A más de uno extrañara este título dado a San José. Se lo da san Juan Crisóstomo (344?-407) un santo Padre de la Iglesia de Oriente del siglo IV. Repetidas veces le da el título de filósofo y repetidas veces habla de la filosofía de San José. “Pues el que filosofaba por encima de la ley (puesto que dejar a la Virgen y dejarla en secreto, era de quien filosofaba por encima de la ley) ¿cómo podría obrar algo contra la ley sin que necesidad alguna le forzara a ello?” (Hom. in Mat, 2,4:PG57,28).
Ante el misterio de la preñez de María por obra del Espíritu santo afirma que San José no solo no quiso castigarla, sino tampoco entregarla al público deshonor. “Ahí tienes a un varón filósofo, libre de la más tiránica de las pasiones”. Obra por encima de la ley; ante ese misterio José dio muestras de la más alta filosofía, pues no acusó ni deshonró a la Virgen, sino que solo pensó en abandonarla en secreto (Hom. in Mat, 4,4; PG 57,43-44).
Para poder comprender todo el sentido y contenido de estas palabras aplicadas a san José, es necesario recorrer los muchos lugares en que habla de la filosofía de otros personajes de la Biblia y aún de la hagiografía cristiana o de la filosofía cristiana... Así presenta a como modelo de una alta filosofía en su comportamiento ante las persecuciones del rey Saúl. “Y lo que hizo con Saúl no una ni dos veces, sino muchas ¡cómo muestra el culmen de la filosofía!
Hablando de los tres jóvenes hebreos echados por orden de Nabucodonosor en el horno de fuego, contrapone su condición de estar desprovistos de todo a la conducta y boato del rey que tiene riquezas, oro, fausto… dice que “les basta su filosofía y esta sola, la cual les hace brillar más que al que se ciñe de diadema y viste de púrpura y está rodeado de todo, a ellos que no tienen nada de esto” (Hom.in Mat. 4,3; PG 57,39). En medio de Babilonia exhibieron una suma filosofía.
Habla de la filosofía de Juan Bautista en el desierto y cuando baja a las ciudades baja como un ángel de los cielos, atleta en piedad, campeón del orbe y filósofo con una filosofía digna del cielo.
Al hablar de la filosofía de los Magos dice que ofrecen dones propio de la filosofía eclesiástica: el reconocimiento, la obediencia y la caridad al Niño Dios. (Hom. in Mat. 8,1;PG 57,83)
Recomienda la Vida de San Antonio Abad, escrita por san Atanasio y dice que “de ella se saca mucha filosofía (Hom. in Mat. 8,5; PG 57,88).
Afirma que una fuerza divina penetraba a los apóstoles y evangelistas para escribir lo que escribieron. “Porque de no ser así ¿cómo habrían podido enseñar tan alta filosofía un alcabalero, un pescador y un iletrado?” (Hom. in Mat. 1,4; PG 57,18). Claramente nos dice que la alta filosofía es la doctrina evangélica y la enseñanza evangélica. El Evangelio es la más alta filosofía. Por eso hablado de las enseñanzas de Cristo en breves y claras sentencias que nos enseñan lo que es justo y honesto y provechoso y todas las virtudes, dice que allí puede verse la altísima filosofía y que las armas de los soldados de Cristo “no están compuestas de acero y de hierro, sino de verdad, de justicia, de fe, de toda filosofía” (Hom in Mat. 1,6; PG 57.20).
Para él la humildades madre de todos los bienes, “es el principio de toda filosofía, igual que la soberbia es fuente de toda maldad” (Hom. in Mat. 3,6; PG 57, 38). Claramente nos dice que toda filosofía equivale a toda bondad.
De todos estos textos y otros semejantes podemos concluir razonablemente que cuando San Juan Crisóstomo habla de san José filósofo de su filosofía se refiere a su santidad de vida, a su bondad, a su grandeza espiritual. Quiere decir que San José ha vivido la enseñanza del Evangelio, su entraña y su esencia con una fidelidad y una intensidad únicas, que ha vivido a Dios Padre, a Jesús y María y a todos los hombres hasta el martirio. Ha vivido la justicia, en el sentido bíblico de misericordia, bondad, fidelidad, salvación, compasión, de una manera singular, ha vivido el reconocimiento de su Hijo como Salvador y Redentor y de su esposa como madre y virgen, la obediencia, sometimiento total del entendimiento y de la voluntad, al Padre del cielo con una intensidad y perfección íntegras. Ha llegado a la cima de la santidad evangélica, tal como la propone el Evangelio. En una palabra, San José poseyó y vivió en grado perfecto todas las virtudes excelsas, sencillas y evangélicas. Un santo en todo virtuoso, un santo en todo perfecto y cabal. Esta es la altísima filosofía de san José sobre todos los demás santos, después de la Virgen María, su esposa.
P. Román Llamas ocd