Si, realmente son impulsos, y cuando hablo de impulsos, recuerdo a santa Teresita de Lisieux. Ella definía la oración: "Para mí, la Oración es un impulso del corazón".
Algo parecido experimento yo cuando al calor de un comentario o compartir en diálogo con otros surge en mí el deseo irrefrenable, como un impulso, de abrirme y derramar mis sentimientos extasiado de gozo en la presencia del SEÑOR. Y, en muchas ocasiones, como esta, esa palmadita del comentario o la vivencia experimentada, impulsan, por medio del ESPÍRITU, a la reflexión inmediata.
Ahora puedes ser tú, o mañana esa lectura o cualquier cosa. Todo provoca en mí impulsos de cantar la Gloria y Alabanza del SEÑOR, porque en ÉL está contenido todo. Por eso defiendo tanto el compartir, el implicarte, el estar y participar, porque sólo así tu fe y confianza en el SEÑOR empieza a despertar, se afirma y fortalece. Sólo caminando se hace camino, ya lo dijo el poeta, pero el caminar empieza por dar el primer paso, y luego el segundo, y así...
Surgen los comentarios como gotas de agua que, abierto el corazón, se derraman como llovidas del cielo. Me salen como si dentro estuvieran esperando el momento. Luego, pasados unos segundos todo queda como un sueño, como un impulso que deja, eso si, un regusto a paz y bienestar. Sería incapaz de volverlo a repetir.
Experimento que no soy yo quien escribe y piensa, porque, entre otras cosas, soy el primero que me extraño de mi escritura y reflexión. Ahora, estaba preparado para ir a caminar, el paseo que abre mi alma cada día, junto a mi perro Pelayo, al que tengo algo descuidado, y, ese comentario de donjoan ha provocado este impulso de dar gracias a DIOS por todo lo recibido, y de estar dispuesto a servirle con todo mi corazón. Y, para no dejarlo escapar, lo he derramado en esta humilde reflexión. Eso sí, al menos es lo que quiero aunque mis sentimientos me tienten a otra cosa, para Alabanza y Gloria del SEÑOR.
Experimento la Gracia de sentirme dirigido. Al menos eso quiero yo, entregarle mi vida y que sea el ESPÍRITU SANTO quien me lleve y me ordene. Sé, como decía Pablo, de quien me fío, y lo ordenado será lo mejor para mí. Porque, ÉL, mi PADRE, sólo busca mi propio bien y mi felicidad plena y eterna.
Puedo pensar, a veces salta la duda, que he perdido mi libertad, pero no, al contrario, en sus Manos la gano, porque lo alumbrado es lo que me ayuda a ser yo mismo, a vencer mis propios egoísmos, a olvidarme de mí por el otro, a si esperarlo, ser amado y apreciado por los demás.
Ahora, una vez más, no sé de donde ha salido todo esto. Supongo que estaba dentro, y por la Gracia de DIOS, y a impulsos del ESPÍRITU SANTO, sucitado por muchos de ustedes, ha sido derramado para Gloria de DIOS, nuestro PADRE del Cielo que derrama bendiciones sobre todos sus hijos. Por todo ello, y en comunión con todos ustedes, mis hermanos, con el Papa Benedicto XVI a la cabeza, doy gracia a DIOS por su Iglesia.
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