El capítulo 6 de la Vida de santa
Teresa, el libro de las misericordias de Dios sobre ella, “su alma”, es un
panegírico vivo breve, pero muy denso sobre san José. La exposición sencilla,
realista de una de las grandes misericordias de Dios para con ella. Dios hizo
cosas grandes en ella. Que le regaño por medio de san José, su Padre y Señor.
para mí el mejor panegírico que se ha escrito en lengua española en honra de
san José. Y loes porque está escrito desde una experiencia singularísima de la
protección y ayuda de san José. Como
ella dice: “No dirá nada que no haya experimentado mucho” (V 18,8). Ella cundo
escribe esta pagina autobiográfica ha experimentado mucho a san José, su
presencia, su ayuda, su protección: “no recuerdo hasta ahora haberla suplicado
cosa que la haya dejado de hacer” (v 6,), “Paréceme ha algunos años que cada
años en su vida, le pido una cosa y siempre la veo cumplida”(V,6,7).
Y entre las cosas, las gracias que
le concedió encontramos la curación de una gravísima enfermedad. Para ver la
grandeza del milagro es necesario leer la descripción que ella anos hace de su
enfermedad: “Quedé de estos cuatro días de paroxismo de manera que solo el
Señor puede saber los incomportables sufrimientos que sentía en mí. La lengua
hecha pedazos de mordida, la garganta de no haber pasado nada y d la gran
flaqueza que me ahogaba, que aún el agua no podía pasar. Toda me parecía estaba
desconyuntada, con grandísimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un
ovillo, porque en esto paró el tormento de aquellos días, sin poderme menear ni
brazo ni pie ni mano ni cabeza, más que si estuviera muerta, si no me meneaban;
solo un dedo me parece podía menar de la mano derecha. Pues llegar a mí no
había cómo, porque todo estaba tan lastimado que no lo podía sufrir. En una
sábana, una de untado y otra de otro, me meneaban” (V 6,1). Di luego tan grabo
risa de irme al monasterio, que me hice llevar así. A la que esperaban muerta, (ya la habían abierto la sepultura en el
monasterio en los cuatro días de paroxismo en que todos, menos su padre la tenían por muerta), la
recibieron con alma, pero el cuerpo peor que muerto para dar pena verle. El
extremo de flaqueza no se pede decir, que solo los huesos tenía ya. Digo que el
así me duró más de ocho meses, el estar tullida, aunque iba mejorando, más de
tres años…Cuando comencé a andar a gatas alababa a Dios.. Todo lo pasé con gran
conformidad, y si no fue estos principios, con gran alegría., porque todo se me
hacía nonada comparado con los dolores y tormentos del principio (V 6,5-6).
En situación tan angustiosa y
dramática ¿a quién acude? “Como me ví tan tullida y en poca edad (213-24 años) y cuál me habían dejado los médicos de la tierra, determiné acudir a
los del cielo para que me sanasen…. Y tomé por abogado y señor al glorioso san
José y encomendéme mucho a él” (V 6,5-6).
Aquel acontecimiento singular se
tuvo como un milagro de san José. Así en varias declaraciones para su
beatificación y Canonización. Y, sin duda, la primera que lo tuvo como un
milagro de su Padre y Señor san José fue
la misma santa Teresa, y con ese milagro se le aumentó al cubo la devoción a
san José. Según María de san José, “de esta enfermedad y dolores salió con la
devoción san José” (Libro e
Recreaciones, 8,72). Salió con la devoción a san José reforzada, aumentada,
sublimada y contagiosa, como se desprende de
las expresiones referidas a san José en este capítulo 6 de la Vida, porque devota de san
José ya lo era desde su niñez, se había aumentado en el convento de la
Encarnación y si se encomienda y mucho a san José es porque le es ya muy
devota.