, con la contemplación de estos misterios de la vida de Jesús, que ocupan una gran parte en los Ejercicios espirituales de san Ignacio. Su intensa devoción por el Corazón del Señor, que culminó en la consagración al ministerio apostólico en la Basílica Vaticana, encuentra aquí su fundamento. 

En la espiritualidad cristocéntrica de san Pedro Canisio hay un profundo convencimiento: no hay alma cuidadosa de la propia perfección que no practique cada día la oración mental, medio ordinario que permite al discípulo de Jesús vivir la intimidad con el Maestro divino. Por esto, en los escritos destinados a la educación espiritual del pueblo, nuestro santo insiste en la importancia de la Liturgia con los comentarios a los Evangelios, de las fiestas, del rito de la santa Misa y de los otros Sacramentos, pero, al mismo tiempo, tiene cuidado de mostrar a los fieles la necesidad y la belleza de que la oración personal diaria acompañe y permee la participación en el culto publico de la Iglesia.

Se trata de una exhortación y de un método que conservan intacto su valor, especialmente después de que han sido propuestos nuevamente por el Concilio Vaticano II en la constitución Sacrosanctum Concilium: la vida cristiana no crece sino es alimentada por la participación en la Liturgia, en modo particular en la santa misa dominical, y por la oración personal diaria, por el contacto personal con Dios. En medio de muchas actividades y múltiples estímulos que nos rodean, es necesario encontrar cada día los momentos de recogimiento delante del Señor para escucharlo y hablar con Él.

Al mismo tiempo, es siempre actual y de valor permanente el ejemplo que san Pedro Canisio nos ha dejado, no sólo en sus obras, sino sobre todo con su vida. Él nos enseña con claridad que el ministerio apostólico es robusto y produce frutos de salvación en el corazón, sólo si el predicador es un testigo personal de Jesús y sabe ser instrumento a su disposición, estrechamente unido a Él por la fe en su Evangelio y en su Iglesia, por una vida moralmente coherente y por una oración incesante como el amor. Y esto vale para cada cristiano que quiera vivir con esfuerzo y fidelidad su adhesión a Cristo. Gracias.

[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a vivir con empeño y fidelidad la adhesión a Cristo, a ejemplo de San Pedro Canisio. Encomendaos a su intercesión, pidiendo a Dios que vuestro apostolado produzca frutos de salvación, siendo testigos de Jesús e instrumentos suyos, con una vida moralmente coherente y una oración incesante. Muchas gracias.

[En italiano dijo]
Mi pensamiento se dirige finalmente a los jóvenes y a los recién casados. Celebramos ayer la memoria litúrgica de san Jerónimo Emiliano, fundador de los Somaschi y de santa Josefina Bakhita, hija de África que se convirtió en hija de la Iglesia. La valentía de estos testigos fieles a Cristo os ayude a vosotros, queridos jóvenes, para abrir vuestro corazón al heroísmo de la santidad en la existencia de cada día. Os sostenga a vosotros , queridos enfermos, en el perseverar con paciencia a ofrecer vuestra oración y vuestro sufrimiento por toda la Iglesia. Y os dé a vosotros, queridos recién casados, la valentía de convertir vuestras familias en comunidades de amor, que reflejen los valores cristianos.

8 de febrero de 2011

Abecedario de la Jornada Mundial de la Juventud 2011


MADRID, sábado, 5 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Presentamos el abecedario de la Jornada Mundial de la Juventud 2011 que ha publicado la comisión organizadora de Madrid (http://www.madrid11.com).
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Acogida
Existen dos modelos de alojamiento: en grandes espacios (colegios, parroquias, polideportivos, etc.) para grupos grandes de peregrinos, o en casas de familias, más indicado para grupos pequeños.
Benedicto XVI
 «Intentad acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos.»
Catering
Los inscritos con manutención recibirán cheques de comida, que se canjean en más de mil restaurantes en toda la Comunidad adscritos a la JMJ. Muchos establecimientos ofrecerán también la comida o la cena para llevar.
Días en las Diócesis
El programa va del 11 al 15 de agosto.  Para participar hay que inscribirse en la JMJ y señalar la diócesis elegida. A la práctica totalidad de las diócesis españolas se han sumado la diócesis francesa de Bayona y Gibraltar.
 
Euros
La JMJ se autofinancia: las autoridades públicas no aportan dinero a la JMJ. Las inscripciones son la principal fuente de financiación de la JMJ; el resto es cubierto por empresas y particulares.

Festival de la Juventud
Madrid será una fiesta internacional, con actividades musicales, artísticas, históricas y tradicionales españolas y de todos los rincones del planeta. Los actos culturales de la JMJ tendrán lugar del 15 al 19.

Gobierno
El Gobierno de España, la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid colaboran eficazmente en los temas de su competencia, para que esta cita juvenil mundial sea un gran éxito para España y para Madrid.

Hoteles
La organización no se ocupa de aquellos peregrinos que desean alojarse en hoteles, y delega la gestión en Viajes El Corte Inglés, la agencia oficial de viajes.

Inscripciones
La inscripción es online. Todas las modalidades de inscripción incluyen seguro de accidente, transporte público, mochila y acceso prioritario a los actos centrales.

Jóvenes voluntarios

Son la columna vertebral de la JMJ. Se necesitarán 20.000 voluntarios: quien desee participar ha de inscribirse a través de la página web.

Kairós
La JMJ contará con una Feria de las Vocaciones, ubicada en el Parque del Retiro. Todos los movimientos y realidades eclesiales están invitados a participar en esta muestra de la riqueza espiritual de la Iglesia.

 Liturgia
 El tesoro de la liturgia, cuidada con esmero  hasta los más pequeños detalles (en los ornamentos sagrados, la atención a las rúbricas, la música, la distribución de la comunión, etc.) ayudará a de scubrir la belleza de la fe a muchos jóvenes.


Mochila

La mochila contiene un Evangelio, el Libro del Peregrino (para seguir las ceremonias), la Guía de la JMJ (con el programa, la agenda cultural, etc.), el catecismo YouCat, la camiseta de la JMJ, una gorra, un abanico y un rosario.

Números
La Jornada Mundial de la Juventud es el encuentro de jóvenes más numeroso del planeta. Por los datos que llegan de distintos países, la edición de Madrid tendrá una participación multitudinaria.

ObisposNumerosos obispos de todo el mundo -casi un cuarto del episcopado mundial- participarán en la JMJ 2011, junto al Papa y acompañando a los jóvenes de sus diócesis. En esos días, Madrid será el centro de la Cristiandad.
Prensa
La participación de medios nacionales e internacionales alcanzará números muy altos: se espera acreditar a más de 5.000 profesionales de la información.

Quién es quién
La JMJ depende del Pontificio Consejo de Laicos, organismo de la Santa Sede presidido por el cardenal Stanislaw Rylko; y del Comité organizador local, presidido por el Cardenal Antonio María Rouco Varela.
 
Reconciliación

Para acercar a los jóvenes el sacramento de la reconciliación, el Parque del Retiro acogerá una ‘Fiesta del perdón', donde los asistentes a la JMJ dispondrán de varios cientos de sacerdotes que escucharán confesiones en muchos idiomas.

Solidaridad
 El Fondo de Solidaridad sirve para permitir que participen en la JMJ jóvenes de países en guerra o serias dificultades económicas. Al inscribirse se pide un donativo de 10€ a cada uno de los jóvenes.

Transporte

 La red de transporte de Madrid es una de las más completas del mundo. El abono de transporte está incluido en la inscripción, y facilitará la movilidad por toda la Comunidad.

Universal
 La JMJ es una muestra de la universalidad de la Iglesia Católica. Se esperan peregrinos de prácticamente la totalidad de países del mundo.

Visados   
 El  Gobierno de España estudia la concesión de visados gratuitos, siguiendo un protocolo que los facilite los peregrinos que vengan con instituciones eclesiales, y garantice al mismo tiempo que no se genera inmigración ilegal.

Website

 La página www.madrid11.com es la primera y principal fuente de información acerca de este acontecimiento: programa y horario de los actos, modalidades de inscripción, audiovisuales y carteles promocionales descargables, etc.
XX
Los inscritos tendrán un pase del peregrino, que les asignará un lugar reservado en los actos centrales,  y les dará acceso gratuito a las actividades culturales del Festival de la Juventud.

YouCat

YouCat, abreviación de Youth Catechism, un catecismo escrito para jóvenes, prologado por Su santidad Benedicto XVI, y que será entregado a los participantes.

Zonas

Las zonas de los actos centrales, divididas en sectores para garantizar el orden, la atención y la seguridad de todos, se asignan en función de la proveniencia de los inscritos y de la fecha en que formalicen completamente su inscripción. Cuanto antes se inscriban, más cerca se estará del Papa.

3 de febrero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: la perfección cristiana en santa Teresa de Ávila


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 2 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI para la audiencia general, y que dedicó a la santa española Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia.
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Queridos hermanos y hermanas,
en el curso de las Catequesis que he querido dedicar a los Padres de la Iglesia y a grandes figuras de teólogos y de mujeres de la Edad Media, he podido detenerme también en algunos Santos y Santas que han sido proclamados Doctores de la Iglesia por su eminente doctrina. Hoy quisiera iniciar una breve serie de encuentros para completar la presentación de los Doctores de la Iglesia. Y comienzo con una Santa que representa una de las cumbres de la espiritualidad cristiana de todos los tiempos: santa Teresa de Jesús. 

Nace en Ávila, en España, en 1515, con el nombre de Teresa de Ahumada. En su autobiografía ella misma menciona algunos detalles de su infancia: el nacimiento de “padres virtuosos y temerosos de Dios”, dentro de una familia numerosa, con nueve hermanos y tres hermanas. Aún niña, con al menos 9 años, pudo leer las vidas de algunos mártires que le inspiran el deseo del martirio, tanto que improvisa una breve fuga de casa para morir mártir y subir al Cielo (cfr Vida 1, 4); “quiero ver a Dios” dice la pequeña a sus padres. Algunos años después Teresa habló de sus lecturas de la infancia y afirmó haber descubierto la verdad, que resume en dos principios fundamentales: por un lado “el hecho de que todo lo que pertenece a este mundo, pasa”, por el otro que sólo Dios es para “siempre, siempre, siempre”, tema que recupera en su famosísimo poema “Nada te turbe, nada te espante; todos se pasa,/ Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, /quien a Dios tiene nada le falta, ¡Sólo Dios basta!”. Se quedó huérfana de madre a los 12 años, le pidió a la Virgen Santísima que fuera su madre (cfr. Vida 1,7).

Si en la adolescencia la lectura de libros profanos la había llevado a las distracciones de la vida mundana, la experiencia como alumna de las monjas agustinas de Santa María de las Gracias de Ávila y la lectura de libros espirituales, sobre todo clásicos de espiritualidad franciscana, le enseñan el recogimiento y la oración. A la edad de 20 años entra en el monasterio carmelita de la Encarnación, siempre en Ávila. Tres años después, enferma gravemente, tanto que permanece durante cuatro días en coma, aparentemente muerta (cfr Vida 5, 9). También en la lucha contra sus propias enfermedades la Santa ve el combate contra las debilidades y las resistencias a la llamada de Dios. Escribe: “Deseaba vivir porque comprendía bien que no estaba viviendo, sino que estaba luchando con una sombra de muerte, y no tenía a nadie que me diese vida, y ni siquiera yo me la podía tomar, y Aquel que podía dármela tenía razón en no socorrerme, dado que tantas veces me había vuelto hacia Él, y yo le había abandonado” (Vida 8, 2) . En 1543 pierde la cercanía de sus familiares: el padre muere y todos sus hermanos emigran uno detrás de otro a América. En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa llega a la cumbre de su lucha contra sus propias debilidades. El descubrimiento fortuito de “un Cristo muy llagado” marca profundamente su vida (cfr Vida 9). La Santa, que en aquel periodo siente en profunda consonancia con el san Agustín de las Confesiones, describe así la Jornada decisiva de su experiencia mística: “Sucedió... que de repente me vino un sentimiento de la presencia de Dios, que de ninguna forma podía dudar que estaba dentro de mí o que yo estaba toda absorbida en Él” (Vida 10, 1). 

Paralelamente a la maduración de su propia interioridad, la Santa comienza a desarrollar de forma concreta el ideal de reforma de la Orden Carmelita: en 1562 funda en Ávila, con el apoyo del Obispo de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el primer Carmelo reformado, y poco después recibe también la aprobación del Superior General de la Orden, Giovanni Battista Rossi. En años sucesivos continuó la fundación de nuevos Carmelos, en total diecisiete. Fue fundamental su encuentro con san Juan de la Cruz, con el que, en 1568, constituyó en Duruelo, cerca de Ávila, el primer convento de carmelitas descalzas. En 1580 obtiene de Roma la erección en Provincia autónoma para sus Carmelos reformados, punto de partida de la Orden Religiosa de los Carmelitas Descalzos. Teresa termina su vida terrena justo cuanto está ocupándose de la fundación.

En 1582, de hecho, tras haber constituido el Carmelo de Burgos y mientras está realizando el viaje de vuelta hacia Ávila, muere la noche del 15 de octubre en Alba de Tormes, repitiendo humildemente dos expresiones: “Al final, muero como hija de la Iglesia” y “Ya es hora, Esposo mío, de que nos veamos”. Una existencia consumada dentro de España, pero empeñada por toda la Iglesia. Beatificada por el papa Pablo V en 1614 y canonizada en 1622 por Gregorio XV, fue proclamada “Doctora de la Iglesia” por el Siervo de Dios Pablo VI en 1970. 

Teresa de Jesús no tenía una formación académica, pero siempre atesoró enseñanzas de teólogos, literatos y maestros espirituales. Como escritora, se atuvo siempre a lo que personalmente había vivido o había visto en la experiencia de otros (cfr Prólogo al Camino de Perfección), es decir, a partir de la experiencia. Teresa consigue entretejer relaciones de amistad espiritual con muchos santos, en particular con san Juan de la Cruz. Al mismo tiempo, se alimenta con la lectura de los Padres de la Iglesia, san Jerónimo, san Gregorio Magno, san Agustín. Entre sus obras mayores debe recordarse ante todo su autobiografía, titulada Libro de la vida, que ella llama Libro de las Misericordias del Señor. Compuesta en el Carmelo de Ávila en 1565, refiere el recorrido biográfico y espiritual, escrito, como afirma la misma Teresa, para someter su alma al discernimiento del “Maestro de los espirituales”, san Juan de Ávila. El objetivo es el de poner de manifiesto la presencia y la acción de Dios misericordioso en su vida: por esto, la obra recoge a menudo el diálogo de oración con el Señor. Es una lectura que fascina, porque la Santa no solo narra, sino que muestra revivir la experiencia profunda de su amor con Dios. En 1566, Teresa escribe el Camino de Perfección, llamado por ella Admoniciones y consejos que da Teresa de Jesús a sus monjas. Las destinatarias con las doce novicias del Carmelo de san José en Ávila. Teresa les propone un intenso programa de vida contemplativa al servicio de la Iglesia, a cuya base están las virtudes evangélicas y la oración.

Entre los pasajes más preciosos está el comentario al Padrenuestro, modelo de oración. La obra mística más famosa de santa Teresa es el Castillo interior, escrito en 1577, en plena madurez. Se trata de una relectura de su propio camino de vida espiritual y, al mismo tiempo, de una codificación del posible desarrollo de la vida cristiana hacia su plenitud, la santidad, bajo la acción del Espíritu Santo. Teresa se remite a la estructura de un castillo con siete estancias, como imágenes de la interioridad del hombre, introduciendo, al mismo tiempo, el símbolo del gusano de seda que renace en mariposa, para expresar el paso de lo natural a lo sobrenatural. La Santa se inspira en la Sagrada Escritura, en particular en el Cantar de los Cantares, para el símbolo final de los “dos Esposos”, que le permite describir, en la séptima estancia, el culmen de la vida cristiana en sus cuatro aspectos: trinitario, cristológico, antropológico y eclesial. A su actividad de fundadora de los Carmelos reformados, Teresa dedica el Libro de las fundaciones, escrito entre el 1573 y el 1582, en el que habla de la vida del naciente grupo religioso. Como en la autobiografía, el relato se dedica sobre todo a evidenciar la acción de Dios en la fundación de los nuevos monasterios.

No es fácil resumir en pocas palabras la profunda y compleja espiritualidad teresiana. Podemos mencionar algunos puntos esenciales. En primer lugar, santa Teresa propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana: en particular, el desapego de los bienes o pobreza evangélica (y esto nos concierne a todos); el amor de unos a otros como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva. Sin olvidar las virtudes humanas: afabilidad, veracidad, modestia, cortesía, alegría, cultura. En segundo lugar, santa Teresa propone una profunda sintonía con los grandes personajes bíblicos y la escucha viva de la Palabra de Dios. Ella se siente en consonancia sobre todo con la esposa del Cantar de los Cantares, con el apóstol Pablo, además de con el Cristo de la Pasión y con el Jesús eucarístico.

La Santa subraya después cuán esencial es la oración: rezar significa “frecuentar con amistad, pues frecuentamos de tú a tú a Aquel que sabemos que nos ama” (Vida 8, 5) . La idea de santa Teresa coincide con la definición que santo Tomás de Aquino da de la caridad teologal, como amicitia quaedam hominis ad Deum, un tipo de amistad del hombre con Dios, que ofreció primero su amistad al hombre (Summa Theologiae II-ΙI, 23, 1). La iniciativa viene de Dios. La oración es vida y se desarrolla gradualmente al mismo paso con el crecimiento de la vida cristiana: comienza con la oración vocal, pasa por la interiorización a través de la meditación y el recogimiento, hasta llegar a la unión de amor con Cristo y con la Santísima Trinidad. Obviamente no se trata de un desarrollo en el que subir escalones significa dejar el tipo de oración anterior, sino que es una profundización gradual de la relación con Dios que envuelve toda la vida. Más que una pedagogía de la oración , la de Teresa es una verdadera “mistagogia”: enseña al lector de sus obras a rezar, rezando ella misma con él; frecuentemente, de hecho, interrumpe el relato o la exposición para realizar una oración.

Otro tema querido a la Santa es la centralidad de la humanidad de Cristo. Para Teresa, de hecho, la vida cristiana es relación personal con Jesús, que culmina en la unión con Él por gracia, por amor y por imitación. De ahí la importancia que ella atribuye a la meditación de la Pasión y a la Eucaristía, como presencia de Cristo, en la Iglesia, para la vida de cada creyente y como corazón de la liturgia. Santa Teresa vive un amor incondicional a la Iglesia: ella manifiesta un vivo sensus Ecclesiae frente a episodios de división y conflicto en la Iglesia de su tiempo. Reforma la Orden Carmelita con la intención de servir y defender mejor a la “Santa Iglesia Católica Romana”, y está dispuesta a dar la vida por ella (cfr Vida 33, 5).

Un último aspecto esencial de la doctrina teresiana, que quisiera subrayar, es la perfección, como aspiración de toda la vida cristiana y meta final de la misma. La Santa tiene una idea muy clara de la “plenitud” de Cristo, revivida por el cristiano. Al final del recorrido del Castillo interior, en la última “estancia”, Teresa describe esa plenitud, realizada en la inhabitación de la Trinidad, en la unión a Cristo a través del misterio de su humanidad.

Queridos hermanos y hermanas, santa Teresa de Jesús es verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todo tiempo. En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, santa Teresa nos enseñan a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción, nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscarlo, de tener una conversación con Él y de ser sus amigos. Esta es la amistad necesaria para todos y que debemos buscar, día a día, de nuevo.
Que el ejemplo de esta Santa, profundamente contemplativa y eficazmente laboriosa, nos impulse también a nosotros a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a esta apertura a Dios, a este camino de búsqueda de Dios, para verlo, para encontrar su amistad y por tanto la vida verdadera; porque muchos de nosotros deberíamos decir: “no vivo, no vivo realmente, porque no vivo la esencia de mi vida”. Porque este tiempo de oración no es un tiempo perdido, es un tiempo en el que se abre el camino de la vida, se abre el camino para aprender de Dios un amor ardiente a Él y a su Iglesia y una caridad concreta hacia nuestros hermanos. Gracias.

[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Chile, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos, a ejemplo de Santa Teresa de Jesús, a crecer siempre en la oración y en las virtudes cristianas, hasta llegar a la plenitud del encuentro con el Señor. Muchas gracias.

2 de febrero de 2011

Disconnect to connect




Acabo de ver este estupendo vídeo que circula por la red y que me parece muy sugerente.

Me ha parecido que el autor hubiese querido expresar artísticamente unas palabras del mensaje de Benedicto XVI con ocasión de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales; palabras que transcribo a continuación. Aunque procediendo de Tailandia, no parece que ésta haya sido la fuente de inspiración.
"Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi 'prójimo' en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo 'diferente' al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida".
En el vídeo, parece que los demás están ausentes, puesto que sus imágenes desaparecen. En cambio, lo que se quiere reflejar es justamente lo contrario: en el momento en que los personajes se desconectan de sus móviles, entonces en ese momento todo se llena de colorido y de musicalidad. No hay nada que se pueda comparar a la sonrisa de un niño, a la presencia de la persona amada, al rasgueo de las guitarras, a las miradas de los amantes. Esa es la vida real que tenemos que conseguir. 

La vida virtual no podrá -mejor sería decir no deberá- nunca sustituir a esta comunicación a través del cuerpo y de sus gestos. No hay nada que exprese mejor a la persona que su cuerpo y es a través de él cómo se puede descubrir en su autenticidad la persona del prójimo. 

La vida virtual es también una comunicación extraordinariamente fecunda. El mensaje del Papa no es contrario a las redes sociales. Sencillamente, en él se pone en guardia de un peligro muy frecuente, el de que las personas acaben olvidándose de sus "prójimos" para acabar totalmente fagocitados por la atención de "personajes virtuales".  

En la medida en que se usa la red para huir del mundo real, en esa medida se tiende a falsear la propia imagen, es decir, a crearse un "perfil público" en que "realmente" se puede vivir en conformidad con los deseos que se estiman irrealizables en la vida de carne y hueso. Con esto no quiero decir que se inventen nuevos nicknames y se vivan otras vidas con sus respectivos disfraces. No, en la medida en que se abandona el mundo real, se corre el peligro de caer en la autocomplacencia. Lo explica muy bien Benedicto XVI en otro pasaje de este documento.
"... Se tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia". 
Este es un peligro muy real en el que fácilmente podemos caer los blogueros. Queramos o no creamos una imagen digital de nuestro yo no sólo a través del perfil que utilizamos y enseñamos, sino también y sobre todo mediante las publicaciones y los materiales que compartimos.

En fin, es siempre un reto y no vamos a dejar de trabajar por el riesgo de los accidentes. Seguiremos caminando... a la luz del Evangelio y mirando de no caer.