En el libro del profeta Isaías encontramos, en su inicio y casi al final, dos textos que nos iluminan de una manera concreta y práctica, de cual es la Misericordia que Dios quiere.
El primero de ellos está en el primer capítulo. Dios, por medio de Isaías, sorprende diciendo “estoy harto de holocaustos… no quiero más sangre”.
Pero… ¿qué no era eso lo que Dios quería?
Y Dios sigue “no me traigáis vanas ofrendas”.
Entonces… ¿Qué es lo que Dios quiere?
Él mismo responde:
“¡aprended a hacer el bien… socorred al oprimido!
Como si de un texto paralelo se tratara, aquello que en el cap. 1 ocurre con el culto en el cap. 58 sucede con el ayuno.
Dios lanza una grave acusación respecto de un ayuno revestido de religiosidad y respetabilidad pero que es falso: “el mismo día en que ayunáis, maltratáis a vuestros criados”.
Y pregunta: “¿Es este acaso el ayuno que yo amo?”.
Y nos podemos volver a preguntar: ¿Cómo es que Dios no está contento? ¿Qué quiere Dios?
Y Él vuelve a contestar:
“Este es el ayuno que yo amo: soltar las cadenas injustas, dejar en libertad a los oprimidos, compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo” .
¡Vaya, si está hablando de las obras de Misericordia!
Bien concreto y bien práctico, sin quedarse en simples teorías, en falsos cultos y ayunos.
El primero de ellos está en el primer capítulo. Dios, por medio de Isaías, sorprende diciendo “estoy harto de holocaustos… no quiero más sangre”.
Pero… ¿qué no era eso lo que Dios quería?
Y Dios sigue “no me traigáis vanas ofrendas”.
Entonces… ¿Qué es lo que Dios quiere?
Él mismo responde:
“¡aprended a hacer el bien… socorred al oprimido!
Como si de un texto paralelo se tratara, aquello que en el cap. 1 ocurre con el culto en el cap. 58 sucede con el ayuno.
Dios lanza una grave acusación respecto de un ayuno revestido de religiosidad y respetabilidad pero que es falso: “el mismo día en que ayunáis, maltratáis a vuestros criados”.
Y pregunta: “¿Es este acaso el ayuno que yo amo?”.
Y nos podemos volver a preguntar: ¿Cómo es que Dios no está contento? ¿Qué quiere Dios?
Y Él vuelve a contestar:
“Este es el ayuno que yo amo: soltar las cadenas injustas, dejar en libertad a los oprimidos, compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo” .
¡Vaya, si está hablando de las obras de Misericordia!
Bien concreto y bien práctico, sin quedarse en simples teorías, en falsos cultos y ayunos.
Con esta entrada acaba la serie de artículos sobre la Misericordia en el Antiguo Testamento. Pero seguimos... A partir de la próxima entrada de este curso trataremos de la Misericordia en los Evangelios
Y muy pronto la primera entrada del curso sobre el Ministerio Petrino que ya anunciamos en una entrada anterior
QUIQUE FERNÁNDEZ