Dios creó el corazón de José
en todo semejante al suyo, como Vicepadre de su Hijo Encarnado en la tierra. Su
corazón está hecho conforme al de Dios Padre, cuyo corazón rebosa ternura:
Acuérdate que tu misericordia y tu ternura son eternas (Salmo 23,6). Como
siente el padre ternura por sus hijos, así siente ternura por sus fieles.
(Salmo 103,). Es la ternura que sentía San José por su hijo Jesús. Desde que
nació en Belén lo rodeo de afabilidad y ternura, a la que el niño y joven Jesús
correspondía llamándolo Abba, Papá.
En el Espíritu Santo
encontró José la fuente del amor que regeneró y sublimó en su amor humano
paternal, haciéndole el más grande y poniendo en él toda aquella solicitud y
ternura que el corazón de un padre puede sentir y conocer. San José por obra de
Dios Padre y del Espíritu Santo es el más tierno de los padres. En su corazón
sembraron los sentimientos más ricos y nobles para con su hijo Jesús, el amor
más tierno y la ternura más amorosa, la bondad más dulce, la solicitad más
empeñada, la preocupación más constante, el cuidado y custodia más exquisitos.
La primera vez que José
sintió al niño Jesús llamarle Abba, Papá, su corazón estalló de ternura y sus
labios se hicieron un beso interminable y al mismo tiempo no ha podido menos de
decirle con la misma ternura a ese hijo que tiene en sus brazos, tan misterioso
por nacido del Espíritu Santo, tenoki, hijo mío.
La grandeza de San José es
la de su amor inmenso y su ternura incalculable de padre. En la familia de
Nazaret la imagen e idea que se tiene de San José es que es un verdadero Papá
para Jesús, que lo que se puede decir de más verdadero, de más bueno y de más
bello es que San José era tan bueno –qué bueno es San José, decía Santa
Teresita- tan tierno e intensamente amable que para el niño y joven Jesús era
la imagen de la ternura y bondad de su Abba, Papá del cielo. José era para
Jesús el icono de su Abba, Papá celestial, el rostro visible de su tiernísimo
Papá del cielo. La ternura con que José le trataba en todo fue el camino para
Jesús para descubrir día a día la ternura en que le envolvía su Papá del cielo.
Y en ésta ternura exquisita
que experimentaba Jesús de su padre José a diario y la familiaridad y confianza
con que le llamaba Abba, Papá está inspirada la oración cristiana del Padre
nuestro.