El cansancio hace mella. Se me viene a la cabeza este pensamiento porque, mañana, reflexionaremos sobre la parábola de la viuda y el juez injusto. Y eso, la falta de insistencia es una de las debilidades que más padecemos. A veces me pregunto, ¿para qué hago esto, si nadie lo lee o lo hace con cierta indiferencia? ¿Para qué gastar tanto tiempo inútil? El diablo aprovecha muy bien nuestras debilidades y sabe mucho de esto y del momento oportuno en el que tiene que actuar.
La Virgen, nuestra Madre, sabe mucho de esto, porque su vida ha sido una experiencia de contra tiempos, dificultades y obstáculos. Supongo que, María, nuestra Madre del Cielo, tuvo una y mil veces estas tentaciones de abandono y de aparcar su camino. Supongo que en más de una ocasión pensaría vivir una locura o utopía. Supongo que tuvo que pasar, como lo hizo su Hijo más tarde, por el desierto y ser tentada. Y, supongo, que también nosotros tendremos esas tentaciones.
¡Qué, bueno es mirar en estos momentos para María! Porque, es nuestra Madre, y una Madre siempre está preparada para actuar y no se cansa nunca. Y actúa aunque siempre sea el mismo problema y la misma situación. María, nuestra Madre del Cielo, supo, y eso ya no lo supongo, sino lo creo firmemente, soportar todas las adversidades. Supo, creer firmemente en Dios y creer en su Palabra y en su presencia en cada momento de su vida.
María, es ejemplo, no sólo de Madre, sino de insistencia y perseverancia. María, sola ante la Cruz soportó la adversidad más absoluta e insuperable. Sola se mantuvo firme sin saber que iba a ocurrir, sin esperanza humana que pudiera soportar, no sólo la muerte de su Hijo, sino qué ocurriría después. María creyó, esa es la concusión. María perseveró y gozo las mieles del triunfo de la Vida sobre la muerte.
María, Madre del Cielo, intercede por nosotros y acompañanos a ser perseverantes y a insistir, sin perder la fe, siguiendo tu ejemplo, a sostenernos en la lucha de caminar insistiendo y perseverando. Amén.