31 de diciembre de 2021

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


  

 *ORACION FIN DE AÑO*

Antes de comenzar el nuevo año, podemos dar gracias por todas las personas y acontecimientos positivos del año viejo, para cargarnos de energía; y pedir perdón por lo que no hicimos bien_ :

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También perdón por no corresponder a tu amor, por la oración que poco a poco fui aplazando. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón. Amén.

Desde mi parrquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina 
FELIZ AÑO NUEVO

 

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

 

*ORACION POR LA FAMILIA*

Señor, ¡Qué importante y decisiva es la familia para cada persona! Aunque toda familia tiene sus problemas, ¡cuántas cosas buenas podemos recibir de ellas! ¡Cuánto amor gratuito, cuántos desvelos, cuántos sacrificios por el bien de los hijos o los nietos.

Pero también es cierto que quien nos puede dar lo mejor también nos puede dar problemas. Ayúdame a curar las heridas provocadas por los míos y dame fuerza para estar cerca y apoyar a quienes sufren en su propio hogar.

Gracias por esa familia alargada, formada por las personas que comparten la vida, la fe, las angustias y las alegrías; por las que me apoyan y ayudan cuando tengo problemas, me consuelan cuando sufro,  me acompañan en la soledad, aman más a los que más lo necesitan. Gracias por tantos hombres y mujeres que cumplen tu voluntad, aunque no te conozcan. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

29 de diciembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

No fue nada fácil la huida a Egipto. Primero, porque cuesta comprender la tiranía y el miedo de aquellos que se sienten amenazados al perder su estatus y poder. Cuánta ambición de poder y riqueza que lleva hasta matar a unos inocentes. Y por otro lado, la humildad de José, humilde y obediente, que se fía de la señal que el ángel le descubre. El santo Padre nos alienta y anima con esta hermosa catequesis sobre San José.

 


 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 29 de diciembre de 2021

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Catequesis sobre san José 5. San José, emigrante perseguido y valiente

Queridos hermanos y hermanas:

Reflexionamos hoy, en este fin de año, sobre san José como emigrante perseguido y valiente, según lo que nos refiere san Mateo en el pasaje de la Huida a Egipto que hoy hemos escuchado. La Sagrada Familia, como tantos de nuestros hermanos y hermanas en la actualidad, experimentó también la injusticia y el sufrimiento de tener que dejar la propia patria debido a la prepotencia y violencia del poderoso de turno.

En este escenario se contraponen dos personajes. Por una parte, Herodes, que sintiéndose amenazado por el nacimiento del “rey de los judíos” y, defender su propio poder, decide asesinar a todos los niños de Belén menores de dos años. Él es símbolo de muchos tiranos de ayer y de hoy que quieren vencer sus miedos ejerciendo el poder de manera despótica y violenta. Por otra parte, san José, hombre justo y valiente, que para salvar la vida del niño y de la Virgen, se fía de la indicación del ángel y afronta todas las dificultades y peligros del viaje.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En este tiempo de Navidad, imploremos al Señor Jesús, por intercesión de la Virgen y de san José, que nos conceda la gracia de fiarnos de la Providencia divina en todo momento, y también la valentía de acoger con espíritu cristiano de caridad y solidaridad a todos nuestros hermanos y hermanas que han tenido que huir de su tierra y abandonar sus hogares. Que el Señor nos conceda un año nuevo lleno de sus dones y sus bendiciones. Muchas gracias.

28 de diciembre de 2021

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACION: CORAZÓN AGRADECIDO*

Tengo que proclamar bien fuerte lo que Tú, Señor, has hecho conmigo.

Tú me amaste, aún antes de que yo abriera los ojos a la luz de este mundo. Cada Navidad y cada día te vistes de carne, para que te vea. Me miraste con cariño, sonriendo, y me invitaste a seguirte, a vivir contigo y como Tú. Diste tu vida por mí, porque me amas, para que te ame. Abriste tu corazón para que entrara; me regalaste tu mismo Espíritu.

Contaré lo que Tú, Señor, has hecho conmigo. Viniste un día a mí y te quedaste conmigo. Me dijiste que me amabas y que contabas conmigo.

Diré lo que Tú, Señor, me pides: que ame, sólo eso. Que te ame a ti y a mis hermanos. Me aseguras tu fidelidad, que nunca se aparta de mi vida, porque aunque yo falle, Tú siempre estás conmigo. Amen. 

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

27 de diciembre de 2021

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 

 *ORACION: AGRADECIDOS COMO MARÍA*

Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas, para servir a quién lo necesite, como los de María. Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.

Gracias por las personas acogedoras, como Isabel.

Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme. Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial. Gracias por las personas que confían en mí.

Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe,

con las que puedo comprobar que mi fe no es una locura, con las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil, con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

25 de diciembre de 2021

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION DE NAVIDAD*

Jesús, al nacer te hiciste pequeño y humilde, para que no te tengamos miedo y te acojamos, para curar nuestros aires de grandeza.

Jesús, fuiste un bebé para mostrarnos tu ternura, para que podamos sentir y gozar con tu cariño, para que nuestro corazón sepa recibir y regalar amor.

Jesús, te has acercado a nosotros, a todas las personas, para encontrarte con nosotros y darnos tu alegría, para que nos acerquemos a cuantos nos necesitan.

Jesús sigues a nuestro lado, en el corazón de cada persona, en el pan que comulgamos. Gracias por tu cercanía, por tu alegría, por tu paz. Amén

FELIZ NAVIDAD

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

  

*ORACION: GRACIAS, SEÑOR* 

Gracias, Señor, porque cuentas con personas pequeñas y humildes, por fijarte y llamar a María, por contar conmigo. 

Gracias porque jamás avasallas; propusiste, no impusiste a María la misión de ser Madre de Jesús y esperaste su respuesta. También a mí me muestras una misión y esperas, a veces muchos años, mi aceptación. 

Gracias, Señor, porque tú haces posible lo imposible, en María, en mí y en todas las personas que se fían de ti y cumplen tu voluntad. 

Gracias, Señor, por tu Espíritu Santo, el Espíritu creador de vida, en el alma y en el cuerpo de María, en nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo.

Gracias, María; por enseñarnos a preguntar a Dios lo que no entendemos; por fiarte de Él; por ayudarnos a decir contigo y como tú: "Hágase en mi según tu palabra". Amén.

FELIZ NAVIDAD

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

24 de diciembre de 2021

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 

 *ORACION: Sales a mi encuentro*

Tú me recuerdas cómo sales a mi encuentro siempre que estoy perdido, siempre que me alejo de ti.

Tú conoces mi desvalimiento, mi pequeñez, mi inconstancia, mis incoherencias y errores, y con ellos me quieres, Señor.

Tu sabes bien, Señor, qué es lo que me distrae de ti, lo que me hace mediocre.

Pero Tú, Señor, vienes a salvarme, me rescatas como oveja perdida y me metes en tu redil, que es donde están las fuentes de la Vida.

Tú te las arreglas, Señor, aunque yo me aleje, para que viva mi historia junto a ti.

Gracias, Señor, no puedo más que cantar tus maravillas y agradecer tus desvelos. Yo soy del todo tuyo, Dios mío. Amén

Desde mi parroquia, por el párroco
 D. Juan Carlos Medina Medina
 
DESDE MI PARROQUIA
"FELIZ NAVIDAD"

23 de diciembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco nos recuerda y nos llama la atención a reflexionar sobre a quienes va dirigido el anuncio de la Buena Noticia que viene, digamos, adjunta al nacimiento de Jesús. Solo la pueden recibir los pobres - pastores -  que en su pobreza se siente frágiles, tal como nos dice el Papa, y necesitan ser asistidos y salvados en sus necesidades. Y, también, aquellos que siendo rico no están apegados a sus riquezas - ejemplo de los magos - que buscan el verdadero sentido a sus vidas.

Dejemos que también ese Niño-Dios nazca en nuestros corazones haciéndole un hueco para que se quede     hospedado en nuestro interior y transforme nuestros corazones. Amén.

 



PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 22 de diciembre de 2021

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El nacimiento de Jesús

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, a pocos días de la Navidad, quisiera recordar con vosotros el evento del cual no puede prescindir la historia: el nacimiento de Jesús.

Para cumplir el decreto del emperador César Augusto, que ordenaba registrarse en el censo del propio pueblo de procedencia, José y María van de Nazaret a Belén. Nada más llegar, buscan en seguida alojamiento, porque el parto es inminente; pero lamentablemente no lo encuentran, y entonces María se ve obligada a dar a luz en un pesebre (cf. Lc 2,1-7).

Pensemos: ¡el Creador del universo… a Él no le fue concedido un lugar para nacer! Quizá fue una anticipación de lo que dice el evangelista Juan: «Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron» (1,11); y de lo que Jesús mismo dirá: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58).

Fue un ángel quien anunció el nacimiento de Jesús, y lo hizo a los pastores humildes. Y fue una estrella la que indicó a los Magos el camino para llegar a Belén (cf. Mt 2,1.9-10). El ángel es un mensajero de Dios. La estrella recuerda que Dios creó la luz (Gen 1,3) y que ese Niño será “la luz del mundo”, como Él mismo se autodefinirá (cf. Jn 8,12.46), la «luz verdadera […] que ilumina a todo hombre» (Jn 1,9), que «brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron» (v. 5).

Los pastores representan a los pobres de Israel, personas humildes que interiormente viven con la conciencia de la propia carencia, y precisamente por esto confían más que los otros en Dios. Son ellos los primeros en ver al Hijo de Dios hecho hombre, y este encuentro les cambia profundamente. Cuenta el Evangelio que se volvieron «glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20).

En torno a Jesús recién nacido hay también tres Magos (cf. Mt 2,1-12). Los Evangelios no dicen que fueran reyes, ni el número, ni sus nombres. Con certeza se sabe solo que desde un país lejano de Oriente (se puede pensar en Babilonia, Arabia o a en la Persia de aquella época) se pusieron en viaje para buscar al Rey de los Judíos, que en su corazón identifican con Dios, porque dicen que le quieren adorar. Los Magos representan a los pueblos paganos, en particular a todos aquellos que a lo largo de los siglos buscan a Dios y se ponen en camino para encontrarlo. Representan también a los ricos y a los poderosos, pero solo a los que no son esclavos de la posesión, que no están “poseídos” por las cosas que creen poseer.

El mensaje del Evangelio es claro: el nacimiento de Jesús es un evento universal que afecta a todos los hombres.

Queridos hermanos y queridas hermanas, solo la humildad es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida.

Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos “aislados”, estamos aislados de la comprensión de Dios, de la compresión de nosotros mismos. Es necesario ser humildes para entendernos a nosotros mismos, mucho más para entender a Dios. Los Magos podían también ser grandes según la lógica del mundo, pero se hacen pequeños, humildes, y precisamente por esto logran encontrar a Jesús y reconocerlo. Aceptan la humildad de buscar, de ponerse en viaje, de pedir, de arriesgarse, de equivocarse…

Todo hombre, en lo profundo de su corazón, está llamado a buscar a Dios; todos tenemos esa inquietud y nuestro trabajo es no apagar esa inquietud, sino dejarla crecer porque es la inquietud de buscar a Dios; y, con su misma gracia, puede encontrarlo. Hagamos nuestra la oración de san Anselmo (1033-1109): «Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré» (Proslogion, 1).

Queridos hermanos y hermanas, quisiera invitar a todos los hombres y las mujeres a la gruta de Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre. Cada uno se acerque al pesebre que hay en su casa o en la iglesia o en otro lugar, y trate de hacer un acto de adoración, dentro: “Yo creo que tú eres Dios, que este niño es Dios. Por favor, dame la gracia de la humildad para poder entenderlo”.

En primera fila, al acercarse al pesebre y rezar, quisiera poner a los pobres, que ―como exhortaba san Pablo VI― «debemos amar, porque en cierto modo son sacramento de Cristo; en ellos ―en los hambrientos, en los sedientos, en los exiliados, en los desnudos, en los enfermos y en los prisioneros― Él ha querido místicamente identificarse. Debemos ayudarles, sufrir con ellos, y también seguirles, porque la pobreza es el camino más seguro para la plena posesión del Reino de Dios» (Homilía, 1 de mayo 1969).  Por esto debemos pedir la humildad como una gracia: “Señor, que no sea soberbio, que no sea autosuficiente, que no crea ser yo mismo el centro del universo. Hazme humilde. Dame la gracia de la humildad. Y con esta humildad yo pueda encontrarte”. Es el único camino, sin humildad no encontraremos nunca a Dios: nos encontraremos a nosotros mismos. Porque la persona que no tiene humildad no tiene horizontes delante, solamente tiene un espejo: se mira a sí mismo. Pidamos al Señor que rompa el espejo y poder mirar más allá, hacia el horizonte, donde está Él. Pero esto debe hacerlo Él: darnos la gracia y la alegría de la humildad para hacer este camino.

Y después, hermanos y hermanas, quisiera acompañar a Belén, como hizo la estrella con los Magos, a todos aquellos que no tienen una inquietud religiosa, que no se plantean el problema de Dios, o incluso combaten con la religión, todos aquellos que indebidamente son denominados ateos. Quisiera repetirles el mensaje del Concilio Vaticano II: «La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. […] La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano» (Gaudium et spes, 21).

Volvamos a casa con el deseo de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor». Y recordemos siempre: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó […]. Él nos amó primero» (1 Jn 4,10.19), nos ha buscado. No olvidemos esto.

Este es el motivo de nuestra alegría: hemos sido amados, hemos sido buscados, el Señor nos busca para encontrarnos, para amarnos más. Este es el motivo de la alegría:

saber que hemos sido amados sin ningún mérito, siempre somos precedidos por Dios en el amor, un amor tan concreto que se ha hecho carne y vino a habitar en medio de nosotros, en ese Niño que vemos en el pesebre. Este amor tiene un nombre y un rostro: Jesús es el nombre y el rostro del amor que está en el fundamento de nuestra alegría.

Hermanos y hermanas, os deseo feliz Navidad, una feliz y santa Navidad. Y quisiera que ―sí habrá felicitaciones, las reuniones de familia, esto es muy bonito, siempre― pero que haya también la conciencia de que Dios viene “por mí”. Cada uno diga esto: Dios viene por mí. La conciencia de que para buscar a Dios, encontrar a Dios, aceptar a Dios hace falta humildad: mirar con humildad la gracia de romper el espejo de la vanidad, de la soberbia, de mirarnos a nosotros mismos. Mirar a Jesús, mirar el horizonte, mirar a Dios que viene a nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos lleva a la esperanza. ¡Feliz y santa Navidad!


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Que el nacimiento de Cristo llene sus corazones y el mensaje de los ángeles: «Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor» presida sus vidas, recordando que Dios nos ha amado primero. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias y feliz Navidad.


LLAMAMIENTO

Durante mi viaje a Chipre y Grecia pude tocar con la mano, una vez más, la humanidad herida de los refugiados y de los migrantes. También constaté que solo algunos países europeos están soportando la mayor parte de las consecuencias del fenómeno migratorio en la zona mediterránea, mientras que en realidad esto requiere una responsabilidad compartida por todos, de la cual ningún país puede eximirse, porque es un problema de humanidad.

En particular, gracias a la generosa apertura de las autoridades italianas, he podido traer a Roma un grupo de personas, que conocí durante mi viaje: hoy están aquí en medio de nosotros algunos de ellos. ¡Bienvenidos! Nos haremos cargo, como Iglesia, en los próximos meses. Es un pequeño signo, que espero sirva de estímulo para otros países europeos, para que permitan a las realidades eclesiales locales a hacerse cargo de otros hermanos y hermanas que deben ser urgentemente ubicados, acompañados, promovidos e integrados.

Son muchas las Iglesias locales, las congregaciones religiosas y las organizaciones católicas que están preparadas para acogerlos y acompañarlos hacia una integración fecunda. ¡Solo es necesario abrir una puerta, la puerta del corazón! ¡No dejemos de hacerlo en esta Navidad!

 


Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Cercanos a la Navidad, reflexionamos sobre el nacimiento de Jesús, que al entrar en el mundo no encontró sitio en la posada. Fueron el ángel y la estrella los que lo anunciaron y guiaron a los pastores y a los magos hacia Él. Y en estos personajes reconocemos a los pobres del mundo que son conscientes de su fragilidad y también a los que teniendo posición o riquezas no viven sometidos a ellas. Su ejemplo nos invita a recorrer la vía de la humildad, la única que conduce hacia el Señor, y volver, como ellos, trasformados y glorificando a Dios por las maravillas que habían visto y oído. 

La estrella, luz creada, nos lleva a adorar a Jesús, verdadera Luz del mundo. Y para seguirla hay que buscar, ponerse en camino, correr riesgos, pedir, preguntar e, incluso, equivocarse. Hoy, quisiera llevar a Belén a los pobres que, en palabras de san Pablo VI, son sacramento de Cristo, y también a aquellos que creen no tener Dios, para que puedan comprender que sólo en Él se colman los anhelos y se llega a ser profundamente humanos.

15 de diciembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hay momentos que nos exigen estar en silencio y, es, entonces, cuando te das cuenta de todo lo que llevas dentro sin advertir que son una carga más que una necesidad. La necesidad de buscar espacios de silencio en nuestra vida son imprescindibles y necesarios. El silencio descubre mucha basura con la que cargas sin necesidad ni servirte para nada. Y vaciarte de ella te ayudará a ver con claridad donde está realmente el Camino, la Verdad y la Vida.

Hoy, el Papa Francisco, nos habla del silencio de san José, que busca, en y con una actitud de escucha y atención, la Voz y la Palabra de Dios para actuar según su Voluntad. Una buena actitud para imitar en este tiempo de Adviento.


PAPA FRANCISCO


AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 15 de diciembre de 2021

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Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos con nuestra reflexión sobre la figura de san José. Los Evangelios no refieren ninguna palabra suya, sino su actitud de silencio, de escucha y de acción, que nos pone de relieve su interioridad profunda. José de Nazaret nos invita a descubrir la dimensión contemplativa del silencio, no para aislarnos de los demás, sino para dar espacio a Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, y escuchar su voz.

En contraste con este mundo ruidoso y caótico en que vivimos, el silencio nos da miedo y nos inquieta, eso es verdad. Pero no nos aflijamos. Sigamos, en cambio, el ejemplo de san José de ponernos a la escucha atenta del Espíritu Santo que vive en nosotros, para que la fuerza transformadora de su amor convierta nuestros corazones y de nuestra boca salgan sólo palabras buenas de bendición, de aliento y comprensión que edifiquen, sostengan y consuelen a todos nuestros hermanos y hermanas.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor Jesús, por intercesión de san José, que nos libre de los pecados de la lengua, el odio, la calumnia, la difamación, y nos conceda la gracia de que nuestras obras coincidan con nuestro hablar, y que seamos ante los demás testigos alegres y creíbles del amor misericordioso de Dios por toda la humanidad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

1 de diciembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Es evidente que aquellos momentos vividos por José - desde el contexto social de aquel tiempo - tuvieron tinte de tragedia, pues de actuar de una u otra manera, María podía ser acusada de adulterio. Indudablemente, José era un hombre justo, y como nos señala el Papa Francisco, amaba a María y eludió hacerle daño. Luego, le fue mostrado el plan de Dios y ambos abrieron su corazón aceptando su Voluntad.

En muchos momentos de nuestra vida podemos encontrarnos en situaciones parecidas en cuanto a responder al plan que Dios haya pensado para nosotros. La respuesta de José y María nos puede ayudar a encontrar caminos de aceptar y responder a la Voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros. Amén.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 1 de diciembre de 2021

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Catequesis sobre san José 3. José, hombre justo y esposo de María

Queridos hermanos y hermanas:

En este camino de reflexión sobre la figura de san José, destacamos hoy que fue un hombre “justo” y el “prometido esposo de María”. Recordemos que, en aquel tiempo, el matrimonio tenía dos fases. La primera era un compromiso, en el que la novia seguía viviendo en la casa paterna, pero ya era considerada “esposa” de su prometido. Fue durante este tiempo que María, aunque no vivían juntos, quedó embarazada, quedando expuesta a la acusación de adulterio.

José, que era un hombre justo —es decir, observante de la ley— y amaba a María, decidió romper su compromiso en secreto, sin exponerla a la humillación pública. Pero en su discernimiento intervino la voz de Dios que, a través de un sueño, le reveló un horizonte más amplio del que él había imaginado. En medio del drama que inicialmente parecía destruir sus planes de matrimonio, María y José supieron abrir sus ojos a la realidad tal como se presentaba, acogiendo el proyecto de Dios con amor maduro y responsabilidad.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy quiero dirigirme de un modo especial a todos los novios cristianos. Ustedes están llamados a testimoniar un amor como el de María y José, un amor que pase del enamoramiento a la madurez, para que sea pleno y duradero. Pídanle a san José —que fue valiente en este paso— que los ayude a vivir el noviazgo con alegría y con radicalidad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

24 de noviembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

El Papa continúa hoy la catequesis sobre san José y nos introduce en la importancia del papel de san José como cabeza de la Sagrada Familia y como eslabón en el linaje de Abraham de donde  Jesús toma presencia en este mundo. Y resalta el papel de José, padre y sustento de su familia, a la que atiende responsablemente de forma natural y sencilla, tal y como sucede en otras familias. 

 



PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 24 de noviembre de 2021

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Catequesis sobre san José 2. San José en la historia de salvación

Queridos hermanos y hermanas:

Proseguimos hoy con la segunda catequesis sobre san José, referida a su papel en la Historia de Salvación. Los evangelios, aun cuando dejan claro que José no es el padre biológico de Jesús, afirman que es su padre a pleno título. Su figura, a través de las dos genealogías que recogen los evangelistas Mateo y Lucas, evidencia cómo Jesús se hace presente en la historia, y de ese modo da cumplimiento a la alianza de Dios con el linaje de Abrahán y a la salvación de la humanidad.

Además de este valor teológico, José se muestra como esa presencia cotidiana, discreta, escondida que sostiene a Jesús y a María. En ambas imágenes, nos enseña que nuestras vidas, como la de Jesús, están sostenidas por personas comunes, que nos preceden y nos acompañan, esos “anónimos de la fe”, esas personas tejen con nosotros la historia de nuestra vida. Por esta razón, José no sólo es el “custodio” de la Sagrada Familia, sino que también es el custodio de la Iglesia, prolongación del Cuerpo de Cristo, y podemos encontrar en él el sostén, la intercesión y la guía en los momentos de dificultad.


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a pedir con confianza a san José la capacidad de valorizar los vínculos de nuestra vida, valorizar a las personas comunes que nos acompañan y sostienen, para que nadie se sienta solo y abandonado y todos puedan reconciliarse con la propia historia viendo en ella la providencia de Dios pese a su debilidad. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

19 de noviembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO DEL MIÉRCOLES 17 DE NOVIEMBRE

La audiencia del Papa de este miércoles – 17/11/2021 – está referida a San José, padre adoptivo de Jesús. Una figura humilde y abierta a la Voluntad de Dios que, como nos dice el Papa Francisco, sostiene su mirada, no en el mundo, sino en el Plan que Dios ha pensado para él y María. También nosotros, como nos dice el Papa, fijándonos en la actitud y caminos de San Jose, podemos aprender mucho de él.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 17 de noviembre de 2021

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Catequesis sobre san José - 1. San José y el ambiente en el que vivió

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El 8 de diciembre de 1870, el beato Pío IX proclamó a san José patrón de la Iglesia universal. Ahora, 150 años después de aquel acontecimiento, estamos viviendo un año especial dedicado a san José, y en la Carta Apostólica Patris corde he recogido algunas reflexiones sobre su figura. Nunca antes como hoy, en este tiempo marcado por una crisis global con diferentes componentes, puede servirnos de apoyo, consuelo y guía. Por eso he decidido dedicarle una serie de catequesis, que espero nos ayuden a dejarnos iluminar por su ejemplo y su testimonio. Durante algunas semanas hablaremos de san José.

En la Biblia hay más de diez personajes que llevan el nombre de José. El más importante de ellos es el hijo de Jacob y Raquel, que, a través de diversas peripecias, pasó de ser un esclavo a convertirse en la segunda persona más importante de Egipto después del faraón (cf. Gn 37-50). El nombre José en hebreo significa “que Dios acreciente. Que Dios haga crecer”. Es un deseo, una bendición fundada en la confianza en la providencia y referida especialmente a la fecundidad y al crecimiento de los hijos. De hecho, precisamente este nombre nos revela un aspecto esencial de la personalidad de José de Nazaret. Él es un hombre lleno de fe en su providencia: cree en la providencia de Dios, tiene fe en la providencia de Dios. Cada una de sus acciones, tal como se relata en el Evangelio, está dictada por la certeza de que Dios “hace crecer”, que Dios “aumenta”, que Dios “añade”, es decir, que Dios dispone la continuación de su plan de salvación. Y en esto, José de Nazaret se parece mucho a José de Egipto.

También las principales referencias geográficas que se refieren a José: Belén y Nazaret, asumen un papel importante en la comprensión de su figura.

En el Antiguo Testamento la ciudad de Belén se llama con el nombre de Beth Lehem, es decir, “Casa del pan”, o también Efratá, por la tribu que se asentó allí. En árabe, en cambio, el nombre significa “Casa de la carne”, probablemente por el gran número de rebaños de ovejas y cabras presentes en la zona. De hecho, no es casualidad que, cuando nació Jesús, los pastores fueran los primeros testigos del acontecimiento (cf. Lc 2,8-20). A la luz del relato de Jesús, estas alusiones al pan y a la carne remiten al misterio de la Eucaristía: Jesús es el pan vivo bajado del cielo (cf. Jn 6,51). Él mismo dirá de sí: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna» (Jn 6,54).

Belén se menciona varias veces en la Biblia, ya en el libro del Génesis. Belén también está vinculada a la historia de Rut y Noemí, contada en el pequeño pero maravilloso Libro de Rut. Rut dio a luz a un hijo llamado Obed, que a su vez dio a luz a Jesé, el padre del rey David. Y fue de la línea de David de donde provino José, el padre legal de Jesús. El profeta Miqueas predijo grandes cosas sobre Belén: «Mas tú, Belén-Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel» (Mi 5,1). El evangelista Mateo retomará esta profecía y la vinculará a la historia de Jesús como su evidente cumplimiento.

De hecho, el Hijo de Dios no eligió Jerusalén como lugar de su encarnación, sino Belén y Nazaret, dos pueblos periféricos, alejados del clamor de las noticias y del poder del tiempo. Sin embargo, Jerusalén era la ciudad amada por el Señor (cf. Is 62,1-12), la «ciudad santa» (Dn 3,28), elegida por Dios para habitarla (cf. Zac 3,2; Sal 132,13). Aquí, en efecto, habitaban los maestros de la Ley, los escribas y fariseos, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (cf. Lc 2,46; Mt 15,1; Mc 3,22; Jn 1,19; Mt 26,3).

Por eso la elección de Belén y Nazaret nos dice que la periferia y la marginalidad son predilectas de Dios. Jesús no nace en Jerusalén con toda la corte… no: nace en una periferia y pasó su vida, hasta los 30 años, en esa periferia, trabajando como carpintero, como José. Para Jesús, las periferias y las marginalidades son predilectas. No tomar en serio esta realidad equivale a no tomar en serio el Evangelio y la obra de Dios, que sigue manifestándose en las periferias geográficas y existenciales. El Señor actúa siempre a escondidas en las periferias, también en nuestra alma, en las periferias del alma, de los sentimientos, tal vez sentimientos de los que nos avergonzamos; pero el Señor está ahí para ayudarnos a ir adelante. El Señor continúa manifestándose en las periferias, tanto en las geográficas, como en las existenciales.  En particular, Jesús va en busca de los pecadores, entra en sus casas, les habla, los llama a la conversión.  Y también se le reprende por ello: “Pero mira a este Maestro —dicen los doctores de la ley— mira a este Maestro: come con los pecadores, se ensucia, va a buscar a aquellos que no han hecho el mal, pero lo han sufrido: los enfermos, los hambrientos, los pobres, los últimos. Siempre Jesús va hacia las periferias. Y esto nos debe dar mucha confianza, porque el Señor conoce las periferias de nuestro corazón, las periferias de nuestra alma, las periferias de nuestra sociedad, de nuestra ciudad, de nuestra familia, es decir, esa parte un poco oscura que no dejamos ver, tal vez por vergüenza.

Bajo este aspecto, la sociedad de aquella época no es muy diferente de la nuestra. También hoy hay un centro y una periferia. Y la Iglesia sabe que está llamada a anunciar la buena nueva a partir de las periferias. José, que es un carpintero de Nazaret y que confía en el plan de Dios para su joven prometida y para él mismo, recuerda a la Iglesia que debe fijar su mirada en lo que el mundo ignora deliberadamente. Hoy José nos enseña esto: “a no mirar tanto a las cosas que el mundo alaba, a mirar los ángulos, a mirar las sombras, a mirar las periferias, lo que el mundo no quiere”. Nos recuerda a cada uno de nosotros que debemos dar importancia a lo que otros descartan. En este sentido, es un verdadero maestro de lo esencial: nos recuerda que lo realmente valioso no llama nuestra atención, sino que requiere un paciente discernimiento para ser descubierto y valorado. Descubrir lo que vale.  Pidámosle que interceda para que toda la Iglesia recupere esta mirada, esta capacidad de discernir y esta capacidad de evaluar lo esencial. Volvamos a empezar desde Belén, volvamos a empezar desde Nazaret.

Quisiera hoy enviar un mensaje a todos los hombres y mujeres que viven en las periferias geográficas más olvidadas del mundo o que viven situaciones de marginalidad existencial. Que puedan encontrar en san José el testigo y el protector al que mirar. A él podemos dirigirnos con esta oración, oración “hecha en casa”, pero que ha salido del corazón:

San José,
tú que siempre te has fiado de Dios,
y has tomado tus decisiones
guiado por su providencia,
enséñanos a no contar tanto en nuestros proyectos,
sino en su plan de amor.
Tú que vienes de las periferias,
ayúdanos a convertir nuestra mirada
y a preferir lo que el mundo descarta y pone en los márgenes.
Conforta a quien se siente solo
Y sostiene a quien se empeña en silencio
Por defender la vida y la dignidad humana. Amén.


 

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy, de modo particular, quisiera que mi mensaje llegue a todos los hombres y mujeres que viven en las periferias más olvidadas y que atraviesan situaciones de marginalidad. Que san José los proteja, no se olviden de acudir a él en todo momento con confianza y amor filial. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, terminamos las catequesis sobre la Carta a los gálatas, ahora las referidas a san José. Estamos viviendo un Año especialmente dedicado a él, con motivo del 150.º aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia universal. En la Carta apostólica Patris corde recogí algunas reflexiones sobre él. Espero que, en este tiempo de crisis global que estamos viviendo, nos confiemos a su intercesión, y su ejemplo nos edifique y nos guíe cada día.

En la Biblia hay más de diez personajes con el nombre de José, que en hebreo significa “que Dios te haga crecer”. Este detalle nos permite reconocer un rasgo que distingue a san José: es un hombre de fe, que confía en los designios y en la providencia de Dios. Otro aspecto de su figura son las principales referencias geográficas de su vida, Belén y Nazaret, que eran dos lugares periféricos. Esto nos recuerda que tenemos que estar atentos a lo que el mundo ignora, y recuperar una mirada que sepa discernir y valorar lo esencial.

10 de noviembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hay momentos, nos dice el Papa, que nuestra vida se apaga, se apacigua de tal manera que experimentamos la sensación de quedarnos solos ante el peligro. Quizás, continua el Papa, nos sucede como a los discípulos en la barca y frente a la tormenta. Pensamos que el Señor duerme, no está o se ha ido. Nada de eso. El Señor nos ve, sabe de nuestras dificultades y está a nuestro lado. Tengamos la confianza de llamarlo y de recurrir a Él, tal y como nos dice el Papa Francisco.
 
 

 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 10 de noviembre de 2021

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Catequesis 15. No nos dejemos vencer por el cansancio

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy concluimos las catequesis sobre la Carta del Apóstol san Pablo a los gálatas. En ellas lo hemos visto como evangelizador, como teólogo y como pastor que sabe escuchar la Palabra de Dios, incluso en el silencio de las obras que Jesús cumple. Con intuiciones muy originales nos ha presentado la fe en Cristo, no como algo que nos apacigua y aplaca sino como un revulsivo que nos llama como comunidad a abandonar el pecado para seguir la vida del Evangelio.

De esta enseñanza del Apóstol nace el entusiasmo, que nos lleva a abrazar el camino de la libertad bajo la guía del Espíritu. Pero ante las dificultades puede surgir también un cansancio que frene ese entusiasmo y nos hace sentir como los discípulos que estaban en la barca aquella noche de la tormenta, mientras el Señor dormía y parecía no importarle el peligro. En esos momentos, tenemos que avivar nuestra fe, despertar a Jesús que duerme en nuestro corazón y escuchar su voz que nos habla. El Señor ve más allá de la tormenta y, a través de su mirada serena, podremos contemplar el panorama de forma distinta.


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a pedir con confianza al Espíritu Santo que ayude nuestra debilidad, lo podemos hacer con la oración que nos propone la liturgia el día de Pentecostés y que empieza así: «Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido. Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo». Nos hará bien recitarla frecuentemente, nos ayudará a caminar en la alegría y en la libertad. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

3 de noviembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

La lucha está servida. Heridos por el pecado estamos sujetos a la carne y apetencias de nuestra propia naturaleza. Sólo con nuestras fuerzas quedamos a merced del príncipe de este mundo. Necesitamos, nos dice el Papa Francisco, abrirnos a la acción del Espíritu Santo. Dejarnos guiar por sus impulsos en nuestro seguimiento a Jesús. Porque, sólo en, con y por Él saldremos victorioso de esa lucha contra nuestros deseos.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 3 de noviembre de 2021

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Catequesis 14. Caminar según el Espíritu

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy san Pablo nos exhorta a que caminemos según el Espíritu y nos dejemos guiar por Él en nuestro seguimiento de Cristo. Estas expresiones indican que la vida cristiana es acción, movimiento, dinamismo. Al mismo tiempo, el Apóstol nos dice que hay que evitar el camino opuesto, al que llama “los deseos desordenados”. Pero eso no significa que el mal o nuestros impulsos negativos vayan a desaparecer, sino que Dios es siempre más fuerte que nuestras resistencias y nuestros pecados.

Por otra parte, este caminar según el Espíritu no es sólo una acción individual, implica también a la comunidad. Para poder combatir los “deseos de la carne” que no favorecen la comunión —como la envidia, la hipocresía, el rencor, las críticas destructivas— es necesario dar espacio a la gracia y a la caridad. El amor es la regla suprema para poder seguir el camino de Cristo, nos hace conscientes de nuestra propia fragilidad, y nos hace misericordiosos y solidarios con las dificultades y debilidades de los demás.

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los invito a dejarse interpelar por las palabras de san Pablo: ¿Caminamos según el Espíritu o nos quedamos encerrados en deseos mundanos? Si nos dejamos guiar por el Espíritu, también estamos llamados a acompañar a los que más sufren, a rezar por ellos, a ayudarlos de una manera concreta. Los animo a seguir en este camino con paciencia y alegría. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

27 de octubre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Todo arranca de contemplar a Cristo entregado a la muerte por amor en la Cruz. Muerto y Resucitado. Esa es la esencia y el fundamento de nuestra fe, y de la que Pablo hoy predica a los Gálatas. No podemos avanzar apoyándonos en nuestros actos de piedad y celebraciones. Eso está bien, pero, lo fundamental está en contemplar y abrazar a Cristo crucificado por amor para ganar el rescate de nuestra liberación y salvación. Todo lo demás vendrá como consecuencia. Reflexiónemos ayudados por lo que nos dice el Papa Francisco en su audiencia de hoy miércoles.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 27 de octubre de 2021

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Catequesis 13. El fruto del Espíritu

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La predicación de san Pablo gira en torno a Jesús y su Misterio Pascual. El Apóstol, de hecho, se presenta como heraldo de Cristo, y de Cristo crucificado (cf. 1 Cor 2,2). A los gálatas, tentados de basar su religiosidad en la observancia de preceptos y tradiciones, les recuerda el centro de la salvación y de la fe: la muerte y la resurrección del Señor. Lo hace poniendo ante ellos el realismo de la cruz de Jesús. Escribe así: «¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado?» (Gál 3,1). ¿Quién os ha fascinado para alejaros de Cristo Crucificado? Es un momento feo de los Gálatas…

Incluso hoy en día, muchos buscan la certeza religiosa antes que al Dios vivo y verdadero, centrándose en rituales y preceptos en lugar de abrazar al Dios del amor con todo su ser. Y esta es la tentación de los nuevos fundamentalistas, de aquellos a quienes les parece que el camino a recorrer dé miedo y no van hacia adelante sino hacia atrás porque se sienten más seguros: buscan la seguridad de Dios y no al Dios de la seguridad. Por eso Pablo pide a los gálatas que vuelvan a lo esencial, a Dios que nos da la vida en Cristo crucificado. Da testimonio de ello en primera persona: «Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gál 2, 20). Y hacia el final de la Carta, afirma: «En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo!» (6,14).

Si nosotros perdemos el hilo de la vida espiritual, si mil problemas y pensamientos nos acosan, hagamos nuestros los consejos de Pablo: pongámonos ante Cristo Crucificado, partamos de nuevo de Él. Tomemos el Crucifijo  entre las manos, apretémoslo sobre el corazón. O detengámonos en adoración ante la Eucaristía, donde Jesús es el Pan partido por nosotros, el Crucificado resucitado, el poder de Dios que derrama su amor en nuestros corazones.

Y ahora, de nuevo guiados por san Pablo, demos un paso más. Preguntémonos: ¿Qué ocurre cuando nos encontramos con Jesús Crucificado en la oración? Lo que sucede es lo que ocurrió bajo la Cruz: Jesús entrega el Espíritu (cf. Jn 19,30), es decir, da su propia vida. Y el Espíritu, que brota de la Pascua de Jesús, es el principio de la vida espiritual. Es Él quien cambia el corazón: no nuestras obras. Es Él el que cambia el corazón, no las cosas que nosotros hacemos, sino que la acción del Espíritu Santo en nosotros cambia el corazón.  Es Él quien guía a la Iglesia, y nosotros estamos llamados a obedecer su acción, que extiende dónde y cómo quiere. Además, fue precisamente la constatación de que el Espíritu Santo descendía sobre todos y que su gracia actuaba sin exclusión lo que convenció, incluso a los más reacios, de que el Evangelio de Jesús estaba destinado a todos y no a unos pocos privilegiados. Y aquellos que buscan la seguridad, el pequeño grupo, las cosas claras como entonces, se alejan del Espíritu, no dejan que la libertad del Espíritu entre en ellos. Así, la vida de la comunidad se regenera en el Espíritu Santo; y es siempre gracias a Él que alimentamos nuestra vida cristiana y llevamos adelante nuestra lucha espiritual.

Precisamente el combate espiritual es otra gran enseñanza de la Carta a los Gálatas. El Apóstol presenta dos frentes opuestos: por un lado las «obras de la carne», por otro el «fruto del Espíritu». ¿Qué son las obras de la carne? Son comportamientos contrarios al Espíritu de Dios. El Apóstol las llama obras de la carne no porque haya algo malo o incorrecto en nuestra carne humana; por el contrario, hemos visto cómo insiste en el realismo de la carne humana llevada por Cristo en la cruz. Carne es una palabra que indica al hombre en su dimensión terrenal, cerrado en sí mismo, en una vida horizontal, donde se siguen los instintos mundanos y se cierra la puerta al Espíritu, que nos eleva y nos abre a Dios y a los demás. Pero la carne también nos recuerda que todo esto envejece, que todo esto pasa, se pudre, mientras que el Espíritu da vida. Pablo enumera, por lo tanto, las obras de la carne, que se refieren al uso egoísta de la sexualidad, a las prácticas mágicas que son idolatría y a lo que socava las relaciones interpersonales, como «discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias…» (cf. Gál 5,19-21). Todo esto es el fruto —digámoslo así— de la carne, de un comportamiento solamente humano, “enfermizamente” humano. Porque lo humano tiene sus valores, pero todo esto es “enfermizamente” humano.

El fruto del Espíritu, en cambio, es «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gál 5,22): así lo dice Pablo. Los cristianos, que en el bautismo se han «revestido de Cristo» (Gál 3,27), están llamados a vivir así. Puede ser un buen ejercicio espiritual, por ejemplo, leer la lista de san Pablo y mirar la propia conducta, para ver si se corresponde, si nuestra vida es realmente según el Espíritu Santo, si lleva estos frutos. ¿Mi vida produce estos frutos de amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí? Por ejemplo, los tres primeros enumerados son el amor, la paz y la alegría: aquí se reconoce a una persona habitada por el Espíritu Santo. Una persona que está en paz, que está alegre y que ama: con estas tres pistas se ve la acción del Espíritu.

Esta enseñanza del Apóstol supone también un gran reto para nuestras comunidades. A veces, quienes se acercan a la Iglesia tienen la impresión de encontrarse ante una densa masa de mandatos y preceptos: pero no, esto no es la Iglesia. Esto puede ser cualquier asociación. Pero, en realidad, no se puede captar la belleza de la fe en Jesucristo partiendo de demasiados mandamientos y de una visión moral que, desarrollándose en muchas corrientes, puede hacernos olvidar la fecundidad original del amor, nutrido de oración que da la paz y de testimonio alegre. Del mismo modo, la vida del Espíritu expresada en los sacramentos no puede ser sofocada por una burocracia que impida el acceso a la gracia del Espíritu, autor de la conversión del corazón. Y cuántas veces, nosotros mismos, sacerdotes u obispos, ponemos tanta burocracia para dar un Sacramento, para acoger a la gente, que en consecuencia dice: “No, esto no me gusta” y se va, y no ve en nosotros, muchas veces, la fuerza del Espíritu que regenera, que nos hace nuevos. Por lo tanto, tenemos la gran responsabilidad de anunciar a Cristo crucificado y resucitado, animados por el soplo del Espíritu de amor. Porque sólo este Amor tiene el poder de atraer y cambiar el corazón del hombre.


Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a hacer este pequeño ejercicio, relean la lista de los frutos del Espíritu Santo que encontramos en Gálatas capítulo 5, versículos 22 y 23. Vean si se corresponden con la propia existencia de cada uno, es decir, si nuestra vida se dejó configurar con Cristo, al que contemplamos muerto y resucitado, en la imagen de la cruz y en el misterio de la Eucaristía; si nuestra vida se ha dejado trasformar por el Espíritu para ser ella misma una eucaristía, don y acción de gracias, para gloria de Dios y salvación de la gente. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre la centralidad en la predicación de Pablo del misterio de Cristo, de su muerte y de su resurrección. El Apóstol exhorta a los gálatas a no perder de vista a Jesús en la cruz y a que esta imagen se haga vida en ellos, hasta identificarse con Él. Es un llamado que nosotros debemos acoger, abrazando la cruz de Cristo, y adorándolo en la Eucaristía, donde lo contemplamos muerto y resucitado, entregado por nosotros para darnos la vida verdadera.

En esa oración, recibiremos el mismo don que Jesús entregó en la cruz: el Espíritu Santo. Él, que trasforma los corazones y guía a la Iglesia, renovará nuestra comunidad. Nos dará la fuerza para combatir el mal, es decir, todas esas obras que nos impiden ser de Dios y nos dejan en la mundanidad de nuestros deseos, esclavos de nuestro egoísmo, y nos concederá unos frutos generosos de amor, gracia, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad, dominio de sí. 

20 de octubre de 2021

AUDIENCIA PAPA FRANCISCO

Hay muchos momentos que nos damos cuenta que somos esclavos. Por ejemplo, cuando fumamos creemos que lo hacemos libremente, es decir, que somos libres. Sin embargo, sabemos que, si pudiéramos dejaríamos de fumar. Lo mismo nos sucede con el alcohol u otras drogas. Luego, nos damos cuenta que somos esclavos y estamos sometidos a esas sustancias, que nos perjudican y hasta nos matan.

La liberta, como nos dice el Papa Francisco no nace de las inclinaciones de nuestros gustos, pulsiones o apetencias. Nace del amor que nos lleva a hacer el bien, a servir y a vivir en la verdad. 

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 20 de octubre de 2021

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Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos profundizando en el concepto de libertad que san Pablo ofrece a los gálatas. La “vida nueva” en Cristo es una llamada a la libertad, pero, ¿cómo se expresa esa libertad? El Apóstol presenta dos ideas contrapuestas. Por un lado, una falsa concepción de la libertad, que considera que “todo es lícito”, que vive según el instinto, las pulsiones, los deseos egoístas, siguiendo los criterios del “me gusta” o “no me gusta”. Esa es una libertad vacía, y que nos deja vacíos por dentro.

Por el contrario, la verdadera libertad —la libertad en Cristo— no busca el propio interés, sino que está guiada por el amor y se expresa en el servicio a los demás. Somos verdaderamente libres cuando amamos y servimos gratuitamente a quienes nos rodean, de modo particular a los pobres. El amor nos hace libres, nos lleva a elegir y obrar el bien, nos mueve a servir. Por otra parte, no olvidemos que la caridad tiene también una dimensión social, es decir, que no deja a nadie al margen, no es selectiva, sino que busca el bien de todos.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Veo que allí están las Ministras de los Enfermos, las hijas de la Madre Torres Acosta. Estas monjitas se pasan las noches cuidando enfermos y duermen un rato de día. Son un ejemplo de lo que es servicio hasta el fin, con abnegación de sí mismas. Sigan por ese camino. Gracias por lo que hacen. Pidamos a Jesús —modelo de caridad y servidor de todos— que nos libere de nuestras esclavitudes y nos ayude a ser auténticamente libres, impulsándonos a amar con gestos concretos de misericordia y caridad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

13 de octubre de 2021

AU DIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

La libertad es la capacidad de, sin dejar de ser quien eres, buscar la verdad y la justicia. Eso significa que siendo libre puedes abrirte a la fe y a la llamada que te hace Jesús, buscando desde tu cultura, la Verdad y la Justicia en el Señor, que es Camino, Verdad y Vida. Hoy, el Papa, en su Audiencia, comparte con nosotros esa reflexión que, la libertad recibida de Cristo, nos ofrece.

 

 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 13 de octubre de 2021

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Catequesis 11. La libertad cristiana, fermento universal de liberación

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy reflexionamos sobre una consecuencia de la libertad que hemos recibido de Cristo, que nos lleva a acoger a todos los pueblos y culturas y, al mismo tiempo, hace capaces —a esos mismos pueblos y culturas— de abrirse a Él, a Jesús. Acoger la fe no supone renunciar en su esencia a las propias raíces y a las tradiciones, sino sólo a lo que obstaculiza la novedad y pureza del Evangelio.

Este es el verdadero sentido de la inculturación, que podamos anunciar a Cristo Salvador respetando lo bueno y auténtico que existe en cada cultura y en cada sociedad, considerando también su continua evolución. La libertad de la fe cristiana es dinámica y el don que hemos de custodiar nos exige que vivamos esa libertad en un peregrinaje continuo, orientados hacia la plenitud que todos estamos llamados a alcanzar.

 

Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a mantener un espíritu de peregrinos, siempre en camino, siguiendo juntos las huellas de Cristo con libertad y alegría, hacia esa patria a la que Dios nos convoca. Que el Señor los bendiga a todos. Muchas gracias.

12 de octubre de 2021

UNIDOS A NUESTRO PAPA, REZAMOS JUNTOS

Parroquia San Ginés - Arrecife -
  

 

A ti, Madre de los volcanes, nuestra Señora de los Dolores, bajo tu amparo y confiados a tu intercesión, venimos hoy a pedirte para que este volcán de la isla de la Palma deje de respirar lava y fuego arrasando todo lo que encuentra a su paso. 

También para que en otros lugares, donde despiertan otros volcanes, no siembren destrucción ni muertes.

ORACIÓN POR EL FIN DEL VOLVÁN DE LA PALMA

María, Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar en la isla de la Palma un horizonte de esperanza y de paz.

Protege a todos los que se desviven por ayudar y evitar mayores males. Acompaña su precioso servicio y concédeles fortaleza, bondad y salud.
 
Madre  Santa, acrecienta en todos nosotros el sentido de pertenencia a la única gran familia humana, para que con espíritu fraterno y solidario salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria que genera este volcán.
 
Virgen María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de este terrible volcán y que la vida en nuestro archipiélago y, especialmente, en la isla de la Palama pueda reanudar su curso normal con serenidad y en paz.
 
Nos encomendamos a Ti, Madre, que brillas en nuestro camino como signo de esperanza. ¡Oh clemente,   oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

6 de octubre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Ser  libres es la cuestión que todos experimentamos y queremos mantener en nuestra vida. Vivir libres y en la verdad es nuestro gozo. Lo experimentamos cuando logramos sostenernos en la verdad, porque, es precisamente la verdad la que nos hace libres. 

Sin embargo, como nos dice el Papa Francisco y experimentó Pablo, vivir en la Verdad es todo Gracia y Verdad, y solo pegados a Espíritu Santo - recibido en nuestro bautismo - perseveraremos en ello. Sin embargo, vivir en la verdad no es fácil, termina diciéndonos el Papa, es un camino arduo y fatigoso. El Señor nos interpela, cuestiona lo que somos realmente, pero nos guía y nos sostiene con su amor.

 


 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 6 de octubre de 2021

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Catequesis 10. Cristo nos ha liberado

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Retomamos hoy nuestra reflexión sobre la Carta a los Gálatas. En ella, san Pablo ha escrito palabras inmortales sobre la libertad cristiana. ¿Qué es la libertad cristiana? Hoy nos detenemos sobre este tema: la libertad cristiana.

La libertad es un tesoro que se aprecia realmente solo cuando se pierde. Para muchos de nosotros, acostumbrados a vivir en la libertad, a menudo aparece más como un derecho adquirido que como un don y una herencia para custodiar. ¡Cuántos malentendidos en torno al tema de la libertad, y cuántas visiones diferentes se han enfrentado a lo largo de los siglos!

En el caso de los gálatas, el apóstol no podía soportar que esos cristianos, después de haber conocido y acogido la verdad de Cristo, se dejaran atraer por propuestas engañosas, pasando de la libertad a la esclavitud: de la presencia liberadora de Jesús a la esclavitud del pecado, del legalismo, etc. También hoy el legalismo es un problema nuestro, de muchos cristianos que se refugian en el legalismo, en la casuística. Pablo invita a los cristianos a permanecer firmes en la libertad que han recibido con el bautismo, sin dejarse poner de nuevo bajo «el yugo de la esclavitud» (Gal 5,1). Él es justamente celoso con la libertad. Es consciente de que algunos «falsos hermanos» —les llama así— se han infiltrado en la comunidad para «espirar —así escribe— la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud» (Gal 2,4), volver atrás, y Pablo esto no puede tolerarlo. Una predicación que impidiera la libertad en Cristo nunca sería evangélica: tal vez sería pelagiana o jansenista o algo así, pero no evangélica. Nunca se puede forzar en el nombre de Jesús, no se puede hacer a nadie esclavo en nombre de Jesús que nos hace libres. La libertad es un don que se nos ha dado en el bautismo.

Pero la enseñanza de San Pablo sobre la libertad es sobre todo positiva. El apóstol propone la enseñanza de Jesús, que encontramos también en el Evangelio de Juan: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (8,31-32). La llamada, por tanto, es sobre todo a permanecer en Jesús, fuente de la verdad que nos hace libres. La libertad cristiana se funda sobre dos pilares fundamentales: primero, la gracia del Señor Jesús; segundo, la verdad que Cristo nos desvela y que es Él mismo.

En primer lugar, es don del Señor. La libertad que los gálatas han recibido —y nosotros como ellos con el bautismo— es fruto de la muerte y resurrección de Jesús. El apóstol concentra toda su predicación sobre Cristo, que lo ha liberado de los vínculos con su vida pasada: solo de Él brotan los frutos de la vida nueva según el Espíritu. De hecho, la libertad más verdadera, la de la esclavitud del pecado, ha brotado de la Cruz de Cristo. Somos libres de la esclavitud del pecado por la cruz de Cristo. Precisamente ahí donde Jesús se ha dejado clavar, se ha hecho esclavo, Dios ha puesto la fuente de la liberación del hombre. Esto no deja de sorprendernos: que el lugar donde somos despojados de toda libertad, es decir la muerte, puede convertirse en fuente de la libertad. Pero este es el misterio del amor de Dios: no se entiende fácilmente, se vive. Jesús mismo lo había anunciado cuando dijo: «Por eso me ama el Padre: porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10,17-18). Jesús lleva a cabo su plena libertad al entregarse a la muerte; Él sabe que solo de esta manera puede obtener la vida para todos.

Pablo, lo sabemos, había experimentado en primera persona este misterio de amor. Por esto dice a los gálatas, con una expresión extremadamente audaz: «Con Cristo estoy crucificado» (Gal 2,19). En ese acto de suprema unión con el Señor él sabe que ha recibido el don más grande de su vida: la libertad. Sobre la Cruz, de hecho, ha clavado «la carne con sus pasiones y sus apetencias» (5,24). Comprendemos cuánta fe animaba al apóstol, qué grande era su intimidad con Jesús y mientras, por un lado, sentimos que a nosotros nos falta esto, por otro, el testimonio del apóstol nos anima a ir adelante en esta vida libre. El cristiano es libre, debe ser libre y está llamado a no volver a ser esclavo de preceptos, de cosas raras.

El segundo pilar de la libertad es la verdad. También en este caso es necesario recordar que la verdad de la fe no es una teoría abstracta, sino la realidad de Cristo vivo, que toca directamente el sentido cotidiano y general de la vida personal. Cuánta gente que no ha estudiado, ni siquiera sabe leer y escribir, pero ha entendido bien el mensaje de Cristo, tiene esta sabiduría que les hace libres. Es la sabiduría de Cristo que ha entrado a través del Espíritu Santo con el bautismo. Cuánta gente vemos que vive la vida de Cristo más que los grandes teólogos por ejemplo, ofreciendo un testimonio grande de la libertad del Evangelio. La libertad hace libres en la medida en que transforma la vida de una persona y la orienta hacia el bien. Para ser realmente libres necesitamos no solo conocernos a nosotros mismos, a nivel psicológico, sino sobre todo hacer verdad en nosotros mismos, a un nivel más profundo. Y ahí, en el corazón, abrirnos a la gracia de Cristo. La verdad nos debe inquietar. Volvemos a esta palabra tan cristiana: la inquietud. Nosotros sabemos que hay cristianos que nunca se inquietan: viven siempre igual, no hay movimiento en su corazón, falta la inquietud. ¿Por qué? Porque la inquietud es la señal de que está trabajando el Espíritu Santo dentro de nosotros y la libertad es una libertad activa, suscitada por la gracia del Espíritu Santo. Por esto digo que la libertad nos debe inquietar, nos debe plantear continuamente preguntas, para que podamos ir siempre más al fondo de lo que realmente somos. Descubrimos de esta manera que el de la verdad y la libertad es un camino fatigoso que dura toda la vida. Es fatigoso permanecer libre, es fatigoso; pero no es imposible. Ánimo, vamos adelante en esto, nos hará bien. Es un camino en el que nos guía y nos sostiene el Amor que viene de la Cruz: el Amor que nos revela la verdad y nos dona la libertad. Y este es el camino de la felicidad. La libertad nos hace libres, nos hace alegres, nos hace felices.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta Audiencia. Pidamos al Señor que nos conceda abrir nuestros corazones a su gracia para poder conocer en Él nuestra verdad más profunda. Así nuestra vida será transformada y caminaremos hacia el bien plenamente libres. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy reflexionamos sobre la libertad cristiana. En la Carta a los gálatas, san Pablo quiere dejar en claro que es Cristo quien nos hace verdaderamente libres, y que hay que estar atentos para evitar propuestas engañosas que nos quitan esa libertad y nos someten al yugo de la esclavitud. San Pablo experimentó en primera persona que la libertad es gracia y verdad. Por eso, nos invita a mantenernos firmes en la libertad que recibimos por medio del bautismo.

La libertad cristiana es un don en cuanto fruto de la muerte y resurrección de Jesús. Sólo Él —al entregar libremente su vida por amor— nos libera de la esclavitud del pecado y nos concede los frutos de la vida nueva en el Espíritu. Por otra parte, Jesús es “la verdad que nos hace libres” (cf. Jn 8,32). Sin embargo, vivir en la verdad no es fácil, es un camino arduo y fatigoso. El Señor nos interpela, cuestiona lo que somos realmente, pero nos guía y nos sostiene con su amor.

30 de septiembre de 2021

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO - 29/09/21

No te salvan tus buenas obras, sino la Gracia y la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios. El Papa, en su audiencia de los miércoles, nos recuerda que solo la fe en Jesús, enviado del Padre, nos justifica por la Misericordia de Dios, nuestro Padre. Ello no significa que nuestras buenas obras no sean necesarias, continúa el Papa, pues por ellas Dios también nos recompensa y nos da la fe. Una fe sin obras es una fe simulada y escondida en la mentira, pues, la fe exige que se vea en las buenas obras. 

 


PAPA FRANCESCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 29 de septiembre de 2021

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Catequesis 9. La vida en la fe

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En nuestro recorrido para comprender mejor la enseñanza de san Pablo, nos encontramos hoy con un tema difícil pero importante, el de la justificación. ¿Qué es la justificación? Nosotros, de pecadores, nos hemos convertido en justos. ¿Quién nos ha hecho justos? Este proceso de cambio es la justificación. Nosotros, ante Dios, somos justos. Es verdad, tenemos nuestros pecados personales, pero en la base somos justos. Esta es la justificación. Se ha discutido mucho sobre este argumento para encontrar la interpretación más coherente con el pensamiento del apóstol y, como sucede a menudo, se ha llegado también a contraponer las posiciones. En la Carta a los Gálatas, como también en la de los Romanos, Pablo insiste en el hecho de que la justificación viene de la fe en Cristo. “¡Pero, yo soy justo porque cumplo todos los mandamientos!”. Sí, pero de ahí no te viene la justificación, te viene antes: alguien te ha justificado, alguien te ha hecho justo ante Dios. “¡Sí, pero soy pecador!”. Sí eres justo, pero pecador, pero en la base eres justo. ¿Quién te ha hecho justo? Jesucristo. Esta es la justificación.

¿Qué se esconde detrás de la palabra “justificación” que es tan decisiva para la fe? No es fácil llegar a una definición exhaustiva, pero en el conjunto del pensamiento de san Pablo se puede decir sencillamente que la justificación es la consecuencia de la «iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1990). Y este es nuestro Dios, así tan bueno, misericordioso, paciente, lleno de misericordia, que continuamente da el perdón, continuamente. Él perdona, y la justificación es Dios que perdona desde el inicio a cada uno, en Cristo. La misericordia de Dios que nos da el perdón. Dios, de hecho, a través de la muerte de Jesús —y esto debemos subrayarlo: a través de la muerte de Jesús— ha destruido el pecado y nos ha donado de forma definitiva el perdón y la salvación. Así justificados, los pecadores son acogidos por Dios y reconciliados con Él. Es como un regreso a la relación original entre el Creador y la criatura, antes de que interviniera la desobediencia del pecado. La justificación que Dios realiza, por tanto, nos permite recuperar la inocencia perdida con el pecado. ¿Cómo ocurre la justificación? Responder a esta pregunta equivale a descubrir otra novedad de la enseñanza de san Pablo: que la justificación ocurre por gracia. Solo por gracia: nosotros hemos sido justificados por pura gracia. “¿Pero yo no puedo, como hacen algunos, ir donde el juez y pagar para que me de justicia?”. No, en esto no se puede pagar, ha pagado uno por todos nosotros: Cristo. Y de Cristo que ha muerto por nosotros viene esa gracia que el Padre da a todos: la justificación ocurre por gracia.

El apóstol siempre tiene presente la experiencia que cambió su vida: el encuentro con Jesús resucitado en el camino a Damasco. Pablo había sido un hombre orgulloso, religioso, celante, convencido de que en la escrupulosa observancia de los preceptos estaba la justicia. Ahora, sin embargo, ha sido conquistado por Cristo, y la fe en Él lo ha transformado en lo profundo, permitiéndole descubrir una verdad hasta ahora escondida: no somos nosotros con nuestros esfuerzos que nos volvemos justos, no: no somos nosotros; sino que es Cristo con su gracia quien nos hace justos. Entonces Pablo, para tener una plena conciencia del misterio de Jesús, está dispuesto a renunciar a todo en lo que antes era rico (cfr. Fil 3,7), porque ha descubierto que solo la gracia de Dios lo ha salvado. Nosotros hemos sido justificados, hemos sido salvados por pura gracia, no por nuestros méritos. Y esto nos da una confianza grande. Somos pecadores, sí; pero vamos por el camino de la vida con esta gracia de Dios que nos justifica cada vez que nosotros pedimos perdón. Pero no justifica en ese momento: somos ya justificados, pero viene a perdonarnos otra vez.

La fe tiene para el apóstol un valor global. Toca cada momento y cada aspecto de la vida del creyente: desde el bautismo hasta la partida de este mundo, todo está impregnado de la fe en la muerte y resurrección de Jesús, que dona la salvación. La justificación por fe subraya la prioridad de la gracia, que Dios ofrece a los que creen en su Hijo sin distinción alguna.

Por eso no debemos concluir, por tanto, que para Pablo la Ley mosaica ya no tenga valor; esta, de hecho, permanece un don irrevocable de Dios, es —escribe el apóstol— «santa» (Rm 7,12). También para nuestra vida espiritual es esencial cumplir los mandamientos, pero tampoco en esto podemos contar con nuestras fuerzas: es fundamental la gracia de Dios que recibimos en Cristo, esa gracia que nos viene de la justificación que nos ha dado Cristo, que ya ha pagado por nosotros. De Él recibimos ese amor gratuito que nos permite, a su vez, amar de forma concreta.

En este contexto, está bien recordar también la enseñanza que proviene del apóstol Santiago, quien escribe: «Ya veis como el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente —parecería lo contrario, pero no es lo contrario— […] Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (St 2,24.26). La justificación, si no florece con nuestras obras, estará ahí, bajo tierra, como muerta. Está, pero nosotros debemos realizarla con nuestras obras. Así las palabras de Santiago integran la enseñanza de Pablo. Para ambos, por tanto, la respuesta de la fe exige ser activos en el amor por Dios y en el amor por el prójimo. ¿Por qué “activos en ese amor”? Porque ese amor nos ha salvado a todos, nos ha justificado gratuitamente, ¡gratis!

La justificación nos introduce en la larga historia de la salvación, que muestra la justicia de Dios: frente a nuestras continuas caídas y a nuestras insuficiencias, Él no se ha resignado, sino que ha querido hacernos justos y lo ha hecho por gracia, a través del don de Jesucristo, de su muerte y resurrección. Algunas veces he dicho cómo es la forma de actuar de Dios, cuál es el estilo de Dios, y lo he dicho con tres palabras: el estilo de Dios es la cercanía, compasión y ternura. Siempre está cerca de nosotros, es compasivo y tierno. Y la justificación es precisamente la cercanía más grande de Dios con nosotros, hombres y mujeres, la compasión más grande de Dios hacia nosotros, hombres y mujeres, la ternura más grande del Padre. La justificación es este don de Cristo, de la muerte y resurrección de Cristo que nos hace libres. “Pero, Padre, yo soy pecador, he robado…”. Sí, pero en la base eres un justo. Deja que Cristo haga esa justificación. Nosotros no somos condenados, en la base, no: somos justos. Permitidme la palabra: somos santos, en la base. Pero después, con nuestra obra nos convertimos en pecadores. Pero, en la base, somos santos: dejemos que la gracia de Cristo emerja y esa justicia, esa justificación nos dé la fuerza de ir adelante. Así, la luz de la fe nos permite reconocer cuánto es infinita la misericordia de Dios, la gracia que obra por nuestro bien. Pero la misma luz nos hace también ver la responsabilidad que se nos ha encomendado para colaborar con Dios en su obra de salvación. La fuerza de la gracia tiene que combinarse con nuestras obras de misericordia, que somos llamados a vivir para testimoniar qué grande es el amor de Dios. Vamos adelante con esta confianza: todos hemos sido justificados, somos justos en Cristo. Debemos implementar esta justicia con nuestras obras.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, hoy hay varios. Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Cada uno de ellos realizó una misión especial en la historia de la salvación. Invoquemos su protección, para que también nosotros, con ayuda de la gracia divina, podamos cumplir la misión que el Señor nos encomienda y seamos testigos de su misericordia a través de nuestras obras y con toda nuestra vida. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


 

LLAMAMIENTO

Me enteré con dolor de la noticia de los ataques armados que sucedieron el pasado domingo contra los pueblos de Madamai y Abun, en el norte de Nigeria. Rezo por aquellos que han fallecido, por los que resultaron heridos y por toda la población nigeriana. Deseo que en el país esté siempre garantizada la seguridad de todos los ciudadanos


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos profundizando en la Carta de san Pablo a los gálatas. Uno de los temas que propone —y que ha sido muy discutido a lo largo de los siglos— es el de la justificación. No es fácil dar una definición exhaustiva, pero del pensamiento del Apóstol se desprende que somos justificados por la misericordia de Dios, el cual nos ofrece el perdón y nos reconcilia con Él por la fe en su Hijo Jesucristo.

La justificación por la fe destaca la primacía de la gracia, que Dios ofrece a todos los que creen en su Hijo, sin hacer distinciones. Por tanto, lo que nos justifica no es nuestro propio esfuerzo, sino la gracia de Cristo. Su amor gratuito nos permite, a su vez, amar a los demás. Esto no significa que en la vida cristiana las obras no tengan ningún valor. Como dice el apóstol Santiago: «Dios hace justo al hombre también por las obras y no sólo por la fe» (St 2,24), es decir sobre la Justificación gratuita las obras nos ayudan. Por tanto, la respuesta de la fe exige que expresemos con gestos concretos el amor a Dios y a nuestros hermanos.