Tengo sed de un Dios que no me abandone, sed de sus abrazos y su voz que calma.
Tengo sed de palabras que siempre se comprendan. De silencios que acojan. De presencias que llenen de alegría la vida.
Sed de mi pasado y de mi futuro, cuando el presente quema o duele por dentro. Tengo sed de una hondura de la que carezco cuando me desparramo en pantallas que me sacan del centro. Sed de navegar dentro de mi alma encontrando respuestas a preguntas y aún más preguntas sin respuestas.
Sed de soñar de nuevo con una vida plena cuando siento que aún estoy tan lejos. Sed de ese Dios que me habla en el silencio para calmar todos mis miedos y sinsentidos.
(sermonje.eu)
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.