Sabemos que Jesús nos dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6), y, por consiguiente, su Madre, la Virgen, es la Madre de la Verdad y la Vida. Y es que la Virgen nos enseña en todo momento de su vida a su Hijo Jesús. Ella nos señala el camino, siendo avisada de su elección para ser la Madre de Jesús, de la humildad y el servicio, apresurándose a servir a su prima Isabel, de la que también el Ángel le había revelado que había concebido un hijo. No se jacta ni se llena de orgullo al ser la elegida, sino, todo lo contrario, se humilla ante Dios y corre humildemente a servir. Porque sirviendo empieza a manifestar el Reino de Dios y la cercanía de su Hijo.
Y así lo entiende Isabel que, sin saber nada, proclama la grandeza de María al descubrir su presencia en su casa: Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Y así lo entiende Isabel que, sin saber nada, proclama la grandeza de María al descubrir su presencia en su casa: Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Y María deja salir de su alma, ese canto,el Magnificat, en agradecimiento y alabanza al favor que le había concedido a ella y, por ella, a todo Israel. Madre de la Verdad, que nos enseña la Verdad y nos da el testimonio agradecido por ser la elegida. Y es que así debemos nosotros también actuar, agradeciendo al Señor todo lo que nos ha dado y para lo que nos haya elegido. De momento, donde estamos, sirviendo y siendo sal y luz.
María nos da la Verdad y nos la enseña, porque por ella llega Jesús, el Señor, Camino, Verdad y Vida. Y, en Él, ella también se hace camino. Camino por el que también nosotros, en ella, llegamos a Jesús. María, Madre de Dios y Madre nuestra nos acompaña y nos compromete uniéndonos a todos en un sólo Señor. Amén.