Señor, de nada me
valen mis oraciones, mi piedad y todas las prácticas que haga si no amo como Tú
me amas. Tú y el Padre están unidos en el Amor hasta el punto de ser uno en dos
Personas. Tú, Señor, haces la Voluntad del Padre. Danos, Señor, la capacidad
de, injertados en Ti, esforzarnos en hacer tu Voluntad que, por supuesto, será
también la Voluntad del Padre.
Tú lo sabes, Señor, pero yo quiero decírtelo hoy y cada día: somos débiles y frágiles ante las seducciones de este mundo. El demonio nos puede, el mundo nos seduce y la carne nos tienta. Danos, Señor, esa firme voluntad para no desfallecer, caminar injertado en Ti y abierto a la acción del Espíritu Santo sabiendo que abierto a tu Palabra saldremos vencedores. Amén.