Señor, condenado a muerte, identificado con todo los que, a lo largo de los tiempos, son condenados a muerte.
Asumes las injusticias de los injustos, como "cordero llevado al matadero". ¿Qué sentías, Señor, al escuchar esa sentencia tan injusta? Condenado a muerte en los niños no nacidos, en los pobres olvidados, en los hambrientos que murieron ayer, que mueren hoy y morirán mañana. Como yo, Señor, como nosotros, condenado a muerte, porque un día nuestra vida acabará y compareceremos delante de ti. Condenado a muerte, en los pecados de ayer de hoy y de siempre; en aquellos que no te acogen, en los que te rechazan. Condenado a muerte, Señor, Tú, que eres la vida.
Condenado a muerte, Señor, ¡Cómo me ayuda mirarte! Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.