Lo normal en el hombre es amar, y cuando no lo hace está enfermo, necesita al Médico del Amor para que le implante un corazón nuevo que ame profundamente, hasta aceptar la vida que nace del verdadero amor, a sus propios hijos.
Dios te quiere tal y como eres, tal y como has nacido. Y no eres perfecto, cometes muchos errores y haces cosas que no están bien. Sin embargo, Dios te acepta tal y como eres, con tus imperfecciones y rechazos. ¿Por qué no aceptas tú a tus hijos también a pesar de sus defectos?
¿Quién puede levantar su mano y atestiguar por la
perfección de su familia? Nadie está exento de pecado, y en toda familia hay
ovejas negras. Sin embargo, a la hora de hablar de la familia se esconde lo
negro y se luce lo blanco y hermoso. En la familia de Jesús hay de todo, y de
todo se habla. No se esconde nada.
Porque Jesús es el Inmaculado, el sin pecado y
nada tiene que esconder aunque haya elegido a una familia normal para habitar
con los hombres. Él es el Liberador y nace para limpiar a los hombres de sus
pecados y darle, con su Muerte y Resurrección, vida eterna. Jesús es fuente de
vida.
Y la vida es fuente de salvación cuando se
respeta y se ama. El amor no es otra cosa que buscar el bien de la otra
persona, y se busca el bien cuando se le respeta su vida, sus derechos, su
dignidad de hijo de Dios, su llamada a ser feliz y gozoso en la Casa del Padre.
Cuando se ama la vida aflora y se descubre hermosa y gozosa, porque el amor la
viste de colores de justicia y de paz.
Sólo la vida, a la cual Jesús se somete por
Voluntad del Padre, es el punto de partida para nacer al Amor y la Justicia del
Reino de Dios. Respetar la vida es empezar a Amar al estilo de Jesús.
Salvador Pérez Alayón