27 de agosto de 2014

SAN JOSÉ ANTE EL MISTERIO DEL EMBARAZO DE SU ESPOSA MARÍA

            El silencio de san José no es solo contemplativo sino que, precisamente por ser contemplativo, es un silencio doloroso. Dice santa Teresa que Dios a los contemplativos, a los que más ama les manda mayores trabajos y sufrimientos. “Son intolerables los trabajos que Dios da a los contemplativos” (C 18,1) y ellos desean padecerlos. “Pocos veo verdaderos contemplativos que no los vea animosos y determinados a padecer” (C 18,2).”He tratado muchos contemplativos y… como otros precian oro y joyas, precian ellos los trabajos y los desean” (C 36,9)
            San José es el contemplativo por excelencia y por eso su silencio es el más sublime. Esto le vemos particularmente en su actitud y postura ante el misterio del embarazo de su esposa María, sin saber de donde viene “No sabía cómo comportarse ante la sorprendente maternidad de María. Ciertamente que buscaba una respuesta a la importante pregunta, pero sobre todo buscaba una solución aquella situación para él         tan difícil” (RC 3).
            Rumia el problema en silencio y en su interior trata de encontrar una solución, siempre con la seguridad de que Dios lo solucionará a su tiempo, porque el sabe que solo Dios puede solucionar nuestros problemas arduos y difíciles. San José calla, guarda un profundo y absoluto silencio; en dolor, en calma, en paz, en serenidad silenciosa y profunda busca en su interior solucionar el asunto que improvisamente se le ha presentado. Para nada piensa en hablar. Ama entrañablemente a su esposa que le pone en una situación embarazosa por el embarazo inesperado. El silencio constituye la mejor comunicación cuando el corazón rebosa de amor. Cuando el amor es sincero y rebosa en el corazón, el silencio en el dolor une; las palabras tantas veces estropean la comunicación en profundidad entre dos seres que se aman entrañablemente.
            Alguno se pregunta por qué san José no hablo de lo que veía en María que le hubiese explicado el misterio. Pues no le habló precisamente porque era justo y santo y no quería hacerla sufrir ni en lo más mínimo: “no quiso que a la Virgen se le molestara ni en las cosas más mínimas”, escribe san Juan Crisóstomo. El silencio doloroso de san José es la expresión de su grandeza de alma y de la hondura de su amor y de la esperanza ciertísima de que Dios habla en la soledad y en el silencio. En el amor el silencio vale más que un largo discurso. San José sabe que en el silencio y en la esperanza está la fortaleza del hombre (Is 30,15).
            El descubrimiento de este misterio le mete en una prueba muy dolorosa. ¿Qué hacer? A José no le pasó por el pensamiento delatarla como una adúltera, que hubiera silo lo inmediato de otro que no fuera José. No pierde la calma, reflexiona consigo mismo, es justo. Le vienen mil pensamientos y entre ellos, recoge el evangelista san Mateo, el de abandonarla secretamente, pero no pasa del pensamiento. Es un momento, o unos momentos, muy duros. No lo comenta con nadie. Permanece en un silencio, pero un silencio doloroso, causado por el silencio de Dios, silencio de Dios que encontró su momento supremo, su cenit, su clímax en la muerte de su hijo Jesucristo en silencio y soledad. El tiempo que pasó esta noche oscura, que no sabemos cuánto fue, lo pasó en silencio doloroso. San José afrontó en el silencio más absoluto, a solas con su Dios, el tormento y la tormenta de no explicarse lo que pasaba. Y seguro que no dudó lo más mínimo de la fidelidad de su esposa, María, pues la conocía y sabía que era integra, justa, santísima. Su duda es sobre la actitud que debe adoptar ante el misterio que tiene delante. “No sabía cómo comportase ante la sorprendente maternidad de María”.
            San José por ser justo, honrado, misericordioso y santo no ha encontrado una actitud mejor que la del silencio doloroso. Porqué el silencio es la expresión más noble del más profundo dolor de un hombre justo que sufre desde su santidad, cuando se presenta una desgracia, una desventura o una tragedia. Cuando se pierde un ser querido, el dolor se acoge a un silencio profundo y serio. Dos enamorados ante una situación comprometida guardan silencio o se miran a los ojos.
            Así quiero figurarme a José y María cuando se encontraron por primera vez después del embarazo de ella. José no expresó nada por no disgustarla o molestarla y únicamente comenzó a pensar para sus adentros a ver qué es lo que convenía hacer ante un hecho tan sorprendente e inesperado, abandonándose en los brazos de su Dios que no nunca abandona al que confía en él. De él le vendrá la solución.


                                                                       P. Román Llamas. ocd      

26 de agosto de 2014

San Marcelo


 Jesús carga la Cruz En la serie de los Pontífices (que hasta 1994 ya eran 265) el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. El nombre "Marcelo" significa: "Guerrero".

Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305. Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran.
Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino. Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución. Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un Presbítero (o párroco). Construyó un nuevo cementerio que llegó a ser muy famoso y se llamó "Cementerio del Papa Marcelo".
Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia. Unos (los rigoristas) decían que nunca más se les debía volver a aceptar. Otros (los manguianchos) decían que había que admitirlos sin más ni más otra vez a la religión. Pero el Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que había que seguir un término medio: sí aceptarlos otra vez en la religión si pedían ser aceptados, pero no admitirlos sin más ni más, sino exigirles antes que hicieran algunas penitencias por haber renegado de la fe, por miedo, en la persecución.
Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos, los más perezosos para hacer penitencias, promovieron tumultos contra él. Y uno de ellos, apóstata y renegado, lo acusó ante el emperador Majencio, el cual, abusando de su poder que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, decretó que Marcelo quedaba expulsado de Roma. Era una expulsión injusta porque él no estaba siendo demasiado riguroso sino que estaba manteniendo en la Iglesia la necesaria disciplina, porque si al que a la primera persecución ya reniega de la fe se le admite sin más ni más, se llega a convertir la religión en un juego de niños.

El Papa San Dámaso escribió medio siglo después el epitafio del Papa Marcelo y dice allí que fue expulsado por haber sido acusado injustamente por un renegado.
El "Libro Pontifical", un libro sumamente antiguo, afirma que en vez de irse al destierro, Marcelo se escondió en la casa de una señora muy noble, llamada Lucina, y que desde allí siguió dirigiendo a los cristianos y que así aquella casa se convirtió en un verdadero templo, porque allí celebraba el Pontífice cada día.
Un Martirologio (o libro que narra historias de mártires) redactado en el siglo quinto, dice que el emperador descubrió dónde estaba escondido Marcelo e hizo trasladar allá sus mulas y caballos y lo obligó a dedicarse a asear esa enorme pesebrera, y que agotado de tan duros trabajos falleció el Pontífice en el año 209.
La casa de Lucina fue convertida después en "Templo de San Marcelo" y es uno de los templos de Roma que tiene por titular a un Cardenal.

Fuente: Ewtn. 

21 de agosto de 2014

Porqué la Virgen María continúa siendo el Modelo del Discípulo Cristiano de Hoy.


Recientemente, el día de la Solemnidad de la Asunción de María, durante una reunión amistosa, algunos nos comentaban que les parecía irrelevante esta fiesta, que no tenía ningún sentido para los cristianos de hoy. Al continuar escuchando los comentarios, me di cuenta que no sólo cuestionaban el valor y la relevancia de esta solemnidad, sino que también el rol de María en la Historia de la Salvación. Entre los presentes, había graduados de colegios católicos, pero sus testimonios constataban que su fe estaba más bien ligada a recuerdos de la devoción mariana de sus padres, abuelos y personas de antaño, citando actos de religiosidad popular y tradiciones familiares. María no se veía presente en la realidad de sus vidas.

                Es paradógico, que María es, por una parte, una invitación al Catolicismo, mientras que por otra, es un obstáculo, principalmente para los protestantes y para muchos Católicos alejados, pero hay testimonios que nos pueden alentar. Curiosamente, María fue también en cierto momento de su vida un obstáculo en el viaje espiritual de un joven polaco, Karol Wojtyla, que creció en un país de profunda tradición mariana y más tarde llegó a ser el Papa Juan Pablo II, el primer papa que, en su Obra Don y Misterio, hizo público un relato de su esfuerzo por discernir su vocación cristiana. Como él mismo dice, cuando abandonó su natal  Wadowice para ir a la universidad «Jagiellonian» de Cracovia, se sintió abrumado por la  devoción de su patria hacia María: «Empecé a cuestionar mi devoción a María, convencido de que, si llegaba a ser demasiado intensa, podría acabar por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo».

                Escasamente reconoceríamos estas últimas palabras que emanaron del mismo santo que dedicó su pontificado a María. La figura de María, más que un obstáculo para encontrar a Cristo vivo, fue para él el camino privilegiado para acceder a Cristo. Durante la brutal ocupación nazi de Polonia,  en la Segunda Guerra Mundial, Karol Wojtyla empezó a leer al teólogo francés San Luis Grignion de Montfort (1673-1716). La obra más importante de Montfort, ‘Verdadera Devoción a María’, enseñó a Wojtyla que la auténtica devoción mariana es, en realidad, cristocéntrica, porque «nos conduce necesariamente a Cristo, y por medio de Cristo, que es hijo de María e Hijo de Dios, nos introduce en el misterio mismo de Dios, en la Santísima Trinidad.

                Podemos confirmar lo que escribe Montfort en la fuente original, el Nuevo Testamento. La última palabra que pronuncia María en el Evangelio es: “Haced lo que Él os diga”, dirigida a los sirvientes de la boda de Caná (Jn 2, 5). Este breve pasaje resume la función específica de María en la Historia de la Salvación.  Desde el momento de la Encarnación, María manifiesta desde lo más profundo de su corazón que está dispuesta a conducir su vida, no en torno así misma, sino hacia su Hijo, que también en la carne es Hijo de Dios. María nos introduce en el corazón de la Santísima Trinidad. Al definir Montfort toda verdadera devoción a María esencialmente cristocéntrica y trinitaria, nos muestra que es una invitación a un encuentro más íntimo con el misterio de la Encarnación y el de la Trinidad, para reflexionar más profundamente sobre quiénes somos y quién es realmente Dios. Sólo así podemos ser fieles a nosotros mismos, como lo fue María.

                San Juan Pablo Magno, frente al santuario mariano de Czestochowa en 1979, en su primera visita papal a Polonia, fue contundente en su testimonio: «Soy un hombre de profunda confianza; y aquí es donde aprendí a serlo. Aquí aprendí a confiar, en oración ante esta imagen de María que nos introduce en el misterio de la función especial que ella desempeña en la historia de salvación que, a su vez, es la historia humana leída en profundidad. Aprendí a confiar no en «opciones» o «estrategias de éxito», sino en la madre que siempre termina llevándonos a su Hijo, Cristo, y que nunca es infiel a sus promesas».

                Aprovechemos la gran riqueza que nos ofrece la Teología Católica sobre María. El teólogo suizo Hans Urs von Balthasar sugiere que la Iglesia, en todas sus etapas, está configurada a imagen de las grandes figuras del Nuevo Testamento: la Iglesia que proclama y evangeliza reproduce la imagen de Pablo, apóstol de los gentiles; la Iglesia que contempla y cultiva el misticismo se configura a imagen del apóstol Juan, el discípulo preferido de Jesús, que se reclinó sobre el pecho del Maestro en la Ultima Cena; la Iglesia que ejerce su autoridad actualiza la imagen de Pedro, al que Cristo confió el poder de las llaves, es decir, el poder de atar y desatar, y al que mandó que «fortaleciera la fe de sus hermanos» (Lc 22,3), y la iglesia que vive como «discípulo», que es la base de todo lo demás, tiene su imagen en una mujer, María, la primera de todos los discípulos y, por tanto, madre de la Iglesia….Este es el fiat de María en su totalidad. De María podemos aprender una sola lección cuyo aprendizaje transcurrirá a lo largo de nuestra vida y que tanto trabajo nos cuesta aprender, ya que estamos condicionados por la cultura contemporánea a la falta de confianza.

                María comprende gracias a su humildad, que sólo Dios proveerá, mientras que en nuestra cultura, se habla de «Dejar abiertas las opciones» que no es ciertamente, el mejor camino hacia la felicidad o la santidad, sino una trampa que acaba por destruirnos. Con frecuencia escuchamos que esta generación ‘no está abierta al compromiso’. La razón: es una generación que ha perdido la confianza en Dios y en sí misma, no obstante la exaltación de la auto-estima en nuestra cultura.  Por eso, no debe de extrañarnos escuchar todas esas noticias y comentarios sobre lo que regularmente charlamos: infidelidad, adulterio, destrucción de la familia; políticos y servidores públicos que traicionan su compromiso de servir al pueblo; sacerdotes y religiosos que traicionan sus votos de fidelidad a Cristo y a la Iglesia; las vidas de las estrellas de cine, como si fueran ejemplares;  maestros universitarios que prefieren el lenguaje ‘políticamente correcto’ a enseñar la verdad; la injerencia del narco en el poder político; el lavado de dinero; y el aborto, que se ha convertido en el holocausto moderno, que ha cobrado más vidas que todas las guerras combinadas, partiendo de la Guerra de Corea (1952), hasta nuestros días.  Esto es comprensible, hablamos mucho, pero la puerta de nuestro corazón sólo está abierta a ‘opciones personales’, es decir, puro egoísmo disfrazado con el eufemismo de ‘superación personal’. El éxito lo justifica todo.

                Más allá de la frivolidad que nos ofrecen los medios, debiéramos ver hacia el interior. Esa falta de confianza que enferma a esta sociedad que ha optado por el relativismo moral, hincándose ante el ídolo moderno de la tolerancia, ha creado un vacío en las almas de los jóvenes, principalmente, que nos bloquea el acceso a la misma gracia de Dios. Por eso, tampoco debiera extrañarnos que tantos jóvenes se identificaran con San Juan Pablo II, que era el compromiso encarnado, aún en sus últimos años. Prueba de esta identificación fueron las Jornadas Mundiales de la Juventud, que han continuado. La próxima será  Cracovia 2016, en su tierra. En una cultura popular en que los padres son distantes para sus hijos, que escasamente dialogan, juegan y comparten su vida, muchas veces separados por divorcios, paternidad a proxi y heridos por conflictos, estos jóvenes encontraron irresistible al santo que platicaba, jugaba y reía con ellos. Al mismo tiempo, demostró coherencia en sus compromisos y jamás exigió compromisos que él no hubiera aceptado.


                                 Reflexionemos sobre nuestra vocación en la vida. Por eso, él no dudó en incluir el episodio de Caná en los Misterios Luminosos del rosario. Todos tenemos una vocación, que es algo único que podemos realizar sólo con la providencia de Dios. María nos invita a vivir en una profunda y gozosa confianza en Cristo, sin reservas. No nos conformemos con meras especulaciones y cálculos. Es el camino a la felicidad, a la plenitud y a la santidad. Es un camino de comunión y liberación.

                En su fiat inicial, en la Anunciación, María pone de relieve que Ella es la primera entre los discípulos de Jesús y el modelo absoluto de la vocación cristiana. Después del saludo del ángel, llena de gracia, no entra en negociaciones ni en contratos pre-maternales, a la manera de los contratos pre-nupciales que se usan hoy en día. Para Ella no hay estrategias de éxito ni opciones que dejar abiertas. Ella sólo confía en el plan de Dios y emite su exquisita respuesta: “He aquí la esclava del señor, hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38). Su perfecta  confianza se extiende más allá del tiempo, y entra en la eternidad.

En la doctrina católica, María es el primer discípulo en todos los sentidos. Ese es precisamente el significado de la «Asunción», que nos enseña que María, después de morir, en su «dormición», fue «elevada» al cielo en cuerpo y alma. La Iglesia ratificó esta enseñanza hasta 1950, con la Bula Munificentissimus Deus, del Papa Pío XII, pero la fe en el destino glorioso del alma y del cuerpo de la Madre del Señor después de su muerte ya existía; desde Oriente se difundió a Occidente con gran rapidez y se generalizó. Hay escritos de los historiadores eclesiásticos del siglo IV que se refieren a la Asunción de María como una tradición muy antigua. En el Siglo V se hablaba del Memorial de María y en el Siglo VI, los historiadores citan la Dormición. Debido a su unanimidad, la fuente no puede ser otra que los mismos apóstoles y por lo tanto, es  revelación divina, ya que la Revelación, según enseña la Iglesia, termina con la muerte de San Juan. A partir del Siglo VII, el Papa Sergio I promovió procesiones a la Basílica Santa María la Mayor el día de la Asunción, como expresión de la creencia popular en esta verdad tan gozosa. Por lo tanto, el dogma de la Asunción es liberador, ya que nos confirma la certeza de que tenemos a Nuestra Madre gloriosa en el cielo.

                San Juan Damasceno, el año 754 subraya la relación entre la participación en la Pasión y el destino glorioso: «Era necesario que aquélla que había visto a su Hijo en la Cruz y recibido en pleno corazón la espada del dolor... contemplara a ese Hijo suyo sentado a la diestra del Padre».

                En su Catequesis del 2 de Julio de 1997, el Papa Juan Pablo II nos dice: "El Nuevo Testamento, aun sin afirmar explícitamente la Asunción de María, ofrece su fundamento, porque pone muy bien de relieve la unión perfecta de la Santísima Virgen con el destino de Jesús. Esta unión, que se manifiesta ya desde la prodigiosa concepción del Salvador, en la participación de la Madre en la misión de su Hijo y, sobre todo, en su asociación al sacrificio redentor, no puede por menos de exigir una continuación después de la muerte. María, perfectamente unida a la vida y a la obra salvífica de Jesús, compartió su destino celeste en alma y cuerpo."

                Al entrar el fiat de María en la eternidad, también eleva a los humildes. La fiesta de la Asunción prueba literalmente que Dios eleva a los humildes. María es elevada a la vida eterna junto a su Hijo, mientras que nosotros seguimos atados a nuestro instinto de auto-preservación. Seguimos llenándonos de nosotros mismos con actitudes individualistas tales como: ‘Si yo no me ocupo de ser el primero, entonces ¿quién lo hará?’ Pidámosle a María que nos ayude a vivir más como Ella y a experimentar la verdadera alegría. Que nos ayude a cantar un Magnificat desde nuestras propias almas.

                Al reflexionar sobre el Magnificat, hagamos una pausa para asimilar qué significa la dispersión de los soberbios (Lc. 1, 51). Veamos qué sucede a los soberbios. Para saber quiénes son los soberbios, no hace falta mirar más allá de nosotros mismos, que tenemos que luchar constantemente con esta maliciosa raíz de todos nuestros pecados. María se pone feliz cuando la soberbia se dispersa y nuestra perspectiva se amplía. En vez de seguir viendo las cosas desde una perspectiva miope, nos abrimos a los pensamientos que guardamos en nuestros corazones para reconocer a nuestros hermanos y sus necesidades. Esa es el corazón de María.

                A las mujeres, María nos llama a no renunciar a nuestra naturaleza esencial ni a nuestra vocación. La cultura contemporánea nos quiere privar de los dones que Dios nos ha dado, reduciéndonos a objetos de una sociedad de consumo. Nos alimenta de las ‘bellotas de los puercos’, como lo deseaba el hijo pródigo, cuando no le daban nada en aquel país extraño (Lc 15, 16).  Esto se manifiesta en las modas, en la explotación sexual a la que muchas veces la mujer se somete por propio consentimiento; en el aborto, donde la mujer convierte su vientre en un sepulcro para su bebé, en vez de ser una fuente de vida; en la familia, donde también ha visto vulnerado su rol de madre y esposa; en el terreno político y social, donde ha ganado ciertos derechos que atentan contra su propia dignidad. Somos la generación que hemos obtenido más oportunidades de desarrollo humano y profesional, pero nos hemos ido alejando de Dios para ocuparnos de ‘las opciones’ de superación que nos ofrece el mundo, en vez de mirar hacia la verdad de Cristo y guardar ‘todas esas cosas en nuestro corazón’ como lo hacía María.  Desde las cenizas de los más brutales regímenes del siglo XX –entre Nazis y Comunistas- surgió la luz de santidad de Juan Pablo II, plenamente feliz y con un corazón que desbordaba de amor, como un hijo de María.  También nosotros estamos llamados a despojarnos de las cenizas de la dictadura del relativismo para vivir en la civilización del amor.

                Y nosotros…..¿Dónde estamos depositando nuestro fiat? María pronunció su fiat original al Padre, a través del ángel y el Padre lo depositó en el Hijo, para ser consumado en la Madre y el Hijo a través del Espíritu Santo. Cuando el Padre recibe todo este fiat trinitario, lo distribuye a la humanidad por medio de la Eucaristía y el Espíritu Santo. Fue una alianza sellada originalmente entre el Padre y la Madre por la mediación del Espíritu. Nosotros, al depositar nuestra confianza en las ‘opciones’ que nos presenta la sociedad moderna -que con frecuencia traiciona nuestra confianza y nos hace dudar, más que creer- nos dejamos seducir por el materialismo y nuestra cultura sólo ofrece terapias como compensación. Esta sociedad terapéutica nos ofrece un analgésico, un calmante o un soma, y nos desecha.

                Seamos discípulos de Cristo, como María, con una vocación de Madre universal. Nuestra vida está en manos de Dios y no podemos abandonarla en nuestras propias manos,  ya que no somos dioses. Hablemos de María a nuestros seres queridos y recemos el santo Rosario. Encomendémonos a Ella, en el mismo espíritu en que lo hacían San Luis Grignion de Montfort y San Juan Pablo Magno, con un gozoso ‘Totus Tuus’.  

                                                            -Yvette Camou-


                      Referencias Bibliográficas:

Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer. 2008. Bilbao, España.

Cardozo, Joaquín, SJ. ‘Estudios sobre la Asunción’/Documentos Históricos sobre la Asunción. Encuentra.com

Louth, Andrew. 'St John Damascene: Tradition and Originality in Byzantine Theology (Oxford Early Christian Studies). Oxford University Press. 2005.  Pág. 73.

Monfort, St. Louis-Marie Grignion. ‘True Devotion to Mary’. Págs. 77, 79 & 123-124.  Tan Books & Publishers. Rockford, Illinois. 1985.

Reilly, Steven, LC. ‘God lifts up the Lowly’. Catholic.net.

Von Speyr, Adrienne. ‘Handmaid of the Lord’.  Págs. 15-16. Ignatius Press. 1985.

Weigel, George. ‘Witness to Hope: The Biography of John Paul II’. Págs. 60, 61, 310. Harper-Collins/Cliff Street Books. 1999.
               

                

20 de agosto de 2014

SAN JOSÉ CONTEMPLATIVO

         
  Es ya proverbial el silencio de san José, del cual el Evangelio no nos conserva más que una palabra: Jesús, cuando le impuso el nombre el día de la circuncisión, única palabra que abarca y supera infinitamente todas las demás palabras.
Y en este silencio, prolongado por años, vemos algo especial de la persona de San José: “Pero es un silencio que redescubre de modo especial el perfil interior de su figura. Los evangelios hablan exclusivamente de lo que José hizo, sin embargo permiten descubrir en sus acciones -ocultas por el silencio-  un clima de profunda contemplación” (RC 25)..
            El silencio de san José es un silencio eminentemente contemplativo, es una subidísima contemplación, nos dice el Papa San Juan Pablo II, es decir,  un silencio en el que Dios le enseña, dice san Juan de la Cruz, “la ciencia sabrosa que es la ciencia secreta de Dios muy sabrosa, porque es ciencia por amor, el cual es el maestro de ella y el que todo lo hace sabroso” (CE 27,5). Le enseña la ciencia del amor, la única que quería santa Teresita. En el contacto y trato silencioso y diario con Jesús y María Dios Padre le esta enseñando esta ciencia. La abundancia de amor que el Espíritu Santo  derrama  en el corazón de san José no es fácil comprenderlo. Abismos de amor se van desarrollando en él. Por eso su vida es sabrosísima en cada momento, aún en medio de los trabajos y sufrimientos que tuvo que pasar en su vida que no fueron pocos y livianos, sino bien duros, porque los vive con abismos de callado amor que hay en su corazón, que el amor es el que lo hace todo sabroso.
Las altas comunicaciones místicas, como las que experimentó santa Teresa de Jesús, y con cuánto sabor espiritual, como ella cuenta, se experimentan en el más profundo y amoroso silencio... Escribe santa Teresa: “Pasa con tanta quietud y tan sin ruido todo lo que el Señor aprovecha aquí al alma y la enseña, que me parece que es como en la edificación del templo de Salomón adonde no se había de oír ningún ruido(1Rey 6,1), así es en este templo de Dios, en esta morada suya, solo él y el alma se gozan con grandísimo silencio” (7M 3,11)… Con grandísimo silencio se gozan san José y el Espíritu Santo en la comunicación y enseñanza de esta ciencia de amor que este le va enseñando día tras día.
San Juan de la Cruz afirma su vez: “porque lo que Dios obra en este tiempo no lo alcanza el sentido, porque es en silencio, que como dice el sabio, las palabras  de la sabiduría oyense en silencio (Eclo 9,17) (Llama, 3.67).
San José está en una actitud de adoración, en una actitud de éxtasis de amor ante la belleza, la fuerza y la grandeza del Maestro que le está enseñando esta ciencia de amor, que le hace caer en un profundo silencio interior que es la alabanza de Dios.
Nadie piense que san José no habló. La vida en la casa  de Nazaret se desenvuelve con toda normalidad; los que la habitan son seres lo más normales y humanos, a pesar de estar divinizados y precisamente por eso, es una familia que dialoga, comparte con la mayor naturalidad entre sí y con las demás gentes con quienes conviven. Pero sus palabras, no solo las de san José, sino también y en un grado más elevado las de Jesús y de María,  como sus hechos  están llenos de profundidad de callado amor que les imprime su  silencio que es intimidad amorosa con Dios Amor. De este profundo silencio, de este profundo callado amor nacen las palabras pletóricas de vida y sabor –las palabras de Cristo son espíritu y vida-  y las obras admirables y elocuentes más que las palabras.
San José no habló, pero hizo; su hacer desde los abismos de amor que envuelven su corazón es la mayor y mejor alabanza de su silencio interior, de esa intimidad intimísima con Dios Amor.
El contemplativo verdadero, que es san José, todo lo que hace lo hace desde el callado amor que le llena y desborda el corazón. Su vida es purísimo amor a Dios Padre a su amadísimo Hijo Jesucristo y a su amantísima esposa la Virgen María y a todos los hombres. Aprendamos a dejarnos llenar de la ciencia del amor, cultivando un silencio de intimidad con Dios Padre y Amor.


                                               P. RománLlamas,ocd  

19 de agosto de 2014

¿ Quien es San Marcelino?

San Marcelino (296-304) Nació en Roma. Mártir. Elegido el 30.VI.296, murió el 25.X.304. La persecución del Emperador Diocleciano alcanzó el máximo grado de violencia quemando iglesias y textos sagrados. Entre las víctimas S. Lucía, S, Inés, Santa Bibiana, S, Sebastián, San Luciano.
En conexión con los rumores antes mencionados y las narrativas de los fragmentos apócrifos, ciertamente debe ser admitido que en ciertos círculos de Roma no se aprobaba la conducta del Papa durante la persecución de Diocleciano. Sabemos que en esta persecución sólo dos clérigos romanos fueron martirizados: el sacerdote Marcelino y el exorcista Petro. El obispo romano y los otros miembros del alto clero, excepto los clérigos antedichos, pudieron eludir a los perseguidores. No sabemos cómo sucedió esto. Es posible que el Papa Marcelino pudo esconderse a tiempo en un lugar seguro, como hicieron otros obispos. Pero es posible que al publicarse el edicto él aseguró su propia inmunidad; en los círculos romanos esto se le habría imputado como debilidad, de modo que su memoria sufrió por ello, y debido a ese relato es que fue omitido por el autor de el “Depositio Episcoporum” del “Cronógrafo”, mientras que encontró un lugar en el “Catálogo Liberiano”, que era casi contemporáneo. Pero su tumba era venerada por los cristianos de Roma, y luego fue reconocido como un mártir, como muestra la “passio”. Marcelino murió en 304. No hay certeza sobre el día de su muerte; en el “Liber Pontificalis” su entierro es situado erróneamente el 26 de abril, y esta fecha se mantiene en los martirologios históricos del siglo IX, y de ellos, en los martirologios posteriores. Pero si calculamos la fecha de su muerte desde la duración de su pontificado dado en el Catálogo Liberiano, el habría muerto el 24 ó 25 de octubre de 304.
Su cuerpo fue sepultado en la Catacumba de Priscila en la Vía Salaria, cerca de la cripta donde el mártir Crescencio encontró su sepultura. La Catacumba de Calixto, el cementerio oficial de la Iglesia Romana, donde por muchas décadas habían sido enterrados los predecesores de Marcelino, evidentemente fue confiscada durante la persecución, mientras que la Catacumba de Priscila, que pertenecía a los Acilii Glabriones, estaba todavía a la disposición de los cristianos.

Los cristianos de Roma veneraban la tumba de Marcelino desde una fecha muy temprana. Las declaraciones precisas sobre su localización, en el “Liber Pontificalis”, indican esto. En uno de los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos del siglo VII, en el "Epitome de locis ss. martyrum", se menciona expresamente entre las tumbas sagradas de la Catacumba de Priscila (De Rossi, "Roma sotteranea", I, 176). En las excavaciones de esta catacumba la cripta de San Crescencio, al lado de la cual estaba la cámara sepulcral de Marcelino, estaba satisfactoriamente identificada. Pero no se descubrió ningún monumento que hiciera referencia a este Papa. La posición precisa de esta cámara mortuoria todavía es muy incierta. La perdida “passio” de Marcelino escrita hacia el final del siglo V, la cual fue utilizada por el autor del “Liber Pontificalis” muestra que él era honrado como un mártir de ese tiempo; sin embargo, su nombre aparece primero en el “Martirologio” de Beda, quien sacó su relato del “Liber Pontificalis” (Quentin, "Les martyrologes historiques", 103, sq.). Esta fiesta se celebra el 26 de abril. Los breviarios antiguos, que siguen el relato del “Liber Pontificalis” concerniente a su caída y arrepentimiento, fueron alterados en 1883..

13 de agosto de 2014

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA II


            El Beato Pío IX era devotísimo de la Virgen María y una expresión singular de esta devoción fue la proclamación como Dogma la verdad, vivida totalmente y desde siempre en el pueblo cristiano, de la Concepción Inmaculada de María: En nombre de nuestro Señor Jesucristo declaramos que ha sido revelado por Dios que la Virgen María, por gracia singular y privilegio de Dios omnipotente, y en vista de los méritos de Jesucristo, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original. Así lo afirma en la Bula Inefabillis Deus del 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, de 1854. Es el día que escogió también para proclamar solemnemente a san José Patrono de la Iglesia católica: 8 de diciembre de 1870.
            Para recuerdo y memoria inolvidable de esta Definición sobre la Concepción Inmaculada de María el Papa Pío IX mando pintar tres grandes cuadros de la Inmaculada, que pueden contemplarse y admirarse en el Vaticano, en la sala de la Inmaculada. En uno de ellos aparece san José junto a la Virgen María, delante de los otros santos y delante de los apóstoles. La Trinidad de la tierra conserva inalterable su unidad y proximidad también en los cielos. San José aparece absorto en la contemplación de la que es su esposa. ¿A quién se debe el que el artista haya colocado en ese sitio junto a ella san José? A Pío IX.  Una anécdota cuenta que el Papa Pío IX había encargado a un celebre pintor que preparase un cuadro en el que apareciera la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Al presentar el esbozo del cuadro para su aprobación Pío IX preguntó rápido: ¿A dónde me ha puesto a san José? Aquí, respondió el artista, entre estos santos. No, dijo el Papa, e indicando con el dedo al lado de Jesús, prosiguió: Es aquí, es solamente aquí donde debe colocarle, porque en el cielo no está en otro sitio sino aquí. 
            Pío IX no es solamente el Papa de la Inmaculada, sino también el Santo de San José, pues aunque no faltan otras Papas que se interesaron por él, que él recuerda en la Letra apostólica Inclytum Patriarcam, pero es Pío IX, como reconoce san Juan XXIII, “el que abrió una vena de riquísimas y preciosísimas inspiraciones a sus sucesores”(19 de marzo de 1861).
            En una alocución de 1854 Pío IX decía que san José es la más segura esperanza de la Iglesia después de la Virgen María y en unión con ella.
            En otra alocución de 1862 abogaba por que los sostenes de la Iglesia naciente, que son Jesús, María y José, volviesen a tomar el puesto que nunca deberían haber perdido. “María y José han salido del corazón de los hombres y hasta que no vuelvan a retomar el poder que en ellos ejercían, el mundo no se salvará. Pero yo espero seguro para los años venideros que san José sea mejor conocido, más amado y mas honrado. ¡Él nos salvará! 
            Al P. Rossière le agradece un libro que le ha enviado y sobre todo le agradece el celo que dicho Padre ha demostrado difundiendo el culto a san José, “no solo porque es tratado con sumo honor aquel al que el Verbo hecho carne obedeció y la Madre de  Dios sirvió, sino también porque necesitando la Iglesia, especialmente en estos tiempos, de ayudas del todo poderosísimas, no se puede encintrar ningún patrocinio más oportuno y más firme, después del de María, que el favor de san José, al cual ciertamente no negará nada el que quiso estarle sujeto. Estos obsequios, además, otorgan y confieren una gran eficacia a las súplicas que dirigimos a la Virgen, desde el momento que ella no puede no gozar de los honores tributados a su esposo, a cuya veneración nos atrae con su propio respeto. Dios, de hecho, que con las ardientes llamas de caridad, encendidas hoy en todo el pueblo cristiano hacia el educador de su beatísimo Hijo, parece decirnos todos: `Id a José´, se complacerá ciertamente de un culto esmerado y pronto dedicado a él y prestará una más atenta escucha a los votos hechos a él por su medio y se dejará mover más fácilmente a misericordia”,
            Para recuerdo y memoria de la proclamación de san José  como Patrono de la Iglesia católica, el papa Pío IX mandó que elaborasen un gran  tapiz, Se comenzó el año 1871, pero no se acabó hasta el 1915 bajo el pontificado de Benedicto XV que lo inauguró. En el cuadro, que representa a san José con el niño en sus brazos, están bien visibles el año de MDCCCLXXI y el escudo del Papa Pío IX. Dos ángeles de rodillas, a los pies del Protector de la Iglesia, sostienen: uno la basílica de san Pedro y el otro el Decreto de Pío IX Quemadmodum Deus
            Cada día de su vida rezaba esta oración: “Humildemente postrado a vuestros pies, oh Santísima Virgen, te confieso mis pecados, tan numerosos, tan graves. Perdóname, Señor, mis grandes pecados… Concédeme el perdón por los méritos de san José su castísimo esposo, nuestro Padre, Protector y nuestra ayuda en la agonía de la muerte”.
            Cinco días antes de su muerte, con ocasión de la audiencia del 2 de febrero de 1878 fue preguntado por un religioso por qué estaba tan sereno, su respuesta fue esta. “¡Ah! Es que ahora san José es más conocido. ¡De aquí mi confianza! Si no yo, mi sucesor asistirá al triunfo de la Iglesia de la que yo le he declarado solemnemente Patrono”.
            En la Letra apostólica Iam alias, del 1 de julio de 1861, concediendo indulgencia plenaria al ejercicio de culto perpetuo en honor de san José, no hace más que revelar su profunda devoción al santo Patriarca por estas palabras: “Nos tenemos sumo interés en que los fieles veneren con honor perpetuo al que fue custodio de Jesús y esposo de la Inmaculada Madre de Dios y se hagan verdaderamente imitadores de sus virtudes”
            En el Papa Pió IX tenemos un ejemplar admirable y un modelo maravilloso de de devoción auténtica y probada, de confianza consumada, de alegre esperanza y de caridad ardiente a nuestro Padre y Señor San José.

                                                                       P. Román Llamas,ocd


12 de agosto de 2014

San Cayo


 (Dalmacia) (283-296) Nació en Salona (Calmacia). Mártir. Elegido el 17.XII.283 murió el 22.IV.296. Sufrió el martirio pero no por parte de Diocleciano su tío.

El Papa San Sotero fue Pontífice durante 8 años, cerca de 167 a 175 (Harnack prefiere 166-174). Poseemos un fragmento de una interesante carta dirigida a él por San Dionisio de Corinto, quien escribe: “Desde el principio ha sido tu costumbre hacer el bien a todos los hermanos en diversas formas, y enviar limosnas a muchas iglesias en cada ciudad, aliviando la pobreza de aquellos que manifiestan sus necesidades, o ayudando a los hermanos en las minas; por las limosnas que tú has tenido el habito de proveer desde antaño; los romanos guardando la costumbre tradicional de los romanos; la cual su bendito Obispo Sotero, no solo ha preservado, sino que ha incluso acrecentado, al proveer la abundancia que él ha enviado a los santos, y por el adicional consuelo con benditas palabras a los hermanos que vinieron a él, como un padre ama a sus hijos”. “Hoy, por lo tanto, hemos guardado el santo día del Señor, en el cual hemos leído tu carta, la que tendremos que leer siempre y ser amonestados, así como la carta anterior que nos escribió el ministerio de Clemente” (Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia, IV.24). La carta que Sotero había escrito en nombre de su iglesia está perdida, aunque Harnack y otros han pretendido identificarla con la así llamada “Segunda Epístola de Clemente” (v. Clemente de Roma).

9 de agosto de 2014

Tu hermano cristiano de Irak te necesita

Creo que todos estamos al tanto de la triste e insostenible situación que viven nuestros hermanos cristianos de Irak. Hoy he leído que hay una plaza en la que los islamistas fanáticos y asesinos exhiben las cabezas de los niños cristianos asesinados.

La pregunta que todos nos hacemos es ¿Qué podemos hacer desde tan lejos para ayudarles? Hay muchas acciones que podemos emprender y que no deberíamos de dejar de hacer.

La primera y más importante de todas es orar y orar de corazón, haciendo nuestro el sufrimiento. Sintiendo que las personas que son asesinadas allí son nuestros hijos, hermanos, padres o abuelos, porque lo son. Somos hermanos por el bautismo y eso tiene que ser relevante para nosotros.

Después podemos hacer acciones simbólicas, que son importantes porque vemos que no somos unos pocos los que nos sentimos hermanados con estos cristianos sufrientes. En las redes sociales se proponen una serie de acciones:

  • Colocar en la foto de nuestro perfil la letra nun, con la que marcan las casas de los cristianos.
  • Utilizar el hashtag: #WeAreChristians cuando hablemos de este tema en las redes sociales
  • Compartir y/o retwittear los mensajes que creamos más adecuados a nuestra forma de unirnos a los sufriente hermanos de Irak.

También se propone poner en nuestras ventanas una vela o una foto de una vela, colocar la letra “nun” en nuestras puertas. De esta forma, también en el mundo físico visualizaremos que somos muchos los que sufrimos con nuestros hermanos irakíes.

Existen también iniciativas de ayuda por parte de “Ayuda a la Iglesia necesitada” que busca paliar, en algo, el sufrimiento de estos hermanos.

Pero hay que tener cuenta que nuestra participación en estas campañas deberían ser la consecuencia de sentirnos unidos a nuestros hermanos irakíes y orar por ellos como por nuestra propia familia.

No se trata de hacer campañas para quedar bien o para parecer solidario. Tampoco se trata de unirnos a un flashmove divertido. Participar es sencillo, con poner la letra nun y retwitterar un par de veces podríamos sentirnos bien con nosotros mismos, pero no se trata sólo de participar. Lo que nos pide el Señor es que ejercitemos la caridad desde la profundidad de nuestro ser. Caridad que es emoción, entendimiento y acción, no simples apariencias y actos automáticos.


Desde “Blogueros con el Papa” queremos señalar que cada uno de nosotros tenemos un sitio para orar y actuar por estos hermanos. Un sitio que nadie puede ocupar por usted y que es necesario que ocupe en este momento. Cada lágrima que derramemos por estos hermanos, será una bendición que reciban tarde o temprano. Esta es nuestra misión en este momento, estar presentes en Irak con todo nuestro ser y agarrarnos a cada uno de nuestros hermanos para protegerles lo mejor que podamos. No duden que una oración sincera y profunda es capaz de mover una montaña en este mundo. Gracias 

Néstor Mora

6 de agosto de 2014

DEVOCIÓN A SAN JOSÉ DEL BEATO PÍO IX PAPA I


            Sin duda el Beato Pío IX es el santo más devoto de San José entre los Papas anteriores a San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Son muchos los hechos que lo atestiguan.
            El Beato Pío IX nació en Senigallia (Italia) el 15 de mayo de 1792 y ese mismo día fe bautizado imponiéndole el nombre de Giovanni María Mastai Ferreti
            Se decidió a seguir la carrera eclesiástica después de ser curado por la Virgen De Loreto de una grave enfermedad que le impidió seguir los estudios civiles, y fue ordenado sacerdote en 1819. En su vida sacerdotal era muy fiel a la oración diaria y al examen de conciencia.
            A los 6 años de sacerdote fue nombrado obispo de la Archidiócesis de Espoleto. Luego fue trasladado a la de Imola, Vivió como pastor íntegro, lleno de caridad.
            En 1840, con apenas 48 años fue creado cardenal y en la tarde del 16 de julio de 1846 fue elegido Papa. Murió el 2 de febrero de de 1878. Fue el Papado más largo de la historia de la Iglesia. A su muerte San Juan Bosco profetizó: “Hoy se ha extinguido la luz del sumo e incomparable astro de la Iglesia, el Papa Pío IX, Dentro de poco tiempo estará en los altares”. Y el Beato José Baldo se expresó así: “Vendrá un día en que nuestro siglo tomará el nombre de un Papa extraordinario, el Papa Pío IX, Dirá la historia que todo el mundo tuvo los ojos clavados en Pío IX. Dirá que tuvo la fuerza del león y al mismo tiempo la amabilidad, la ternura y suavidad de una madre”.
            Tuvo una excepcional y eximia devoción a la Virgen María y a su santísimo esposo san José. Él mismo nos confiesa en la Letra apostólica Inclytum Patriarcam, escrita un año después de la proclamación de san José como Patrono de la Iglesia, que le ha nombrado tal “movido por la singular devoción con que desde la adolescencia se vio afectado hacia el mismo santo Patriarca”. Y con anterioridad en el Decreto Inclytus Patriarca Joseph del 10 de septiembre de 1847 había dicho que acogió las preces que le dirigieron los Ven. Cardenales de la Iglesia católica y de muchísimos fieles para extender a toda la Iglesia la fiesta del Patrocino de san José “con apostólica benignidad porque son plenamente conformes con su singular piedad para con san José”
            Siempre fue gran devoto de san José. Y expresión de su devoción temprana a san José es la Novena que predicó en su honor y alabanza en la iglesia de San Ignacio de Roma en 1823 a sus 26 años, en la que cada día derrama gozoso su amor y devoción al Santo y su valoración altísima de sus sublimes virtudes y privilegios, y pienso que si le encargaron la predicación de la Novena es porque sabían de su devoción al glorioso Patriarca.
            Un año después de ser elegido Papa, el 1 de septiembre de 1847 publicó un Decreto: Inclytus Patriarca Joseph por el que a petición de los Cardenales de Roma y de muchísimos fieles del mundo entero extendió a toda la Iglesia, la fiesta del Patrocinio de san José, “con gran gozo de nuestro corazón”, mandando celebrarla el tercer domingo después de Pascua y la hace fiesta de precepto. Esta fiesta ya se celebraba en diversas Órdenes religiosas y diócesis en Europa y Estados Unidos y Canadá. A los primeros que les fue concedido por Inocencio XI en 1680 celebrar esta fiesta fue a los carmelitas descalzos de España e Italia. 
            En este Decreto san José es presentado como mediador misericordioso y eficaz patrono delante de Dios, que alcanza con su valiosísima intercesión lo que la posibilidad humana no puede conseguir. Esta protección valiosísima se extiende a todas las necesidades de alma y cuerpo, como había ya proclamado santa Teresa de Jesús desde su propia experiencia. Y esta dignidad y poder omnímodo es consecuencia de su elección tan sublime de ser padre putativo de Jesús, el Hijo unigénito del Padre del cielo, por su matrimonio con María, y de ser el esposo verdadero de María, la Reina del mundo y Señora de los ángeles. Se trata de dos títulos únicos y exclusivos suyos, que exceden inmensamente en dignidad y santidad a cualquier otro título y prerrogativas, por sublimes que sean, y que le convierten en un Patriarca ínclito, excelente, eminente, distinguido, único que sobresale extraordinariamente en dignidad y santidad.
Para que san José pudiera llevar a cabo cabalmente esta misión de tal esposo v de tal padre, que conlleva el más alto grado de dignidad y santidad después de María, era necesario que Dios, el Padre Omnipotente, lo enriqueciese con gracias singulares y acumulase en él  abundantísimos carismas celestes. Y así lo hizo. En San José el Padre del cielo sobreabundó en gracias, privilegios y dones.
Por su arte san José cumplió maravillosamente la misión que el Padre le había encomendado de custodio de Jesús y de María; con prontitud extraordinariamente inenarrable estuvo siempre pronto a sus órdenes, obedeció en todo y de manera ininterrumpida a la voluntad y designios de Dios. Y de tal manera agradó a Dios con su obediencia que fue el dilecto de Dios y coronado de gloria y honor en el cielo, donde el Padre le ha dado un nuevo oficio, una nueva misión: ayudar a la muy miserable condición humana con sus copiosos méritos, con el poder omnipotente de su oración y obtener para todo el mundo –es Patrono de toda la Iglesia- con su valiosísima intercesión lo que solo él puede conseguir, que no en vano sus peticiones a su Hijo Jesús, este la toma como mandatos de su padre y los cumple siempre.
Se trata de un Decreto realmente singular sobre san José en el que por primera vez en los documentos pontificios se llama al santo Patriarca padre putativo del Hijo unigénito de Dios, además del de esposo de María. En él encontramos el primer tratadito oficial sobre san José, es verdad en miniatura, pero con referencia exacta a sus títulos, grandeza, dignidad, santidad y misión extendida a todo el mundo.

                                                           P. Román Llamas,ocd


5 de agosto de 2014

Papa San Eutiquiano



Sucedió al Papa San Félix I algunos días después de la muerte de éste y gobernó la Iglesia desde enero de 275 hasta el 7 de diciembre de 283. No sabemos ningún detalle de su pontificado. El rito para bendecir el producto de los campos, atribuido a él por el "Liber Pontificalis", pertenece indudablemente a un período posterior. La declaración de que él promulgó reglas para el entierro de mártires y que enterró algunos de ellos con sus propias manos, tiene solamente una demanda leve a la aceptación, puesto que después de la muerte de Aureliano (275) la Iglesia gozó de una larga tregua en la persecución. Es altamente probable que Eutiquiano no halla muerto como un mártir. El calendario romano del siglo IV lo menciona (el 8 de diciembre) en el "Depositio Episcoporum", pero no en su lista de mártires. Sus restos fueron colocados en la capilla papal en la [[[catacumba[[ de Calixto. Cuando esta famosa cripta fue descubierta, los fragmentos del epitafio de Eutiquiano fueron encontrados, es decir su nombre (en las letras griegas): EUTYCHIANOS EPIS (KOPOS). Su fiesta se celebra el 8 de diciembre.

1 de agosto de 2014

Religiosas del LCWR Promueven Apostasía e Ideologías Ajenas a Nuestra Fe.

     Cardenal Gerhard Ludwig Muller                           Barbara Marx Hubbard
Prefecto de la Congregación para la                            Ideóloga Coevolucionista
Doctrina de la Fe


“La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor nos dejó…”

                          -Papa Benedicto XVI. Motu proprio ‘Porta Fidei’,  (La Puerta de la Fe) No. 6-
        
         Con estas palabras, el Papa Benedicto XVI anunciaba el inicio del  Año de la Fe, por iniciar en Octubre del 2012, enfatizando que la fe de la Iglesia es la que sostiene y anima el testimonio de vida cristiana. Estas palabras aplican a todos nosotros los bautizados que nos hemos comprometido a vivir la fe; pero esto es aún más relevante para quienes han sido llamados a ofrecer a la Iglesia y al mundo, el testimonio de la vida consagrada.

 No obstante el ánimo de renovación que proclamaba el Papa Benedicto XVI desde Octubre del 2011, cuando publicó ‘Porta Fidei’, surgían voces de disensión y apostasía desde el interior de la misma Iglesia. Las religiosas que integran el LCWR (Leadership Conference of Women Religious), que agrupa a religiosas de la mayoría de las congregaciones de religiosas en Estados Unidos, desafiaban abiertamente a la CDF (Congregación para la Doctrina de la Fe), y al  Cardenal William Levada, en ese entonces, el Prefecto,  en presencia  del Arzobispo Peter Sartain, como delegado. La junta había sido requerida por el LCWR, para tratar sobre lo que la Hna. Pat Farrell, OSF, su presidente, consideraba ‘deficiencias en el proceso de evaluación doctrinal que CDF había reportado en Abril del 2012’.

La evaluación de la CDF había sido solicitada desde el 2009, cuando el Cardenal Levada envió una misiva dirigida al LCWR, informándoles de la decisión de iniciar esta evaluación doctrinal. La carta se refería a una junta que habían sostenido el 2001 en Roma, las directoras del LCWR con staff de la CDF, en donde se les indicó que debían reportar iniciativas planeadas o ya en proceso por dicha conferencia, para promover las enseñanzas de la Iglesia entre sus comunidades, especialmente la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, que es la Declaración de esta Congregación Dominus Jesus, y el problema de la homosexualidad. La carta contenía la siguiente observación: “Dado el tenor y el contenido doctrinal de varias declaraciones en las asambleas anuales del LCWR a través de los años, este Discaterio concluye que los problemas que habían motivado su solicitud del 2001 continúan presentes”. Del 2001 al 2012, no se había observado ninguna corrección y continuaban las desviaciones doctrinales y el activismo.

El propósito de esta evaluación doctrinal fue ayudar al LCWR en su misión de promover una visión de comunión eclesial basada en la fe en Cristo y en las enseñanzas de la Iglesia, con fidelidad a las orientaciones del Magisterium.

La Hna. Pat Farrell no limitó este desviado contenido doctrinal a las asambleas anuales, emprendió una campaña mediática para atacar al Discaterio, habiendo concedido entrevistas en algunos de los medios seculares y otros muy radicales. Una de las más notorias fue la que concedió a NPR (National Public Radio).

Por su parte, el Cardenal de Nueva York, Timothy Dolan respondió en actitud conciliadora a través de un medio católico, The Catholic Channel (Sirius XM canal 129), fue un programa de preguntas y respuestas por teléfono, en donde también se habló de la reforma del LCWR. El Cardenal descartó el argumento que se estaba propagando en el sentido de que la Iglesia  silenciaba a las mujeres religiosas: “Yo creo que la Congregación para la Doctrina de la Fe está más bien diciendo, ‘hermanas,  apreciamos nuestro diálogo’ y el documento se extiende hasta el grado de alabar su brillante trabajo. Aun así, creo que la Santa Sede está diciendo ‘estamos tratando lo mejor para escucharlas, hermanas, las amamos, les agradecemos y apreciamos lo que hacen, queremos que continúen su trabajo. Lo que les pedimos es: ¿Podrían dedicarle su atención a algunas cosas que nos preocupan?” Evidentemente, las hermanas no están escuchando a la Iglesia.

Fue así que el 30 de Abril del 2014, el nuevo Prefecto de CDF, Cardenal Gerhard Müller, en nueva junta entre CDF y superioras del LCWR, hizo algunas indicaciones precisas sobre la implementación de la Evaluación Doctrinal, especialmente sobre la revisión de los estatutos y constituciones del LCWR. Esta Evaluación contenía conclusiones sobre las posiciones teológicas del LCWR, observando que la organización estaba auspiciando y promoviendo teorías y Gnosticismo incompatibles con la Fe Católica. El objetivo de estas observaciones estaba orientado a hacer que el LCWR reflexionara más explícitamente en la misión de una Conferencia de Superiores, como algo centrado en Jesús y apoyada en las enseñanzas de la Iglesia sobre la vida consagrada.

El Cardenal Müller fue explícito desde sus comentarios iniciales: “Hemos sido informados que desde el principio, las oficiales del LCWR han juzgado la Evaluación Doctrinal considerándola ‘errada’ y sus hallazgos como ‘acusaciones no probadas; mientras que las así llamadas ‘sanciones’ fueron ‘desproporcionadas al alcance de la organización, afectando su habilidad para cumplir su misión’. Es mi intención, al discutir estos asuntos franca y abiertamente con ustedes, ofrecerles una explicación sobre porqué creemos que las conclusiones de la Evaluación Doctrinal son precisas y ofrecen el camino de reforma necesario para asegurar que la vida religiosa florezca en Estados Unidos”.

Una lectura objetiva de estos pronunciamientos nos hace ver que el Cardenal Müller no está ‘jugando poker’ con el LCWR. Hizo sus observaciones respetuosamente, sin cambiar postura o eludir detalles; punto por punto fue clarificando cómo el LCWR no ha respondido debidamente a la Evaluación Doctrinal y qué es lo que sus líderes necesitan hacer. Sin dibujar ninguna línea en la arena, el Cardenal Müller más bien, dejaba entrever que ya había una línea trazada en la arena, al concluir: “El LCWR, como una entidad canónica dependiente de la Santa Sede tiene la profunda obligación de promover la fe, como el fundamento esencial de la vida religiosa. El estatus canónico y la visión eclesial van mano a mano, y en esta fase de implementación de la Evaluación Doctrinal, buscamos una expresión más clara de esa visión eclesial y signos más substanciales de colaboración”

Las líderes del LCWR volvieron a emprender otra campaña mediática contra los obispos y el CDF. Sus puntos de vista fueron ampliamente difundidos, mientras que las observaciones del Cardenal Müller fueron distorsionadas y no se citaban fuentes autorizadas de la Iglesia.  De hecho,  el LCWR ha caído teológicamente en errores, independientemente de que sus líderes sólo se ocupan de su imagen en los medios. No parecen ser las mismas hermanas que dieron testimonio heroico por varias generaciones, en las escuelas católicas, hospitales, agencias de servicios sociales y en universidades; que ha quedado grabado en la memoria de muchos católicos y no-católicos, a quienes sirvieron desinteresadamente. El perfil actual del LCWR proyecta una filiación más compatible con un partido político socialista,  que fidelidad a sus votos religiosos.

Lo que promueven son corrientes de Gnosticismo que la Iglesia ya había combatido desde los siglos II y III. Una de las ideologías que menciona la Evaluación Doctrinal es la ‘Cocreación’.  El LCWR ha invitado varias veces a sus asambleas a Barbara Marx Hubbard, que sus líderes consideran ‘futurista visionaria’ y ella misma se dice ‘Evolucionista de la Conciencia’. Es una combinación de tendencia ‘New Age’ con un evolucionismo escalofriante. En sus propias palabras, Barbara Marx Hubbard  dice: “Según el lenguaje tradicional religioso, hemos sido creados a imagen de Dios y nos estamos pareciendo más a Dios. En el lenguaje evolucionario, nos estamos volviendo más coevolucionarios en el proceso. En la cocreación, nosotros portamos dos variedades –nuestra esencia espiritual y nuestras capacidades científicas y sociales- para participar en la creación. Cuando estas variedades se mezclan, nace un nuevo ser humano: un humano universal, un cocreador, una expresión  única y personal de lo divino. El paso más fundamental de un cocreador es una nueva espiritualidad, en la cual nosotros cambiamos nuestra relación con el proceso creativo, de creatura a cocreador –de evolución  inconsciente a consciente….” Esta ideología  no es otra que la exaltación del pecado de la soberbia en la voz del mismo demonio. Otra vez, como en Génesis 3, 5: “Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”.

La Evolución de la Conciencia quiere que la humanidad compita con Dios. Proclama que la humanidad ya tiene la habilidad de seleccionar cómo seremos en el futuro, como se transformará la especie Homo Sapiens, partiendo de los avances de la ciencia, medicina, biotecnología, sicología y espiritualidad. Asume que los seres humanos estamos en la cresta de una evolución continua del universo. Sostiene algunos conceptos mal fundamentados en base a la llamada Teoría Integral, el cerebro global, a la conciencia colectiva y hasta citan la noósfera de Pierre Teilhard de Chardin. Además de Barbara Marx Hubbard, hay otros notables ideólogos, como Ervin Laszlo y Andrew Cohen, pero el LCWR prefiere a la feminista radical Hubbard.

Después de la carta del Cardenal Müller, Barbara Marx Hubbard respondió en ‘National Catholic Reporter’ a algunas de sus observaciones. Müller había ido a la raíz de los errores propuestos por LCWR, declarando: “Las tesis fundamentales de la evolución de la conciencia se oponen a la Revelación Cristiana. Cuando se consideran sin debida reflexión, conducen necesariamente a errores fundamentales con respecto a la omnipotencia de Dios, la Encarnación de Cristo, la realidad del pecado original, la necesidad de salvación y la naturaleza definitiva de la acción salvífica de Cristo en el Misterio Pascual”. No descartó que ese enfoque tan intenso en estas ideas coevolucionarias les ha robado a las religiosas la habilidad de sentire cum Ecclesia (pensar con la Iglesia, abrazando sus enseñanzas).  Por su parte. Barbara Marx Hubbard que es judía agnóstica, respondió que las tesis de la coevolución no están en conflicto con las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, cree que falta una visión cósmica a nuestra fe.

Para quienes se sienten atraídos por estas ideologías, vale la pena recordarles del Orden Cósmico Trinitario y esto no es una novedad. Como Católicos estamos llamados a proclamar nuestra fe, aun en este mundo contemporáneo que se ha venido definiendo rápidamente por nuevos descubrimientos en los campos de la Física, Neurociencia, Cosmología, etc.  En esta perspectiva, hay un texto de san Gregorio Nacianceno que puede ser muy iluminador. Dice que en el mismo momento en que los Magos, guiados por la estrella, adoraron al nuevo rey, Cristo, llegó el fin para la astrología, porque desde entonces las estrellas giran según la órbita establecida por Cristo. La Trinidad y Cristo constituyen la fuente y el culmen de todo en la creación. Es posible que algunas personas se dejen llevar por ignorancia, por las tendencias y falta de compromiso, ya que no han profundizado en la Verdad de nuestra fe, pero si nos proponemos hacerlo, aceptaremos con más entusiasmo las enseñanzas de la Iglesia. Eso mismo se les pide a las religiosas del LCWR.


      Puerta de la Catedral Almudena en Madrid.



El Papa Benedicto XVI nos ofrece una perspectiva sobre este panorama: “en esta escena se invierte la concepción del mundo de entonces que, de modo diverso, también hoy está nuevamente en auge. No son los elementos del cosmos, las leyes de la materia, lo que en definitiva gobierna el mundo y el hombre, sino que es un Dios personal quien gobierna las estrellas, es decir, el universo; la última instancia no son las leyes de la materia y de la evolución, sino la razón, la voluntad, el amor: una Persona” (Spe Salvi, 5).

Como Iglesia, necesitamos retornar al Evangelio proclamado por Jesús, el histórico, para combatir estas apostasías, centrarnos en el Reino de Dios, que representa el gobierno de la Trinidad. Esto puede servir para configurar todas nuestras relaciones y estructuras en la Iglesia, de tal manera que el Catolicismo esté cimentado en comunidades cósmicamente Crísticas, compasivas, interconectadas y  contemplativas.

Ya contamos con  modelos de conectividad con el Cristo Cósmico, que prueban que la ‘economía de la salvación’ nos invita a desarrollar nuestra conciencia para darnos cuenta que el plan de Dios para el universo tiene un patrón Trinitario y Cósmico, que comprende la Iglesia y el Mundo de hoy. En ‘The Spirit of the Liturgy’,  publicada en 1999, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger escribe sobre el Cosmos, invocando dos cánticos de San Pablo para invocar un nuevo orden cósmico: “…el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo”. (2 Corintios 5, 17). La conciencia de esta realidad nos invita a desarrollar nuestras relaciones hacia un nuevo orden, es decir, erradicar todo aquello que refleje el viejo orden, como el racismo, etnocentrismo, clasismo, discriminación laboral, etc., para cambiarlo por formas de igualdad que reflejen la Trinidad.  “Los que os habéis bautizado en Cristo os habéis revestido de Cristo” (Gálatas 3, 27).  Ratzinger nuevamente advierte sobre estas tendencias evolucionarias modernas y cita a Teilhard de Chardin en el contexto correcto sobre la ‘Nóosfera’, “en donde él veía un cosmos en proceso ascendente y una serie de uniones que conducen a uniones más complejas, en las cuales el espíritu lo abraza todo y lo mezcla en una especie de organismo vivo. Partiendo de estos dos cánticos, Teilhard ve en Cristo a la energía que avanza hacia la nóosfera incorporando todo hacia sí en su totalidad. A partir de aquí, Teilhard le viene a dar un nuevo significado al culto Cristiano: la hostia en transubstanciación es la anticipación de la transformación y divinización de la materia en su totalidad ‘cristológica’. Es así, que la Eucaristía provee el movimiento del cosmos con su dirección; anticipando su meta y  apresurándola”.

La Iglesia no nos ofrece una fe fragmentada. Podemos revisar en los evangelios, los pasajes que se refieren al Hijo del Hombre. Jesús habla de sí mismo como pre-existente, se presenta como la figura que retornará en gloria cósmica.

“Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, existe y fue creado”. (Apocalipsis 4, 11).

Las religiosas del LCWR necesitan acatar las disposiciones de la CDF para cumplir la misión que Dios les ha encomendado y que ellas mismas han aceptado en sus votos, pero aún más importante, por su salvación personal y para que no se pierdan del gozoso encuentro con  Jesús, el esposo cósmico que las llamará según Su Voluntad.

-Yvette Camou-
                                                    Bibliografía:
Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer. Licencia de la Conferencia Episcopal Española. Bilbao, España. 2008.

Crosby, Michael, Fr. ‘Evolutionary consciousness points to a Trinitarian cosmic order’. National Catholic Register.  Print Edition. June 6th-19th, 2014.

Global Zenit News.  Rome's Zenit News.(English).  Fecha: Mayo 9, 2012./Cardinal Timothy Dolan’s Blog, Archdiocese of New York. May 8th, 2012.

Hubbard, Barbara Marx. Marx Hubbard responds to Cardinal Müller's LCWR comments, National Catholic Reporter, May 13th, 2014/The Catholic Progressive. May 13th-14th, 2014.

Müller, Gerhard Cardinal. Meeting of the Superiors of the Congregation for the Doctrine of the Faith with the Presidency of the Leadership Conference of Women Religious (LCWR), April 30th, 2014.


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