María, Madre de los mares y Madre de todos aquellos que pasan mucho tiempo de sus vidas surcándolos y arriesgando sus vidas. María, Madre a la que invocamos en esos momentos de riesgos y de peligros. María, Madre intercede por todos esos hombres, del color que sean, y ponlos en el camino de tu Hijo, Redentor y Salvador.
María, Madre del Carmen, bajo cuya advocación te veneran los hombres del mar, orienta el rumbo de sus naves por el verdadero camino de salvación, que desemboca en el puerto del Corazón de tu Hijo. María, Madre de todos los marineros y trabajadores del mar, abre los corazones de todos esos hombres y sus familias, para que, siguiendo tus mismos pasos acojan la Palabra de Dios, tal como tú, Madre, lo hiciste, y oriente sus vidas tras el rumbo que conduce a tu Hijo.
María, Virgen del Carmen, que el recuerdo de tu celebridad no sea una fiesta más, sino el comienzo de una nueva travesía. Quizás, la más importante de nuestra vida, y que sea capaz de orientar el rumbo de nuestra vida por el mar del amor y la misericordia que nos lleva al encuentro con tu Hijo Jesús.
Una travesía que, a pesar de las tempestades, embestidas y sacrificios, seamos capaces de sortear y soportar las olas de las tentaciones y sufrimientos hasta llegar al puerto donde podamos encontrarnos con el tu Hijo, nuestro Señor. El Mesías y Salvador del mundo.
María, Madre protectora, que tu fiesta sea una fiesta consecuencia de sabernos protegidos y acompañados por tu amor, y un camino, donde aprendamos de ti esa respuesta sincera, humilde y consecuente que diste al Señor. Y nos abramos a esa acogida de su Palabra, para responder como tú nos enseñas, con tu vida, a responder. Amén.