P. Román Llamas
Martínez, carmelita descalzo, Licenciado en Teología (Universidad Pontificia de
Salamanca) y en Biblia (Instituto Bíblico de Roma), fue profesor de Sagrada
Escritura en diferentes centros teológicos. Colaborador en diversas revistas,
tanto científicas (en especial en Estudios Josefinos) como de alta difusión. En
la actualidad es director de la revista El Mensajero de San José. Centro
Josefino http://www.centrojosefino.com/
Vi este día en tele COPE una
entrevista a un sacerdote argentino, hijo de la Sagrada Familia que ha
trabajado codo a codo con el entonces Cardenal de Buenos Aires durante siete
años, y al salir en la marcha de la entrevista, la homilía del Papa Francisco en
la misa del día de San José, éste dijo que el Papa era un gran devoto de San
José.
Lo ha demostrado palpablemente
precisamente con esa homilía. Escogió él ese día, solemnidad de San José,
esposo de María y patrono de la Iglesia, para dar principio a su ministerio petrino.
Para él es una coincidencia muy rica de significado el comenzar su pontificado
en la solemnidad de San José. En la homilía San José lo llena todo, sólo haré
unas indicaciones. Comienza por el texto de San Mateo: José, hizo lo que el
ángel del Señor le había mandado y recibió a su esposa en su casa. En éstas
palabras se encierra ya la misión que Dios confió a José de ser custodio de
Jesús y María y José lo aceptó plenamente. José no habló, pero hizo, y con ésta
aceptación de las palabras de Dios hizo posible la realización del ministerio
de la redención y salvación, porque Jesús tenía que nacer de una virgen
desposada con un hombre llamado José (Lc 127). Resalta el esmero y amor con que
les acogió, acompañó y custodio y la bondad y ternura entrañables con que vivió
esta custodia, que arrancan de su corazón y su pluma: no debemos tener miedo a
la bondad y a la ternura.
Y esta custodia es un acto
continuado de servicio que es el verdadero poder. El poder es servicio. San
José sirviendo a María y a Jesús se convierte en el más poderoso, porque no hay
mayor ni mejor servicio que el que se da a Jesús y a María.
Y propone a José como ideal y
modelo de la custodia que todos tenemos que tener de los bienes que Dios nos
da, de la creación, del medio ambiente, de los demás, especialmente de los más
pobres y débiles.
Quiero añadir, como expresión de su
devoción a San José, el escudo que el tuvo como cardenal y que es el mismo que
ha adoptado como Papa, con algunas modificaciones, y en el escudo está presente
San José junto con la Virgen María. En la parte baja del mismo una estrella y
la flor de nardo, la estrella simboliza a María, mira a la estrella mira a
María, y la flor de nardo simboliza a San José, Patrono de la Iglesia
universal.
El hecho de compararle con el bueno
del B. Juan XXIII me hace concebir la esperanza de que este Papa va a hacer
algo especial por San José, como lo hizo Juan XXIII, introduciendo su nombre
inmediatamente después de la Virgen María en el canon de la Misa.
P. Román Llamas