Elegido papa durante las persecuciones que
contra los cristianos había ordenado el emperador Decio, las extraordinarias
circunstancias de la misma fueron relatadas por el historiador Eusebio de
Cesarea quien en el tomo sexto de su obra Historia de la Iglesia relata cómo
estando reunidos los electores para seleccionar al sucesor del papa Antero, una
paloma se posó sobre Fabián, un granjero laico que se encontraba en Roma
accidentalmente y como simple espectador. El pueblo tomó esto como una señal
milagrosa de Dios que escogía a Fabián como su candidato e inmediatamente
procedieron a ordenarlo sacerdote y obispo.
Debido al crecimiento de Roma dividió la
ciudad en siete distritos poniendo a cargo de cada uno de ellos a un diácono
para su gobierno y administración. Consagró a varios obispos, entre ellos a San
Dionisio de París al que envió a misionar las Galias, y según la tradición,
Fabián instituyó las cuatro órdenes menores. Estableció que todos los años el
Jueves Santo fuese renovado el Santo Crisma y que se quemara el del año
anterior. También reguló que el Santo Crisma debería prepararse con aceite mezclado
con bálsamo.
San Fabián murió mártir el 20 de enero de
250, bajo la persecución de Decio y fue enterrado en la catacumba de San
Calixto.
El culto de San Fabián ha estado siempre
unido al de San Sebastián, ambos se celebran el 20 de enero, en la festividad
de los Santos Mártires.