Sucede que nuestra oración tiene como objetivo solucionar nuestro problema, o el y los problemas por los que pedimos. Pero no es eso lo importante, ni tampco el objetivo de la oración, nos dice hoy el Papa, sino nuestra confianza y relación con el Señor. Porque partimos de la base que nuestro Padre Dios buscará y nos dará lo mejor para nosotros, lo que realmente nos viene y conviene para lo más importante: "Nuestra salvación".
Porque, Dios, nuestro Padre, no quiere hacernos feliz unos días, sino siempre, y buscará lo que nos convenga para siempre, para gozar y estar a su lado Eternamente. Tener un Padre así es un gracia que no sabemos apreciar, y un regalo que no merecemos. Tener un Padre así es el más preciado de los tesoros y nuestra relación con Él es el camino para unirnos a Él, que debe ser nuestro principal objetivo.
Salvador Pérez Alayón.
Queridos hermanos y hermanas:
Queridos hermanos y hermanas:
En la parábola que hemos escuchado, Jesús nos indica la necesidad de orar siempre y sin desfallecer. Del ejemplo de la viuda, una persona desvalida y sin defensor, el Señor saca una enseñanza: si ella, con su insistencia, consiguió obtener de un juez injusto lo que necesitaba, cuánto más Dios, que es nuestro padre bueno y justo, hará justicia a los que se la pidan con perseverancia, y además lo hará sin tardar.
La perseverancia expresa una confianza que no se rinde ni se apaga. Como Jesús en Getsemaní, tenemos que orar confiándolo todo al corazón del Padre, sin pretender que Dios se amolde a nuestras exigencias, a nuestros modos o a nuestros tiempos, esto provoca cansancio o desánimo, porque nos parece que nuestras plegarias no son escuchadas. Si, como Jesús, confiamos todo a la voluntad del Padre, el objeto de nuestra oración pasa a un segundo plano, y se manifiesta lo verdaderamente importante: nuestra relación con él. Este es el efecto de la oración, transformar el deseo y modelarlo según la voluntad de Dios, aspirando sobre todo a la unión con él, que sale al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor una fe que se convierta en oración incesante que se nutra de la esperanza en su venida y que nos haga experimentar la compasión de Dios.