La relación se fundamenta en la verdad, y la verdad excluye la mentira. Un amor vivido en la mentira no es amor. Será pasión, interés, satisfacción, gusto o conveniencia, pero nunca verdadero amor, pues el verdadero vive de y en la verdad.
Y cuando la unión está apoyada en otros intereses que no sean la verdad, la lealtad y fidelidad, se desmorona y busca, como nos dice el Papa Francisco, sucedáneos, componendas y mediocridades que no terminan por llenarnos y que pierden su propio sentido.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles, 24 de octubre de 2018
Queridos hermanos:
Hoy dedicamos la catequesis al sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”. Esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, pues no hay auténtica relación humana sin lealtad y fidelidad. No se puede amar solo cuando “conviene”. El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida. Así, se sobrevalora la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada para preparar el camino a una relación personal auténtica y fiel.
La vida conyugal requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la relación. Los novios, para acceder al sacramento del matrimonio, tienen que madurar la certeza de que no basta solo con la buena voluntad, sino que se han de apoyar en el amor fiel de Dios. Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y en especial a los participantes en el Encuentro sobre la doctrina social de la Iglesia, organizado por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y madre nuestra, que nos ayude a todos, y de modo especial a los jóvenes, a saber descubrir y vivir la belleza del amor humano como una llamada a la entrega y a la donación total de sí mismos, libre de egoísmos y superficialidades. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.