Sé que en el corazón de Dios quedará grabado ese día en el que me levanté por encima de los peligros que acechaban mi ánimo y me mantuve en pie mirando al cielo. Él conocerá mis renuncias silenciosas, sabiendo que así estaba cambiando el mundo, aunque nadie lo viera. Conservará en su corazón esa paz que mantuve en medio de guerras que no lograba apaciguar, cuando todo parecía tambalearse. Retendrá esas miradas mías que no sé bien cómo lograban levantar a los caídos que anhelaban encontrar misericordia. Recordará cuando logré callar para no herir con palabras y cuando hablé bien de quien no me quería. Guardará en su memoria mis soledades llenas de su presencia, esos espacios vacíos en los que yo habitaba, abrazando a escondidas al cuerpo vivo de Cristo. No se quedará en mis errores y caídas. Mis heridas y dolores. Verá toda mi vida con admiración y me dará todo su amor. Es la huella que más me importa, esa huella que Dios ve oculta en los pliegues de mi historia que tal vez solo Él y yo sabemos. Porque lo que no se cuenta, no por no ser contado no existe.
(sermonje.eu)