Buenos días, Jesús. Quiero empezar mi día con la atención puesta en ti. Pero no una atención cualquiera, sino una atención amorosa, como nos enseña san Juan de la Cruz. Sé que tú eres siempre el primero en preocuparte por mí, en mirarme con amor. Ahora yo quiero darte mi respuesta. Consciente de tu presencia y de tu amor, quiero responder con mi amor. Que el Espíritu Santo me ayude a darte la respuesta que estás esperando de mí.
Señor, tú sabes exactamente qué es lo que necesito, pero esperas que me acerque a ti y con confianza te pida lo que creo necesitar. Por eso te suplico el don de una fe viva, que no olvide nunca que tú eres mi amigo fiel, que eres el compañero que va conmigo siempre, que velas continuamente sobre mí. Que sepa tocar tu corazón con mi fe. Jesús, te pido una fe que toque y transforme mi vida entera. Y te pido por tantos enfermos que no buscan en ti su consuelo, su fuerza, su salvación. Amén.