Las relaciones de santa Teresa con
san José es un caso típico para ver hasta qué punto una devoción sincera puede
llegar a hacerse experiencia sobrenatural, en la terminología de la Santa, que
lleva a penetrar en la intimidad más
familiar y profunda con la persona de quien se es devota. Así llega santa
Teresa a entrar en la comunión mas
íntima con san José, experimentando especialmente su paternidad y su
poder. Desde esta experiencia grita a todas las almas que sean devotas de
san José y que se encomienden a él, que
se verán muy favorecidas y aprovechadas en la virtud,
“En especial personas de oración
siempre le habían de ser aficionadas… quien no hallare maestro que le enseñe
oración, tome este glorioso santo por maestro y no erraré en el camino” (V
6,8).
Para santa Teresa los que se dedican
a la oración forman una categoría especial en la Iglesia de Dios, son los
siervos del amor (V 11,1); a ella pertenecen sus hijas las carmelitas
descalzas y los carmelitas descalzos y
cuantos se dedican de lleno a la oración. Para estas san
José es un maestro consumado.
La oración mental, según santa
Teresa, es tratar de amistad, estando
muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (V 8,5). ¿Quien es ese
que sabemos que nos ama? Es Jesucristo humanado. Para ella la Humanidad
sacratísima de Jesús, - toda mi vida
había sido tan devota de Cristo- es por quien nos vienen todos los bienes (V 22,4.6.7), el libro
verdadero donde ha visto y aprendido las verdades (V 26,2), con quien tenemos
que entablar, mantener, fomentar y cuidar al máximo la verdadera intimidad
interior. Nunca debemos apartarnos de ella. Sí, que Jesús es el amigo verdadero
al lado que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del
mundo (V22,7), compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue
en su mano apartarse un momento de nosotros, no queramos otro camino que Él (V
22,7), que en verlo cabe nosotros vemos
todos los bienes.
El camino de la oración debe llevarnos
a encontrar y vivir en comunión íntima con Jesús. De ahí la llamada de la
Santa: “Pues que mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais
a rezar? Representad al mismo Señor junto a vos y mirad con qué amor y humildad
os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen
amigo…¿Pensáis que es poco un tan buen amigo al lado? C 26,1)
La Santa, convencida por la propia
experiencia, que la oración es tanto más auténtica y santificadora cuanto es un
encuentro más íntimo con Jesús, un
encuentro en el que el alma “le está hablando y regalándose con él” (V 13,11),
exhorta ardiente y amorosamente a ocuparse” en que mire que le mira y le acompañe
y hable y pida y se humille y regale con Él y acuérdese que no merecía estar
allí…; hace muchos provechos esta manera de oración” /V 13,22)
Esta es la oración teresiana y en la
compañía e intimidad con Jesús humanado debe desarrollarse en sus
diversas etapas.”Acostumbrarse y enamorase mucho de su sagrada Humanidad y
traerle siempre consigo y hablar con él…Traer la preciosa compañía de Jesús
humanado con nosotros aprovecha en todos los estados y un medio segurísimo
para crecer en el amor e ir aprovechando
en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración y para los
postreros andar seguro de los peligros
que el demonio puede poner” (V 12,3). Así fue la trayectoria de su oración, de
la que es Maestra insuperable. (V 13,22)
Por eso, aconseja que, aunque se medite en otras verdades, pero es a condición
de que no se deje muchas veces la Pasión y la Vida de Cristo que es de donde
nos han venido y nos vienen todos los bienes (V 13,13)-
Si
esto es la oración para la Madre Teresa se explica y se comprende que proponga
a san José como Maestro insuperable de este camino. La vida de san José, su
predestinación, su vocación , su misión
está totalmente en la perspectiva de la compañía de Jesús y se concretan en
estarle siempre al lado, hablarle, regalarse con él. pedirle, servirle. Toda la
razón de su existencia es la vida de Jesús y para Jesús. Su verdadero
desposorio con María fue en atención a Jesús. La vida de José tiene su razón de ser solamente en Jesús: recibirle y
acogerle en el. seno de su esposa María y cuando nazca, ponerle el nombre tan
sublime de Jesús, cuidarle y velar por él, alimentarle, enseñarle, vivir en su
compañía e intimidad y defenderle ¿Quién podrá
comprender la intimidad dulce y suave, gozosa y dolorosa que vivió con
Jesús? ¿Quién podrá vislumbrar los la intensidad de amistad que se desarrolló
entre ellos y con María? Es un aspecto particularísimo de la vida de san José
que, desde san Bernardo, han tocado de mil ,maneras todos los que han escrito
sobre el santo Patriarca; los predicadores lo predicaban desde los púlpitos.
Santa Teresa, tan amiga de sermones, lo
oyó mas de una vez, “que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles,
en el tiempo que tanto paso con el niño Jesús, que no den gracias a san José,
por lo bien que les ayudó en ellos” (V 6,8).
Si en la oración, como trato de amistad con Cristo,
es aspecto esencial escuchar las palabras de Jesús, ver verdades, san José
escuchó muchas veces las palabras de su hijo Jesús, como María, que le calaban
hondo en el corazón y le iban
santificando más y más. Si a los
apóstoles, por ser sus amigos, (Jn 15,15) Jesús les descubre sus secretos ¿qué
secretos y verdades no descubriría a su Padre san José. Y ¡como escucharía san
José las palabras llenas de vida y de calor de Jesús! ¡Con que docilidad las
asimilaría, con qué amor las metería y las meditaría en su corazón! ¡qué
conversaciones mantendrían entre los dos y con María!
Toda
la vida de san José fue oración porque fue una vida en compañía de Jesús, de intimidad y familiaridad
singular con él. Nadie supo más y mejor que él de la oración trato de amistad
con Jesús, que por tanto tiempo trató con Jesús y María en una comunión y
comunicación única de amistad y de amor. José, como padre cuando era niño, como amigo y compañero cuando fue mayor,
vivió en una intimidad singular con él. Toda su vida fue contemplación, porque
escuchaba y acogía, meditaba y contemplaba las verdades de Jesús en su corazón.
Toda sus vida fue oración y contemplación vivida.. San José, dice el gran devoto
de san José el P.Gracián, aprendió la
oración de los dos más aventajados espíritus que jamás se pueden imaginar, que
son Jesús y María; en su compañía oraba, y a los mismos que mandaba como a
súbditos, rogaba como a Dios y Madre de
Dios, que este privilegio de oración ninguno lo alcanza. Realmente san José es
Maestro insuperable de oración