María vivió junto a Jesús, y, sabemos, que
la vida se contagia cuando se vive tan cerca. Es lógico suponer que la santidad
del Hijo de Dios también llenó a María. Dios te salve, María. Llena eres de
Gracia… María vive paso a paso los acontecimientos de los primeros años de la
vida de Jesús. Es su Hijo y como Madre se preocupa de cuidarlo y protegerlo.
Pero cada detalle de Jesús es una
oportunidad para sus padres de aprender, de llenarse de Gracia, de recibir las
bendiciones del Padre Dios. María nos enseña a vivir dentro de los valores morales
que Jesús nos instruyó. Una persona que vive al lado de Jesús aprende y sabe
qué valores son buenos y cuáles no lo son. Su espiritualidad, recibida de Dios,
la hace sencilla, humilde y buena. María nos enseña a estar al lado de Jesús.
Porque estar al lado de Jesús es aprender
cada instante de nuestra vida a ser sencillo y manso como Él. Porque el estar
al lado de Jesús es ir tomando sus mismas actitudes y estilo de vida. Porque
seguir los pasos de Jesús es irnos conformando con su pensamiento y su amor por
todos los hombres. Porque conviene estar siempre al lado de Jesús y María, su
Madre, lo estuvo.
Por eso, María es Ideal de Santidad. Es
Madre que nos enseña a vivir santamente y a seguir a su Hijo. Pero, antes, María
experimenta el encuentro con el Dios Padre que la elige para ser la Madre de su
Hijo. Un encuentro de sencillez, de humildad, de obediencia y de fe. María brilla
para toda la eternidad porque ella, con su humildad nos enseña a ser santos. Bendita
Madre de Dios que con tu ejemplo y tu sencillez nos acerca a tu Hijo, fuente de
santidad y de amor.
Sigamos el ejemplo de María, el ejemplo de
estar con Jesús. La oración es la herramienta que nos permite estar a su lado constantemente.
Pero no le acompañemos adormecidos ni pasivos, sino con un corazón ardiente y disponible
a recibir su Gracia. Fijémonos en María.
Ella, siendo su Madre, también era su amiga, su discípula, su acompañante y dócil
a cumplir la Voluntad del Padre.