La vida o la muerte de un ser humano, de una criatura de Dios, está en las manos de los diputados y senadores que con sus votos decidirán sobre la cuestión del aborto en España.
Es un auténtico contrasentido que la vida, que es el mayor bien que estamos obligados a proteger, se haya convertido en una cuestión política, de intereses y estrategias de partidos donde algunos son contrarios a cualquier reforma porque defienden el aborto libre que es, no lo olvidemos, parte de la denominada, y casi instaurada, cultura de la muerte así como los defensores de reformar la vergonzosa y asesina Ley Aído que han llegado a presentar un anteproyecto de ley y este delicado tema está causando gran controversia en sus propias filas.
Los unos, los otros y los de más allá difieren de todo lo que tenga que ver con el derecho a la vida. Algunos dicen que el derecho de la mujer no es tal derecho, otros que no tiene por qué serlo y otros más si creen en el mismo. Toda esta ambigüedad en el mensaje, en las decisiones adoptadas y por adoptar no son nada buena porque no garantiza que se vaya a reformar la ley del aborto sino, que entre trámite parlamentario y trámite parlamentario, al final el resultado será un poco más o menos lo mismo.
Luego vendrán los estudios, estadísticas de que España es un país cada vez más envejecido y que existe muy poca juventud para tirar del carro donde las pensiones y el sistema que la garantizan quedará tocado a medio y largo plazo.
Observo todos los días con estupor lo que “nuestros” representantes dicen y hacen en muchos de los sentidos aunque creía que las cosas estarían más claras con lo que en verdad importa y es necesario como es la Vida. Si no son capaces de defender la Vida de los no nacidos tampoco nos prestarán mucha cuenta a los que ya poblamos, con más o menos años, esta bendita Nación.
Una vez más el sentir del pueblo difiere al ciento por ciento de los representantes de las distintas fuerzas políticas. Que pregunten a la inmensa mayoría de los votantes del partido en el Gobierno como se sienten si cuando apoyan un determinado programa electoral y después ven y siente en sus carnes el famoso dicho de “donde dije digo digo Diego” y más concretamente en la defensa de los valores humanistas que se le presuponían.
Si en términos de la Ley Natural el aborto es una perversidad en el sentido de la fe es una auténtica atrocidad, un crimen en todos los sentidos de la expresión.
La defensa de la Vida es un tema que nos afecta a todos sin distinción seamos o no creyentes porque estamos hablando de asesinar, de cortar de raíz, la vida de un ser humano que está gestándose en el vientre materno y que tiene derecho a nacer. Todos los hombres y mujeres de buena voluntad son muy sensibles en esta cuestión tan molesta para algunos y tan importante, porque es vital, para tantos.
Sigue siendo la Santa Madre Iglesia la defensora a ultranza de la Vida y me refiero de forma explícita a las declaraciones del Papa Francisco hace tan solo unos días y que, por su claridad, lo dice todo:
“Es horroroso incluso pensar que hay niños, víctimas del aborto, que nunca verán la luz del día”.
Cada día que pasa son muchos los niños que no verán la luz del día, como dice el el Santo Padre, ni disfrutarán de los pueblos, ciudades, del mar o de la montaña. Muchos son los que nunca recibirán el abrazo y el cariño de una madre. Cada día que pasa son más las mujeres que se sienten profundamente frustradas por abortar, muchas de las cuales son encaminadas a esa vil práctica porque no se le ofrecen otras alternativas, no se les abren las ventanas que pongan soluciones a su situación o problemas que puedan acarrear.
A ti mujer, te digo que vale la pena seguir adelante con el embarazo, que las alegrías y satisfacciones de tener a tu hijo en brazos no es comparable a cualquier situación que puedas estar viviendo en estos momentos de dudas y malos consejos. Preguntate una sola cosa: ¿Qué será de mi vida si mi hijo no nace por haber permitido el aborto?
Esta misma pregunta se la traslado a todos los dirigentes políticos que tienen en sus manos el defender la vida y acabar con el aborto: ¿Qué será de mi vida y la vida de mis hijos si permito con mis votos que en España se aborte libremente como hasta ahora?
Y lo digo yo que no estoy de acuerdo con ninguna reforma del aborto porque como cristiano, católico, como defensor de la Vida a ultranza mi planteamiento, aunque sé que es difícil de conseguir, es el del aborto cero, es decir, la supresión absoluta y fulminante de la Ley del Aborto.
La Vida es más sagrada de lo que nos podemos pensar.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.
Jesús Rodríguez Arias