No creo equivocarme y si
quedarme muy corto, si digo que la “noche oscura” por la que pasó José al ver
el nuevo estado de María, ha sido una
de las más dolorosas que haya pasado persona humana alguna, acompañado del
silencio no menos doloroso de la dulcísima y obediente doncella, a la espera de
que llegase el momento en el que el Espíritu Santo, su Divino Esposo, le diese
la noticia al “justo” de Nazaret.
Sufrimiento de la divina
doncella, por la angustiosa espera hasta que José pasase la prueba exigida por
Dios, para que ni más ni menos, nos abriese las puertas del Paraíso a toda la
humanidad.
Prueba que necesitaba otro
INMENSO SALTO DE FE, ahora de José, para arrodillar los razonamientos de su
puro y humano entendimiento y postrarse ante EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN.
Había que preparar el matrimonio
de María y José, para que entonasen al AMADO el más sublime y dulce “CANTAR DE
LOS CANTARES”.
Que lejos quedan los amores,
aun siendo tan puros, de Francisco y Clara, o los de Teresa y Juan de la Cruz,
con los que vivieron María y José.
Que inmenso dolor el que están
sufriendo María y José, por la bajeza con que hablan de tan santo matrimonio,
hasta personas que se consagraron desde las “primeras horas del día” al
Señor.
Corrijamos, corrijamos tan
equivocada postura, para no quedarnos sin aceite en las lámparas, cuando llegue
la hora de la verdad.
Y
es que LA PERFECTÍSIMA Y PERPETUA VIRGINIDAD DE MARÍA, puede ir ocultándose de
la vista de nuestras almas, cuando con nuestro pensamientos, palabras u obras
vamos concediendo terreno al “espíritu que anima a este mundo”.
andrésdeMaría