Jesús abre las puertas de nuestros miedos, incertidumbres, tribulaciones, y nos regala la paz. Nos habla de un Dios con entrañas, que abraza, que tiene corazón.
Viene a nuestro encuentro. Viene con la paz y la alegría, dones para una Iglesia resucitada, para una humanidad levantada. Las dificultades de la vida nos paralizan, pero no impiden el movimiento hacia Jesús. Nuestro espacio, nuestros tiempos los puede llenar él de vida. Entra, Jesús, hasta el fondo y llénanos de paz, de misericordia y compasión.
ORACIÓN II DOMINGO DE PASCUA.
Jesús, te pones en el centro, eres una fuente de vida. Tú nos das la paz. Vuelves la noche mediodía. Tu costado abierto nos muestra tu amor sin límites. Tus manos nos dan fortaleza para continuar la obra de tu amor. Con el apóstol Tomás te decimos: «¡Señor mío y Dios mío!». Tócanos con tu vida, Jesús, con el amor. Tocamos a los demás con ese amor. ¡Aleluya!