Tener una Madre en el Cielo es una Gracia de Dios. Uno se siente mejor cuando sabe que alguien que le quiere está en el Cielo. Es verdad que sabemos, por la revelación, que Dios nos quiere y nos salva por amor, pero, María, es la Madre de Dios, y la que ha dado su vientre al Hijo de Dios, hecho Hombre como nosotros.
María, que con su Hijo, emprendieron el camino de salvación para todos los hombres. María, elegida para ser corredentora con su Hijo, El Señor Jesús, y entregar su vida para, por la Gloria de Dios, salvar a todos los hombres. María, subida al Cielo por los méritos de su Hijo, y por su respuesta humilde y sumisa a la Voluntad de Dios. María, Madre de todos los hombres, espéranos e intercede por todos tus hijos de la tierra para que podamos un día encontrarnos contigo en el Cielo.
Madre, enseñanos a ser obedientes y perseverantes. Obedientes en verdad y justicia. Intercede para que sepamos discernir y separar lo que no debemos obedecer,de lo que sí debemos obedecer. Ayúdanos a vivir en la verdad, que se encuentra siempre en lo justo, y a saber distinguir la mentira, lo falso y engañoso. Madre, guianos a vivir en el estilo de tu Hijo, para que, llegada nuestra última hora, seamos también llevados al cielo para encontrarnos contigo.
Madre, acompáñanos como hiciste con la Iglesia de tu Hijo, reuniéndonos en torno a ti, para no dispersarnos ni separarnos. Y perseverar juntos y unidos, fortalecidos en la Palabra, en la oración y en el alimento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, a fin de que seamos convocados a reunirnos contigo y con Él en el Cielo.
Con esa alegría seguimos el camino de salvación marcados y señalado por tu Hijo, nuestro Señor Jesús, confiados en que, por la acción del Espíritu Santo, llegaremos un día también al encuentro en el Cielo contigo, Madre, junto a tu Hijo y Padre Dios. Amén.