Las personas que son felices con poco tienen algo de Dios en sus maneras, en sus gestos, en sus palabras. Son capaces de aceptar la vida como es, aunque a veces hubieran elegido otro camino, o esperado algo diferente. Pero no se turban ante la contrariedad. Esperan alegres sabiendo que la vida siempre merece la pena y que cada día vuelve a salir el sol. Estén donde estén saben entonar notas de esperanza en lo que hacen o sufren. Construyen hogares con sus manos débiles. No se atan a lo que los demás esperan de ellos. Y son fieles a la verdad que Dios sembró en sus almas un día como una misión para sus vidas. Me gustaría querer siempre así a las personas. Amar respetando, amar enalteciendo, amar perdonando, amar agradeciendo. Quiero aprender a amar en la carne de mi vida. Y sueño con un amor que no se agote en mi piel. Que rebase mis sueños. Y se eleve en un vuelo constante hacia el Cielo.
(sermonje.eu)