No todos son iguales, ni pueden serlos, no todos se afrontan con las mismas fuerzas, ánimos, ganas. Existen unos mejores que otros y otros peores que algunos.
Cuando te levantas cansado, el hastío sobrevuela por tu vida, y no tienes ganas ni de mirarte a la cara, cuando todo eso sucede: ¡Levántate! ¡Apoya tus pies en el suelo y tus brazos en el Señor!
Llevo una semana, será por la fecha que estamos o por los problemillas de salud que acarreo, en la que me encuentro especialmente cansado tanto física como psicológicamente. El primer día de la semana lo inicié con hondo pesar. Todo me abrumaba y un atroz cansancio podía conmigo. Tenía que hacer una multitud de gestiones que llevaba implícito conversar largo rato durante toda la jornada. Desayuné en unos minutos y el resto me puse delante de Cristo Sacramentado, oré y me abandoné en Él. Los segundos pasaban en la quietud de la Paz de espíritu que el Señor te da, mientras conversaba y rezaba ante y con Jesús Eucaristía todo lo que tenía entre manos, que antes se había convertido en una cuesta dura y empinada, ahora se presentaba como un verde prado lleno de frescor. Dios nos reporta el mejor bálsamo para nuestras atribuladas almas.
Cuando la vida, las situaciones te subyugan hasta perder todo norte que lleva a no acertar en nada de lo que hagas, cuando todo se convierte en una dura escalada al pico más alto y helado, cuando el cuerpo y la mente parece decir, ¡Basta!, cuando ya no ves porque una catarata de hastío nubla tu vista, entonces aparece el Señor y con hechos te demuestra que todo lo que haces es necesario, importante, imprescindible porque de ti dependen otros que tienen puestas su confianza en tu integridad, en tu persona.
Reconozco, que a pesar de mi maltrecha salud, llevo para adelante varios frentes abiertos. Suelo comprometerme con todo lo que tenga referencia con Dios, con la Iglesia, con el anuncio del Reino por medio de la misión o el apostolado que a cada uno le haya conferido el Señor. Aún no sabiendo como terminaré la semana, sé como la he empezado y lo que he avanzado con la ayuda del Padre.
Después de dos días de gestiones, conversaciones encaminadas a servir a la Iglesia de la forma y manera que ella quiere ser servida, hoy he visto la Mano de Dios en varios acontecimientos que he podido vivir en primera persona: Por un lado un buen amigo, un hermano del alma, me llama porque necesita hablar conmigo, necesita abrir su corazón, su alma, ante quien sabe que le escucha, comprende y, con la ayuda de Cristo Jesús, puede ayudarle. Escuchar, oír detenidamente a una persona abrir su alma, sus preocupaciones, desasosiegos, alegrías, penurias, sus dudas y certezas, poderla ayudar de esa forma tan sencilla es un regalo que me ha hecho el Señor. No es mi querido amigo el que me tiene que dar las gracias, soy yo el que se las debo a él por la confianza que ha depositado en mi humilde persona, en este pobre pecador que lo único que persigue es servir a Dios por medio de los demás.
Cuando ya dábamos por terminada nuestra conversación me encontré con dos queridas amigas. Madre e hija compartían un café. No podré olvidar el abrazo que me dio la primera con sus ojos envueltos en lágrimas y me agradeció, de con voz entrecortada, el post que le dediqué a la experiencia espiritual que viví el año pasado cuando acompañé a mis Titulares de nuestra Hermandad de Los Estudiantes. En verdad os digo que cuando suceden este tipo de emocionantes situaciones es cuando Dios me muestra que todos los sacrificios que estoy realizando para que “SED VALIENTES” sea un blog católico de referencia y que por medio de las noticias que en él se ofrecen se convierta en una eficaz plataforma de evangelización en la gran autopista de comunicación que es internet.
Estas situaciones de emoción o de alegría son las que tapan las cicatrices que se han producido ante los intentos de humillaciones, insultos, conspiraciones y persecuciones que, en estos años de bloguero, he recibido por defender mi fe, mis creencias y mi forma de pensar desde la libertad y el respeto más absoluto.
Después se han solucionado otros temas que tenía coleando y se han materializado o están a punto de hacerlo. En todas estas situaciones así como cada segundo de mi vida veo la Mano Bondadosa de Dios, del Padre Eterno, de Nuestro Papá Celestial.
Termino este día con sentimientos agridulces: Una gran, esperada y buena noticia se mezcla con otras que tienen fines más mezquinos Bueno, hoy lo vemos así y mañana todo estará más claro.
Y ante el Santísimo, Alimento que me da la Vida más allá de la vida, rezo, me encomiendo, converso y escucho a Jesús que me dice con palabras claras y precisas lo que Él quiere de mi.
Estamos en el día que estamos de esta semana. ¡Esto no ha hecho más que comenzar! ¡Ánimo, que Dios siempre está con nosotros!
Recibid, mis queridos hermanos, un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.
Jesús Rodríguez Arias