Ayer celebramos la Fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia, en la que enseña especialmente la ciencia del amor: en el corazón de mi Madre la Iglesia yo seré el amor; así lo seré todo.
Es una gran devota de San José. El comienzo de su vida está marcado por la protección singular de San José. A los dos meses de vida se negó a tomar la leche de la nodriza hasta tal punto que estaba a punto de morir. Su madre, al ver la situación crítica, se puso de rodillas ante la imagen de San José que estaba en la habitación y le pidió con confianza que la pequeña se curase, hecha un mar de lágrimas.. San José la escuchó y la niña se curó milagrosamente. Siempre en la familia la curación de la niña Teresa fue tenida como un milagro de San José, y como milagro se lo contaron a la niña, cuando tuvo uso de razón, lo que le hizo cobrar una gran devoción al Santo que ayuda en todas las necesidades Esa imagen, cuando Paulina entró en el Carmelo, la llevo Teresita a su habitación.
Antes de emprender la peregrinación a Roma a sus trece años para celebrar las bodas de oro sacerdotales del Papa León XIII, hizo esta oración a San José: “Rogué también a San José que velara por mí. Desde mi niñez le tenía una devoción que se confundía con mi amor la Virgen Santísima. Todos los día le rezaba la oración a San José: Padre y protector de las vírgenes” (MA 57r).
A sus trece años, cuando les mandaron en el Colegio hacer un ejercicio de redacción, ella lo dedicó a san José, explicando estas ideas sobre él: su vida y sus méritos incontables, era un hombre justo y temeroso de Dios, su vida se vela en el silencio, porque sus obras fueron solo para Jesús, nunca le pareció duro hacer la voluntad de Dios y con prontitud, como en la huida a Egipto.
Dejando otros hechos, en los que aparece su devoción al santo Patriarca: visita a la casa de Loreto, y ya en el Carmelo, el amor y devoción con que celebraba sus fiestas, especialmente la de San José, la transferencia que hizo León XIII de la potestad de las prioras a los confesores para autorizar la comunión con más frecuencia, que Santa Teresita atribuyó a san José, los testimonios en la causa de canonización que hablan de su viva devoción a san José, pasamos a los meses de su enfermedad (mayo- septiembre). Poco antes de llevarla a la enfermería, la Madre Inés la sorprende echando flores al san José del jardín. ¿Lo hace para pedirle algo? No, lo hago para gradarle
El 24 de agosto la Madre Inés recoge algo de lo que le oyó de la Sagrada Familia, y es una lástima que no pudiese recogerlo todo. “¿Y san José? ¡Cuánto lo quiero!... lo veo cepillando y después secarse la frente de vez en cuando ¡Qué lástima me da de él! ¡Qué sencilla me parece debió ser la vida de los Tres!...Lo que me hace mucho bien, cuando pienso en la Sagrada Familia, es imaginármelos levando una vida totalmente ordinaria
Sobre la Sagrada Familia habla en la Recreación 6: La huida a Egipto. Describe a san José en todo su realismo: un trabajador asalariado que tiene que soportar los caprichos de los ricos patronos, las irregularidades de un jornal arbitrario, y el peligro del desempleo. San José trabaja animado por el “coraje de hacerlo por Jesús y por María”…, vuelve gozoso de su fatiga porque sabe que “a la noche, cuando vuelva al hogar una caricia de Jesús, una sola de sus miradas –confía a su esposa- me hace olvidar los afanes de la jornada” y el poder abrazarlo y estrecharlo contra mi corazón
Con su sencillez de corazón y sabiduría de Doctora, cómo nos enseña santa Teresita del Niño Jesús a ser auténticos devotos de san José.