El 19 de marzo de 2013, el recién elegido
Papa Francisco pronunció su primera y riquísima homilía sobre san José, de la
que comenté algunos aspectos en la entrega anterior y ahora quiero seguir
comentándola.
San José no ha sido el amo y señor, sino el custodio del
patrimonio, recibido de Dios: Jesús y María. Y los ha sabido
custodiar de una manera admirable, porque ha sabido escuchar en cada momento la
voz de Dios y se ha dejado dirigir de la mano del Señor en todo. Si Dios le
habla en sueños es porque sabe que José está siempre dispuesto a escucharle y por eso ha sido
siempre sensibilísimo a las personas que el Padre del cielo le ha confiado. Ha
sabido leer con realismo los signos de los tiempos, y ha sabido estar
siempre atento a las personas a él confiadas,
tomando así las decisiones más sabias.
En el padre virginal de Jesús, en san José
encontramos y descubrimos el modelo de cómo responder a la vocación y a la
llamada de Dios, descubrimos las dos cualidades indispensables para responder a
la voz de Dios, cuando habla: disponibilidad y presteza. En la llamada para que
vaya a Egipto le dice el Señor por el ángel: José, toma a tu mujer y a su
hijo y vete a Egipto porque Herodes anda buscándole para matarlo. Se lo dice de noche, en
sueños, pero es muy grave lo que le dice, vale la vida del hijo que la
suya propia, y sin pérdida de tiempo, sin esperar al amanecer los
despierta, lo prepara todo de prisa y se ponen en camino del destierro.
La prerrogativa principal del obrar de san
José fue poner toda su vida al cuidado de su hijo. Se olvidó de sí mismo, de
sus proyectos personales, de sus aspiraciones humanas y ha puesto en el centro
de todos sus planes el bien de Jesús, Y así nos enseña a nosotros cómo
custodiar al prójimo que vive con nosotros en casa, en el trabajo, en la vida
ordinaria de cada día.
El Papa toca otro punto de la misión de san
José, aplicándoselo a sí mismo. San José es el modelo del poder, de la
autoridad vividos como servicio. San José es el padre de Jesús por su
matrimonio con María, es el esposo de María, la cabeza de la sagrada Familia,
le colocó Dios al frente de su Familia. Pero él vive esta
realidad como puro servicio. Tiene plena conciencia de que se le ha confiado la
Familia de Dios no para ser servido sino
para servir y lo vive con servicio amoroso y sacrificado. Dice
san Juan Pablo II en la Redemptoris custos “San José ha sido
llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús, mediante el
ejercicio de su paternidad, de este modo el
coopera en la plenitud de los tiempos en el gran
misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación. Ha hecho
de su vida un servicio, un sacrificio” a Jesús; “al haber hecho uso de su autoridad legal
que le correspondía sobre la Sagrada Familia para hacerle don
total de sí, de sus vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación
humana al amor doméstico con la oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de
toda capacidad, en el amor puesto al servicio del Mesías, que crece en su casa”
(RC 8). Para san José servir es reinar.
Recuerda el Papa que ha iniciado su ministerio
papal en la fiesta de san José y en íntima unión con ella. Este
ministerio comporta también poder, pero no debemos olvidar que el verdadero
poder es el servicio – la oración dominical y ferial XXVI del tiempo ordinario litúrgico
comienza: “Oh Dios, que manifiestas
especialmente tu poder con el perdón y la misericordia”- y
el Papa debe ejercer su poder en el servicio, que tiene su culmen en la muerte
en la cruz: no he venido a ser servido sino a servir y dar la vida en
rescate por todos (Mt 20,28); debe poner los ojos
en el servicio humilde, concreto, rico de fe de san José y como él abrir los
brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con ternura a toda la
humanidad, especialmente a los más pobres y necesitados, a los más
humildes, a los más pequeños.
La figura de san José, como custodio de Jesús
y de María, lo llena todo en la homilía del Papa. San José es el ideal de
virtudes y actitudes que tenemos que ejercitar, como custodios que somos de todos los bienes
de Dios, tales como bondad, ternura, amor, esperanza alegre y paciente,
servicio permanente, acudiendo especialmente a los más pobres, a los más
abandonados, a los más humildes, a los más desvalidos, a los pequeños.
Aprendamos estas virtudes en la escuela gratuita de san José y vivámoslas con entusiasmo en la vida de cada
día.
P. Román Llamas, ocd