Hay
momentos que la carga se hace pesada. La rutina amenaza con vaciar tu
vida y tu fe se diluye lentamente en un actuar que se desencarna de tu
propia vida. Te sientes frágil, débil y tus flaquezas quieren pedirte
una tregua. Miras cada día como una carga y tus, mal llamados deberes,
empiezan a ser una carga. Son momentos de duda, de tribulaciones, de
decaimiento, de pensamientos vanos y de intenciones de abandonar.
Es
la hora de los apegos, de la inclinación a lo fácil, lo cómodo, del
bienestar, del egoísmo, del individualismo, del mirar única y solamente
para ti. Es la hora de las preguntas y del buscar un sentido que
justifique tu huida, tu cansancio, tu indisciplina.
Te
pesan tus oraciones; te pesan tus rezos; busca encontrar razones que
justifiquen el dejarlo. Te dices que no tiene sentido, que te encuentras
vacío, que la cruz es demasiado pesada, que te cansas y se te hace muy
duro seguir. Realmente, ¿qué te ocurre?
No
te pierdas en rezar; no te pierdas en disciplinarte; no te pierdas ni
te busque en tus propias fuerzas. Sólo, simplemente sólo, agárrate a ÉL.
No es un código de disciplina, de rezos u oraciones, es simplemente un Amigo.
Un Amigo que nunca falla. Es eso lo que tienes que pensar y recordar
desde el principio de tu vida. Siempre ha estado ahí, desde tus primeras
escuchas, desde tus primeras palabras.
Siempre
está dispuesto y presto a escucharte, a acompañarte, a responderte.
Ahora, cuando estás en momentos de dudas, de cansancio, de fracasos, de
incomprensiones, de soledades, de olvidos, de falta de afecto, de
caricias, de baja economía, de inseguridades, de futuro incierto, sin
techo, sin soluciones rápidas... Con sufrimientos, desesperado, sin
saber qué camino tomar, desconcertado, angustiado...
Descansa
en ÉL. No te puedo decir como lo puedes hacer, pero ten confianza,
descansa en ÉL. Abandona todo lo que te cuestiona, todo lo que te
apunta... Mírale sólo a ÉL, y arrímate, acércate a ÉL. Son los momentos
de visitarle, de hablarle. Vacíate y descárgate en ÉL. Desahógate,
limpia todo tu interior, sigue sus consejos y confiésate en ÉL. Camina
con los suyos, con los que como tú se agarran a ÉL. En y con ellos
encontrarás formas de verle a ÉL también. No te quedes sólo.
Súmate en el camino bloguero con el Papa. Encontraremos apoyo, consuelo, fortaleza y el sentirnos cerca, alentándonos, confortándonos, animándonos... Participa, ábrete a tus reflexiones, colabora y arrímate al calor de vivir tu palabra desde La Palabra en el ESPÍRITU SANTO.
Súmate en el camino bloguero con el Papa. Encontraremos apoyo, consuelo, fortaleza y el sentirnos cerca, alentándonos, confortándonos, animándonos... Participa, ábrete a tus reflexiones, colabora y arrímate al calor de vivir tu palabra desde La Palabra en el ESPÍRITU SANTO.
Y
acude a visitarle, y a tomar su propio Alimento. Siempre lo más que
puedas. Todos los días, si te es posible. Háblale, mira en su Palabra lo
que te dice... Trátalo de entender, de discernir y escúchale. Los
momentos seguirán ahí, no desaparecerán como por arte de magia, pero irá
naciendo otra forma de ver, de mirar, de pensar, de sentir, de vivir.
Porque
ÉL es la Vida, es el Camino, y es la Verdad. Y en ÉL todo se hace suave
y ligero. ÉL es la Palabra, la Palabra que te habla y también que te
escucha. Seguirle supone escucharle, siempre, pero sobre todo en los
momentos de...
Muchos,
lo sé, lo han experimentado, han recorrido esa ruta. Quizás en peores
circunstancias que tú y que yo. Y han llegado a descubrir el oasis de
paz y gozo que se encuentra en su amistad y cercanía. Ten confianza, eso
afirmará tu fe.