“Toda la historia de los Cristianos en el Medio
Oriente ha sido marcada y ha fructificado por la sangre de los mártires de
muchas persecuciones. Recientemente, el Padre Murad me estuvo enviando mensajes
que mostraban que estaba plenamente consciente de que vivía en una situación
muy peligrosa y ofreció su vida por la paz en Siria y en el mundo”.
-Arzobispo Jacques Behnan Hindo,
Titular de la Arquiparquía
Sirio-Católica en Hassaké-Nisibis-
Con estas palabras describió el Arzobispo a la agencia
Fides los acontecimientos ocurridos en el norte de Siria el domingo 23 de Junio
pasado, cuando el Padre Murad y otros dos cristianos más fueron brutalmente
decapitados por rebeldes sirios, en Gassanieh. Estos hechos fueron confirmados
por el Custodio de Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, OFM, quien exhortó a
los fieles a orar para que se acabe este vergonzoso conflicto y la gente logre
tener una vida normal. El Padre
François, de 49 años, había iniciado su vida religiosa con los frailes
franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, donde se había refugiado y
continuaba identificado con una estrecha amistad espiritual con ellos, aunque
no era franciscano. Después de haber sido ordenado sacerdote, inició la
construcción de un monasterio dedicado a San Simón ‘le styliste’, en el poblado
de Gassanieh. Al iniciar la guerra civil en Siria, el monasterio fue
bombardeado y el Padre Murad se mudó al convento de la Custodia por razones de
seguridad y para brindar apoyo a los pocos que quedaban, así como también a
otros religiosos y religiosas. De acuerdo a fuentes locales, el monasterio fue
atacado por militantes ligados al grupo jihad Jabhat al-Nusra.
El conflicto armado en Siria es una monumental torre de Babel erigida como un ataque frontal a la libertad religiosa. Podemos compartir la convicción de que la libertad religiosa es un derecho humano fundamental, un bien social, fuente de estabilidad y un componente clave de la seguridad internacional y nacional. La Religión es un fenómeno global y todas las naciones se esfuerzan por acomodar su propia diversidad religiosa. Si una nación no logra este propósito, no sólo peligra la libertad religiosa, sino también las libertades civiles, ya que donde no hay libertad religiosa, no pueden subsistir las libertades civiles, independientemente de lo que marque la Constitución.
En el caso de Siria, existen
ciertas provisiones legales y constitucionales, pero estas no constituyen una
garantía de libertad. Similarmente a lo que ocurre en varios países del Medio
oriente y el Norte de Africa, las leyes de blasfemia y apostasía son aplicadas
de una forma discriminatoria. Con frecuencia, estas leyes se usan para reprimir
a los disidentes u oponentes políticos, para hostigarlos, acosarlos y para
resolver venganzas personales. La violencia sectaria también es rampante en
Siria. El Departamento de Estado de Estados Unidos reportó a un sub-comité del
Senado Norteamericano que la violencia sectaria se incrementó en el 2012,
escalando el conflicto a un saldo de 35,000 muertos.
La constitución provee libertad
de culto –que no es lo mismo que libertad
religiosa- siempre y cuando no haya disturbios en el orden público. Esta
legislación le ha permitido al gobierno aumentar el espionaje y la persecución
de los miembros de cualquier grupo que pueda ser considerado ‘una amenaza’,
incluyendo a miembros de la mayoría Sunni. Los arrestos, pueden incluir tortura
y asesinatos. El régimen persiguió a los ciudadanos en base a su afiliación
religiosa en comunidades como Homs y la rural Aleppo, donde solían habitar
entre Sunnis y Alawis, gran cantidad de Cristianos, que ya las han abandonado.
Homs fue una comunidad que acaparó mucho la atención a nivel internacional,
donde vivían unos 80,000 cristianos y hoy en día viven menos de 60. La
oposición al gobierno empezó con protestas por abusos, pero el régimen muy
pronto respondió asociando a los rebeldes con facciones extremistas islámicas.
La mayoría Sunni empezó a asociar a los Alawis con el régimen, a la vez que
culpaba a los Alawis por la brutalidad y las matanzas de civiles, de tal
manera, que no se puede tomar partido en el conflicto. También los takfiri y
wahabbis han
matado a muchos cristianos, mientras que el ejército sirio busca contener la
violencia de estos grupos.
¿En dónde quedan los religiosos
y las poblaciones Cristianas? En categoría de ciudadanos desprotegidos y virtualmente
viviendo en fuego cruzado. Mientras la Iglesia brinda protección y ayuda a la
población musulmana a través de sus
hospitales, escuelas e instituciones, las leyes islámicas no respetan las
libertades civiles de los Cristianos ni les brindan una ciudadanía completa; no
obstante que como resultado de los mismos conflictos dentro del mundo árabe,
los religiosos son los primeros en auxiliar a los niños, a las mujeres y a los
huérfanos. A esta categoría pertenecía el Padre Murad. Sin embargo, el Papa Benedicto XVI visitó Líbano y confrontó este reto con valentía y caridad. Su mensaje a los jóvenes fue dirigido a todos los jóvenes de Medio Oriente.
El
Patriarca Maronita de Líbano, Bechara Rai dijo en una entrevista con Radio
Vaticana en Octubre del 2011 que debido a que no es reconocida la libertad de
conciencia, había muchas conversiones secretas al Cristianismo en los países
árabes. Concedió que la ‘Primavera Arabe’ es una gran promesa, pero debe
adoptar una separación entre religión y estado. Es necesario que los valores de
la democracia y los derechos humanos se implementen. El Cristianismo sostiene
estos valores y se puede evangelizar para que el Islam y otras religiones lo
hagan, ya que de no ser así, se presentan los conflictos, las guerras civiles,
tales como la de Iraq y eso puede conducir a más fundamentalismo, que termina
por dañar a todos. No habrá paz hasta que el Cristianismo y el Judaísmo logren
impulsar un verdadero diálogo, que debe basarse en valores civiles y no en
criterios religiosos, como sucede en los regímenes teocráticos islámicos.
A
principios de este año, el Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad
Twal hizo un llamado en Radio Vaticana a hacer frente a la intolerancia en
Medio Oriente, explicando que esa tierra se ha convertido en su totalidad, en Iglesia del Calvario,
asegurando que la situación en Siria es aún peor, que no debemos permanecer
callados y esa violencia merece ser condenada. Aseguró que “lo
peor en Siria es la incógnita de lo que vendrá después de la guerra, no sabemos
lo que pasará. Hay un plan internacional para cambiar la situación, pero sobre
lo que realmente ocurrirá después hay un silencio total”. Por supuesto que el Patriarca no
se refiere a la geopolítica, sino concretamente a la paz y a la integración de
las comunidades. Sin los valores de la democracia, la violencia persistiría
aunque intervinieran otros países, que por lo general tienden a facilitar armas
a ciertos grupos que operan como guerrillas. La paz sólo nace desde el interior
de los corazones y se va difundiendo a través de las familias y comunidades, en
un contexto de respeto y tolerancia. La paz jamás ha podido subsistir por
control o imposición. Tan sólo recordemos que Stalin no pudo lograrlo; ni
Hitler; ni los gobiernos comunistas que existieron en la Guerra Fría, ni Tito
en Yugoslavia; ni las repúblicas islámicas.
La
Iglesia del Calvario puede dar frutos y la sangre de
sus mártires puede ser semilla para la evangelización, la fe y para las
vocaciones. El testimonio del Padre Murad nos brinda una luz de esperanza. Su
misma vocación fue producto de esta Iglesia del Calvario. Su acercamiento a los
franciscanos en Tierra Santa lo condujo hacia Jordania e Israel. De Jordania es donde provienen la mayoría de
los sacerdotes y seminaristas cristianos de la región. Es el único país, fuera de Israel, donde
existe estabilidad para refugiar Cristianos y no Cristianos, que llegan a
buscar trabajo. Tenemos que cuidar la Iglesia del Calvario de esa región. Si Jordania e Israel dejaran de ser refugio para
estos cristianos, ¿A dónde irían? ¿A Irán? ¿A Arabia Saudita? Ante el temor por
la presión musulmana en la zona, es algo que debiera preocuparnos como
Cristianos.
El Padre Murad supo
atender el llamado de Dios, hasta dar su vida. Nuestros gobiernos,
instituciones y nosotros mismos, estamos muy cómodos como espectadores viendo
hacia el ‘teatro’ de la Iglesia del Calvario. La prensa se limita a reportar
que murió en un ataque cuando existe un video que prueba que fue decapitado, difundido por LiveLeak.com. Aún la prensa Católica ha fallado en condenar enérgicamente esta matanza, se ha limitado a reproducir los reportes de la prensa ´progresista´, sin cuestionar tendencias. No
hemos reconocido que es el atrio de nuestra misma Iglesia. Antes de visitar
Líbano el 2011, el Papa Benedicto XVI publicó una valiosa exhortación
apostólica llamada ‘Ecclesia in Medio
Oriente’. Es hora de retomar ese texto y apropiarnos su contenido y seguir
ese mapa para configurar el territorio que ocupan nuestros hermanos Cristianos
en Medio Oriente. En dicha exhortación escribe: “La libertad religiosa es la cima de todas las
libertades. Es un derecho sagrado e inalienable. Abarca tanto la libertad individual
como colectiva de seguir la propia conciencia en materia religiosa como la
libertad de culto. Incluye la libertad de elegir la religión que se estima
verdadera y de manifestar públicamente la propia creencia.
Ha de ser posible profesar y manifestar libremente la propia religión y sus
símbolos, sin poner en peligro la vida y la libertad personal”.
-Yvette Camou-
Bibliografía:
Benedict XVI, Pope. “Ecclesia in
Medio Oriente”. Post-Synodal
Apostolic Exhortation. September 14th, 2012. Punto 26.
Posner, Richard
& Becker, Gary. “The Middle East Uprisings, their Economies & the World
Economy”. Foreign Policy Review. March
2011.
Wooden, Cindy.
“Syrian Priest dies during rebel attack on Franciscan Convent”. CatholicHerald.co.uk.
June 25th, 2013.