No se puede explicar ni entender a María sino desde la fe. María no tiene necesidad de confesar su fe, porque su vida y su camino lo descubren y lo prueban, y la hacen visible para todos los que la conocen y están a su lado. Sí, María es la Madre de la fe, fe que se revela en su fidelidad y obediencia.
Porque, ella creyó en la Palabra de Dios anunciada por el Ángel Gabriel. Yo quisiera, Madre, aprovechar esta humilde reflexión para pedirte que intercedas por nosotros, y para que tu ejemplo nos sirva de ayuda y ánimo en nuestro camino y nos impulse a continuar creciendo en fidelidad y obediencia como tú, Madre, nos has mostrado.
Madre, tú supiste perseverar y esperar llevando la cruz de tu vida hasta el final. Una cruz que esconde la gloria del triunfo final, donde seremos resucitados en Xto. Jesús. Tú, Madre de Dios, has sido subida a los cielos en tu "Asunción" porque eres la Madre corredentora con tu Hijo para la salvación de todos los hombres. Madre, tú nos animas y alumbras a caminar a tu lado con tu respuesta decidida y llena de confianza y fe en el Señor.
Contigo nos sabemos más seguros, más confiados y animados, porque, como Madre nos indicas el camino de fidelidad y obediencia que alimenta nuestra fe y nuestra confianza. Tú, Madre, eres también la Madre de nuestro Señor, y la primera en hacer la Voluntad del Padre. Por eso, Madre, nos fijamos en ti y aprendemos, de manera sencilla y humilde, a ser perseverantes y a soportar con paciencia las adversidades y todo lo que no lleguemos a entender. Porque, tú, Madre, con tu actitud nos lo enseña y nos lo muestra.
Una vez más, Madre, queremos pedirte que vengas a nosotros para enseñarnos a decir, como tú, que se haga en nosotros la Voluntad del Padre. Y nada como una Madre que nos lo muestre y nos lo enseñe. Gracias Madre. Amén.