28 de junio de 2014

El Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, inseparablemente Unidos en Nuestra Redención.


                                                        28 de Junio: Fiesta del Inmaculado Corazón de María.


“Y para que la devoción al Corazón augustísimo de Jesús produzca más copiosos frutos de bien en la familia cristiana y aun en toda la humanidad, procuren los fieles unir a ella estrechamente la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban íntimamente unidos el amor y los dolores de su Madre. Por eso, el pueblo cristiano que por medio de María ha recibido de Jesucristo la vida divina, después de haber dado al Sagrado Corazón de Jesús el debido culto, rinda también al amantísimo Corazón de su Madre celestial parecidos obsequios de piedad, de amor, de agradecimiento y de reparación”

-Encíclica Haurietis Aquas. 36.  del Papa Pío XII-

               
Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue intercediendo amorosamente en nuestro favor. El amor de su corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal a todo la humanidad que Jesús le confió en la cruz; y así la veneramos por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos la protección incondicional que en su vocación de Madre Universal nos puede brindar.

Venerar el Inmaculado Corazón de María es venerar a la mujer que está llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura para Dios. Su corazón puro siempre está lleno de amor por sus hijos. Por eso se representa rodeado de blancas rosas.  El Arcángel Gabriel al anunciarle a María la encarnación del Hijo de Dios no hizo otra cosa que cambiar un paraíso por otro. Venía del cielo y encontró en María un mar de gracia en su alma. Era un mar sin límites, ni profundidad, ni horizonte. Su gracia sólo conocía los límites del infinito. Por eso el Señor encarnó en Ella, Arca de la Nueva Alianza, en donde el cielo y la tierra se comprometieron en unas nupcias eternas, siendo María el diamante que brilló en el anillo de la humanidad. Dios nos prueba una vez más que su Amor se basa en su Misericordia, más que en su propia dignidad.

María continuó su fructífera vida mucho más allá del nacimiento del Hijo. Es precisamente a través de esta primera maternidad que ella la extiende para dar a luz a cada Cristiano, como miembro del cuerpo de Cristo. La maternidad física consumó en ella una ilimitada maternidad espiritual; de tal manera que cuando su Hijo recibe las súplicas de cualquier persona –trátese de fe, conversión o vocación, ella facilita el camino. Ella lo hace de una forma casi imperceptible, pero es la forma más poderosa. Establece un enlace entre los pecadores y su Hijo. No se coloca entre los dos como si fuera una tercera parte que pudiera oscurecer el acceso a la luz de su Hijo, sino que más bien clarifica todo y remueve todos los obstáculos que pudieran obstruir el acceso a la luz de su Hijo. Ella conoce todos los caminos que conducen a su Hijo, conoce todas las ‘curvas’ y desviaciones.

Con frecuencia, es Ella quien trabaja en la noche, en los intervalos, eliminando las dificultades de las tareas más abrumadoras en la vida. Muchas veces, nos encontramos en situaciones en que no es fácil discernir la voluntad de Dios. Recurrimos al consejo de un sacerdote, a un buen libro, a las oraciones y a otros recursos, pero todavía no hallamos la ‘entrada’, el punto clave de realización. En esos momentos, la vida cristiana puede parecer como una alta montaña que escalar, o un gran muro. Las conquistas temporales no bastan, a veces nos ‘dormimos’ en el camino, aún teniendo claro lo que debemos hacer y la transición parece indefinida. Es María quien puede apropiarse de la situación, plantearla, configurarla, para finalmente presentarla. Lo que se veía como un problema en la noche, tiene ya solución en la mañana. La intervención de nuestra Madre en el proceso permanece casi invisible, pero Ella lo logra, con el mismo poder con que formó al Niño Jesús.

 Veneramos el corazón que guarda todas las cosas de Dios en su Corazón y que nos ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón. María vivió con sus ojos puestos en Cristo. En Lucas 2, 19, el evangelista nos dice: “María por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.  Todas sus memorias estaban impresas en su corazón, de tal manera que reflexionaba en cada aspecto de su vida, junto a Jesús. Juan Pablo II, en su Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” (No. 11) escribe que esas memorias eran su propio rosario, que ella misma recitó ininterrumpidamente a lo largo de su vida terrenal. Aún hoy en día, los cantos gozosos de la Jerusalén celestial siguen siendo razones válidas para darle gracias y alabanza. Son fuente de inspiración para su propia intercesión maternal en favor de la Iglesia peregrina. Cuando rezamos el Rosario, entramos en contacto con estas hermosísimas memorias de su corazón y con la contemplativa mirada que brota desde su Inmaculado Corazón.

Es muy conocida la devoción a los 5 primeros sábados de cada mes. No obstante su efectividad, nuestra atención debe orientarse al mismísimo corazón físico, aunque esto no sea suficiente, pero debemos profundizar en lo que sugiere el corazón humano de María, que es un símbolo de expresión que nos recuerda y nos pone en contacto con la vida interior de María, sus alegrías y sus tristezas, sus virtudes y perfección escondida; pero sobre todo, su amor virginal a Dios, su amor maternal a su Divino Hijo y finalmente; su amor maternal y compasivo por sus miserables hijos aquí en el mundo. Nuestra devoción no puede ser efectiva si consideramos la vida interior y las bellezas de su alma, sin pensar en su corazón físico; tampoco podemos fragmentar la devoción considerando al corazón de María sólo como una parte d su cuerpo virginal. Los dos elementos son necesarios para la devoción, tanto como el cuerpo y el alma constituyen al ser humano.

La historia de la Devoción al Inmaculado Corazón de María está conectada en varios puntos a la del Sagrado Corazón de Jesús; sin embargo, tiene su propia historia. La atención de los cristianos fue atraída desde el principio por el amor y las propias virtudes del corazón de María. Los propios evangelios nos invitan con una exquisita discreción y delicadeza. También nos invitan a la compasión hacia Ella, sobre todo cuando se encontraba al pie de la cruz. La profecía de Simeón, Lc 2, 29-32 también contribuyó a promover su devoción con una de sus representaciones más populare: el corazón traspasado por una espada. San Agustín escribió que María no era una presencia pasiva al pie d la cruz; “Ella cooperó a través de la caridad en la obra de nuestra redención”.

El Magnificat, Lc 1, 46-56, nos arroja más luz sobre su corazón, a la vez que nos revela los elementos de la psicología mariana. Algunos Padres de la Iglesia son aportan profundas revelaciones sobre esta psicología:

1.       San Ambrosio. En su comentario sobre el evangelio de San Lucas donde escribe que María es el ideal de la virginidad.

2.       San Efrén. Nos ofrece un cántico poético sobre la llegada de los Magos y la bienvenida que los ofreció la humilde Madre. Poco a poco, en consecuencia de la aplicación del Cántico de la relación amorosa entre Dios y la bendita Virgen, el Corazón de María, llegó a ser para la Iglesia el corazón de la esposa delos Cánticos, así como también el Corazón de la Virgen Madre. También de otros libros sapienciales, se puede deducir que María, con sus encantos,  personifica la Sabiduría, madre del amor, del conocimiento y de la santa esperanza.

3.       La misma Santa Isabel la proclama bendita porque creyó las palabras del ángel. El Magnificat es una expresión de su humildad, al responder como mujer del pueblo.

4.       San León Magno dijo que através de la fe y el amor, Ella concibió a su Hijo espiritualmente, aún antes de recibirlo en su vientre.

5.       San Agustín. Escribió que María fue más bienaventurada al concebir a Cristo en su corazón, que al haberlo concebido en su vientre.

La devoción a su Inmaculado Corazón fue creciendo a lo largo de la historia. María tocó los corazones de muchos santos que también contribuyeron a extenderla: San Bernardo de Clairvaux en “De duodecim stellis”, del cual la Iglesia usa un extracto en el Oficio de la Compasión y de los Siete Dolores. El año 1080, San Anselmo de Lucca publicó sus meditaciones sobre el Ave María y el Salve Regina. Santo Tomás Becket también tuvo una profunda devoción a los Dolores de María. Santo Domingo, en el siglo XIII, creador del Rosario; “Las Revelaciones de Santa Brígida”, con su modelo místico de María, publicado en 1361; San Bernardino de Siena, absorbido en sus contemplaciones en el corazón virginal, en 1444; San Francisco de Sales habla de las perfecciones de este corazón, modelo del amor de Dios y le dedicó su “Theotimus”; este modelo influyó más tarde, en el siglo XIX, en San Juan Bosco para formular su modelo educativo, estableciendo que la educación es cosa del corazón.
San Juan Eudes

Fue en la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del XVII, precisamente cuando San Francisco de Sales publicaba extensamente sus obras, que también se extendió esta devoción con más fuerza. San Juan Eudes, en 1681, se dio  la tarea de propagar esta devoción y hacerla pública, además de proponer una fiesta en honor del Corazón de María, primero en Autun, en 1648 y después en varias diócesis francesas. Estableció varias sociedades para promover la devoción, habiendo publicado su obra  “Coeur Admirable” (Corazón admirable) en 1681.

El Sagrado Corazón de Jesús unido con el Inmaculado Corazón de María comparte su Triple Amor: Como símbolo de Amor Divino que comparte con el Padre y el Espíritu Santo; como símbolo de Amor Ardiente dentro de su alma, que enriquece la voluntad de Cristo, iluminando y gobernando sus actos mediante su conocimiento perfecto; en una manera más directa y natural, es el símbolo del Amor Sensible, ya que el cuerpo de Cristo fue formado por el Espíritu Santo en el vientre de la Virgen María, posee poderes absolutos de sentimientos y percepción, de hecho más intensos que los de cualquier cuerpo humano.

San Juan Pablo Magno plantea esta devoción con una radicalidad evangélica en su Carta Apostólica ‘Rosarium Virginis Mariae’: “El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros (cf. Ga 4, 19). Esta acción de María, basada totalmente en la de Cristo y subordinada radicalmente a ella, «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo».[20] Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus. Un lema, como es sabido, inspirado en la doctrina de san Luis María Grignion de Montfort, que explicó así el papel de María en el proceso de configuración de cada uno de nosotros con Cristo: «Como quiera que toda nuestra perfección consiste en el ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de la devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, nos une y nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo”.

-Yvette Camou-

Bibliografía:

Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer. 2008. Bilbao, España.

Bilton, William G. ‘Devotion to the Immaculate Heart of Mary’. Entry at the Catholic Encyclopaedia/New Advent. 
Robert Appleton Co. Updated. 2014.

Papa Juan Pablo II, ‘Rosarium Virginis Mariae’. Carta Apostólica.  16 de Octubre del 2002. Roma.

Papa Pío XII. ‘Haurietis Aquas’.  Encíclica. 15 de Mayo de 1956. Roma.

Peyton, Patrick. ‘Father Peyton’s Rosary Prayer Book’. Ignatius Press. 2003. Page 94.

Schaff, Philip (Editor); Dods, Marcus;  Cleveland, Rose Elizabeth; Shaw, J.F. Rev.  “The Complete Works of Saint Augustine: The Confessions, On Grace and Free Will, The City of God, On Christian Doctrine, Expositions on the Book Of Psalms, . [Kindle Edition]. Amazon Digital Services.  August 3rd, 2011.

Von Speyr, Adrienne. ‘Handmaid of the Lord’. Ignatius Press. 1985. Pages 12, 163, 164.