Señor, no te da igual si te busco o no, no te da igual si estoy triste, no te da igual si estoy en medio de una tormenta. No te da igual cómo me pesan mis errores, no te dan igual mis heridas. No te da igual si estoy cerca o lejos, No te dan igual mis sueños. No te doy igual, te importo.
Me recibes como soy, con mis errores y aciertos. Siempre con alegría y la mirada tierna. Te importa cómo estoy, cómo me siento, me das aliento a través de pequeños detalles. Te importa hacerme saber que tu amor y tu misericordia son más grandes que cualquier daño que cause y que justamente, el perdón, aunque nazca del dolor, es una fiesta de reencuentro entre dos amigos que se aman, pero sobre todo entre yo que amo cómo puedo, y Tú Señor, que me amas incondicionalmente. Amén.