Te doy gracias de todo corazón, Señor, Dios mío, te diré siempre que tú eres amigo fiel. Me has salvado del abismo profundo, y he experimentado tu misericordia. Me has librado de los lazos de la tentación, y he experimentado tu misericordia. Me has hecho revivir, volver al camino, y he experimentado tu misericordia. Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos. Has abierto mis ojos y mis oídos para ver y escuchar a quién me necesita. Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo. Me alegro porque eres piadoso y paciente. Me alegro porque eres misericordioso y fiel. Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza. Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina