31 de julio de 2013

SAN JOSÉ NO DECIDIÓ NADA

Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II, III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y, pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca.

Siento un rechazo y un dolor cuando leo que San José en la prueba a la que le sometió el Señor con el descubrimiento del embarazo inesperado de su esposa María, decidió, determinó resolvió abandonarla en secreto. San José no decidió nada El último en afirmarlo es el Cardenal Cañizares. Con ocasión de la promulgación del Decreto de la Congregación para el culto divino, de la que es Prefecto, en el que se manda que se introduzca el nombre de San José inmediatamente después del de María en las plegarias eucarísticas II, III, IV, publica un artículo extenso y muy laudatorio para San José en el Osservatore romano y en él afirma: “El evangelista Mateo subraya precisamente que, como era justo, no quería repudiarla y por lo tanto resolvió despedirla en secreto”. El mismo Cardenal dice a continuación que “la intervención divina en su vida no podía menos que turbar su corazón, sumido en la oscuridad de la noche y de la falta de luz en esos momentos” y ¿cómo un corazón sumido en la oscuridad y falta de luz puede tomar una determinación de esa índole? ¿no sería una imprudencia? ¿No sería mejor dejarlo a la providencia divina en la que él confiaba enteramente? Y esto creo que es lo que afirma el evangelista que San José ebouleze, quiso, le vino el deseo, entre las varias cosas que se revolvían en su interior, de abandonar en secreto a su esposa María. Y estando pensando estas cosas, significa que no ha tomado ninguna determinación, sino que esta esperando un solución a esta situación angustiosa. Como dice el B. Juan Pablo II “no sabía como comportarse ante la sorprendente maternidad de María. Ciertamente buscaba una respuesta a esta inquietante pregunta, pero, sobre todo, buscaba una salida a aquella situación tan difícil para él” (RC 3).


San José, como justo que era, se ha confiado totalmente a Dios. Sabe que el Señor no abandona a los suyos en tiempo de prueba y dificultad y que al que confía en él le libra de sus angustias. Y así se hizo. Mientras pensaba estas cosas vino el ángel del Señor a dar salida a esta situación difícil que le angustiaba.
San José no tomó ninguna determinación, pues tomar determinaciones, resoluciones en situaciones en las que falta la luz no deja de ser una imprudencia, una falta de sensatez y buen juicio y San José era santísimo, perfectísimo en todas las virtudes y no cabía en él una imprudencia y un proceder de este género Decir que San José tomó una determinación en esa situación es echarle un borrón. San José sólo pensaba, cavilaba en qué hacer y entre esos pensamientos le vino el deseo de abandonarla en secreto, pero no pasó del pensamiento. Y este pensamiento le causaba un dolor terrible. Como dice San Juan de Ávila. “le tenía el corazón tan hecho una cosa con ella, que haberla de dejar era arrancarle las entrañas y partirle el corazón” Y así andaba lleno de dolor dentro de sí. Todo agudizaba la noche oscura que estaba pasando.
Y estando pensando estas cosas, viene le ángel del Señor y le da la solución: Lo que tienes que hacer es tomar a María tu mujer en tu casa, porque lo que hay en ella es del Espíritu Santo. Y José apenas despertó del sueño la tomó en su casa, celebrando el último acto de la boda. Con las palabras del ángel Dios le llamaba a este amor. “Este hombre justo que en el espíritu de la más noble tradición del pueblo escogido amaba a la Virgen de Nazaret y se había unido a ella con amor esponsal, es llamado de nuevo a este amor” (RC 19)