10 de noviembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hay momentos, nos dice el Papa, que nuestra vida se apaga, se apacigua de tal manera que experimentamos la sensación de quedarnos solos ante el peligro. Quizás, continua el Papa, nos sucede como a los discípulos en la barca y frente a la tormenta. Pensamos que el Señor duerme, no está o se ha ido. Nada de eso. El Señor nos ve, sabe de nuestras dificultades y está a nuestro lado. Tengamos la confianza de llamarlo y de recurrir a Él, tal y como nos dice el Papa Francisco.
 
 

 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 10 de noviembre de 2021

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Catequesis 15. No nos dejemos vencer por el cansancio

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy concluimos las catequesis sobre la Carta del Apóstol san Pablo a los gálatas. En ellas lo hemos visto como evangelizador, como teólogo y como pastor que sabe escuchar la Palabra de Dios, incluso en el silencio de las obras que Jesús cumple. Con intuiciones muy originales nos ha presentado la fe en Cristo, no como algo que nos apacigua y aplaca sino como un revulsivo que nos llama como comunidad a abandonar el pecado para seguir la vida del Evangelio.

De esta enseñanza del Apóstol nace el entusiasmo, que nos lleva a abrazar el camino de la libertad bajo la guía del Espíritu. Pero ante las dificultades puede surgir también un cansancio que frene ese entusiasmo y nos hace sentir como los discípulos que estaban en la barca aquella noche de la tormenta, mientras el Señor dormía y parecía no importarle el peligro. En esos momentos, tenemos que avivar nuestra fe, despertar a Jesús que duerme en nuestro corazón y escuchar su voz que nos habla. El Señor ve más allá de la tormenta y, a través de su mirada serena, podremos contemplar el panorama de forma distinta.


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a pedir con confianza al Espíritu Santo que ayude nuestra debilidad, lo podemos hacer con la oración que nos propone la liturgia el día de Pentecostés y que empieza así: «Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido. Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo». Nos hará bien recitarla frecuentemente, nos ayudará a caminar en la alegría y en la libertad. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.