Navidad es un canto de luz que rompe las tinieblas, un tiempo en el que el cielo y la tierra se encuentran para celebrar el mayor regalo: el nacimiento de Jesús. Él, el Emmanuel, el dios-con-nosotros, abraza nuestra carne, elige la humildad de un pesebre para recordarnos que su amor no depende de grandezas, sino de la sencillez de un corazón abierto. Su luz no solo ilumina, sino que nos busca y nos encuentra, allí donde estamos, en nuestras alegrías y en nuestras luchas, en lo que hemos logrado y en lo que todavía anhelamos. Esta luz no brilla desde lejos; es una luz que entra en nuestras vidas y transforma todo desde dentro. Hoy, al encender una vela, deja que ese gesto sea un símbolo de tu deseo de abrir tu corazón a la luz de Cristo. Piensa en cómo puedes ser también reflejo de esa luz para quienes están en oscuridad: en los pequeños gestos de amor, en palabras de consuelo, en el abrazo y la sonrisa. Sé navidad para los demás. "Señor, ilumina mi corazón con tu luz y hazme reflejo de tu amor para quienes más lo necesitan. Gracias por venir a encontrarnos en nuestra humanidad y por hacerte presente en lo sencillo y cotidiano. Ayúdame a caminar en tu luz cada día." Amén.
26 de diciembre de 2024
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