Las tradiciones de la
piedad popular han logrado proyectarse en el ámbito mediático y bancario en
México. Cada Víspera de la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, conocidos
artistas se reúnen en la Basílica para cantar las ya tradicionales ‘Mañanitas’
a la Virgen, en un programa que se transmite internacionalmente, desde las
10:00 PM del 11 de Diciembre, con una velada que se prolonga más allá de la
media noche, cuando inicia este canto, siempre acompañado con mariachis.
Actualmente, es la patrona de los banqueros y los bancos cierran el 12 de
Diciembre.
"Cuando una comunidad acoge el
anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza
transformadora del Evangelio. De modo que, como podemos ver en la historia de
la Iglesia, el cristianismo no tiene un único modo cultural, sino que, «permaneciendo
plenamente uno mismo, en total fidelidad al anuncio evangélico y a la tradición
eclesial, llevará consigo también el rostro de tantas culturas y de tantos
pueblos en que ha sido acogido y arraigado ». En los distintos pueblos, que
experimentan el don de Dios según su propia cultura, la Iglesia expresa su genuina
catolicidad y muestra «la belleza de este rostro pluriforme». En las
manifestaciones cristianas de un pueblo evangelizado, el Espíritu Santo
embellece a la Iglesia, mostrándole nuevos aspectos de la Revelación y
regalándole un nuevo rostro. En la inculturación, la Iglesia «introduce a los
pueblos con sus culturas en su misma comunidad», porque «toda cultura propone
valores y formas positivas que pueden enriquecer la manera de anunciar, concebir
y vivir el Evangelio ». Así, «la Iglesia, asumiendo los valores de las diversas
culturas, se hace “sponsa ornata
monilibus suis”, “la novia que se adorna con sus joyas” (cf. Is 61,10) ».”
-Evangelii Gaudium (116).
El pueblo necesita expresar su fe, de forma intuitiva,
simbólica, imaginativa, mística, festiva y comunitaria, según el ‘colorido’ de
su propia cultura. Indudablemente, esta
inculturación es factor de identidad para los pueblos. Sus expresiones se
manifiestan dentro de un marco de libertad de conciencia, en donde hay
creyentes y no creyentes, independientemente de que interfieran científicos e
intelectuales agnósticos que se esmeren en refutar la autenticidad de algún
milagro.
En México,
donde la tradición guadalupana ya lleva casi cinco siglos, ya se han dado
desafíos. En 1996 se armó la de "Dios
es grande" cuando el guardián de la imagen hizo pública su convicción
de que el verdadero milagro no se encontraba en la tilma, sino en la devoción.
El abad de la basílica de Guadalupe, Monseñor Guillermo Schulenburg, declaró a
la revista Ixtus (dirigida por Javier Sicilia) en 1995, que la fe del pueblo
estaba por encima de la historicidad del acontecimiento guadalupano. Más aún,
Schulemburg declaró que Juan Diego es un
símbolo y no una realidad, una tradición antes que un sujeto histórico;
"No sólo hubo uno, sino muchos Juan Diego", dijo el abad en
entrevista a la publicación de línea católica. En esos días nadie se rasgó las
vestiduras. Pero, meses después, las declaraciones del abad Schulemburg fueron
reproducidas convenientemente en una revista italiana y entonces se desató la
polémica. ‘Traidor a la Iglesia’ fue
el apelativo más suave que recibió el abad. El escritor y humorista mexicano
Germán Dehesa comentó, a propósito de su propio agnosticismo: “¡El abad lastimó
el alma del pueblo. En este país hasta los ateos son guadalupanos”. Ante el revuelo suscitado, la Santa Sede creó
en 1998 una comisión especial encabezada por el español P. Fidel González Fernández,
profesor de Historia Eclesiástica en las Universidades Urbaniana y Gregoriana,
para investigar la existencia histórica de Juan Diego. Las conclusiones de esta
comisión, altamente concluyentes, quedaron recogidas en un volumen de 500
páginas titulado “El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego”, que se
publicó en agosto de 1999. El Papa Juan Pablo II firmó el 20 de diciembre del 2000 el decreto
de una curación milagrosa atribuida a la intercesión de Juan Diego y el 26 de febrero
del 2001 anunció la canonización.
Al
final, el escándalo cumplió su objetivo
terrenal. Schulenburg renunció a fines de 1996; en 1998 desapareció la figura
del abad y quedó un rector del Santuario bajo la jurisdicción del Arzobispo
Primado de México. Actualmente, la imagen de la virgen es visitada por millones
de peregrinos como una muestra de que la devoción no sólo permanece incólume
sino que, en tiempos de crisis, se acrecienta.
San Juan Diego (1531) Nuestra Señora de Czestochowa
La religiosidad popular ha tenido las más variadas
expresiones a lo largo de la historia y se han transmitido desafiando guerras y
conflictos. Hay algunas que son
milenarias. Tal es el caso de Nuestra Señora de Czestochowa, Patrona de
Polonia, la Madonna negra de Jasna Gora.
No se conoce con precisión el origen de la imagen, pero su historia se
remonta hasta la crucifixión de Jesús, cuando María se fue a vivir a la casa de
Juan y llevó consigo algunos artículos personales,
entre ellos una mesa hecha por el mismo Redentor en el taller de San José. Se
cuenta que, cuando las mujeres piadosas de Jerusalén le pidieron a San Lucas
que hiciese una pintura de la Madre de Dios; fue la parte superior de esta mesa
la que el Apóstol utilizó para pintar la imagen. Mientras aplicaba la pintura, San Lucas escuchó con atención
como la Madre de Jesús hablaba de la vida de su Hijo; muchos de
estos hechos fueron plasmados en su Evangelio por él. Permaneció en el área de Jerusalén hasta el
siglo IV, cuando fue descubierta por Santa Elena, quien hizo posible que esa
imagen fuera llevada a Constantinopla, donde fue entronizada por su hijo
Constantino, el emperador. Permaneció 500 años allí, en medio de invasiones de
los sarracenos y otros, hasta que llegó
a Rusia y luego al territorio que actualmente ocupa Polonia. Llegó a formar
parte de las posesiones del devoto príncipe polaco, San Ladislao, que decidió
protegerla de los invasores tártaros instalándola en Jasna Gora. Fueron los
tártaros quienes le causaron esa herida en la garganta y las cortaduras de en
sus mejillas a María, en la imagen. La imagen ha sido un estandarte de
protección para el pueblo polaco. El 14 de septiembre de 1920, cuando el
ejército ruso se estableció en el Río Vístula y se preparaba para invadir
Varsovia, el pueblo recurrió a la Virgen María. Al día siguiente, fiesta de
Nuestra Señora de los Dolores, el ejército ruso se retiró después que la imagen
de la Virgen apareció en una nube sobre la ciudad. En la historia de Polonia, esta
victoria es conocida como El Milagro de Vístula.
Nuestra
Señora de Czestochowa también ha intervenido en la historia de Polonia como
libertadora. Medio millón de polacos secretamente viajaron hasta el santuario en
contra de las órdenes de Hitler, en demostración al amor por a Nuestra Señora
rezando frente a su imagen milagrosa. Al empezar de la Segunda Guerra Mundial
en 1939, los alemanes habían invadido Polonia. Después de haber tomado
Varsovia, una de las órdenes de Hitler fue la de suspender y cancelar todas las
peregrinaciones, ya que estas fortalecían al pueblo polaco. Después de la
liberación de la ciudad en el año 1945, el pueblo expresó su gratitud rezando
frente a la imagen. En 1948, con la represión comunista, más de 800,000 fieles
peregrinaron al santuario durante la fiesta de la Asunción, una de las tres
fiestas de la imagen, aunque pasaron bajo la mirada de los soldados comunistas
que rutinariamente patrullaban las calles. Juan Pablo II logró reunir miles de
fieles en el santuario, durante su primera visita a Polonia, ya como Pontífice,
en 1979. Todavía bajo el régimen
comunista de Jaruzelski, la imagen de la Virgen también aparecía en las
pancartas del Sindicato Solidaridad, como patrona de su movimiento sindical.
En
1492 ocurrían para la historia del Mundo dos hechos trascendentales: por primera
vez se podía decir que España surgía una y única como Estado-Nación y, de igual
forma, el mundo por primera vez era uno y único. El fin de la dominación árabe
en parte de la Península Ibérica estuvo propiciado, sin duda, por la necesidad
de hacerse de aquellas tierras y sus riquezas, así como de llevar la fe de Cristo
—que era la pieza fundamental de lo que se podía llamar Cultura Europea— a sus
pobladores. Al respecto la Dra. Uchmany
escribe:
«... el ideal religioso que envolvía la Reconquista,
mezclado con la religiosidad popular urbana que se había acentuado a causa de
la peste negra y de otras epidemias del siglo XIV e incrementado por las
prédicas de las Ordenes Mendicantes, sirvió como pilar de unificación a los
pueblos cristianos de España»
La
religiosidad popular ha producido toda una serie de iconografía en torno a las
devociones. Las imágenes, medallas y
escapularios muestran hasta imágenes de Jesús niño sosteniendo el escapulario,
como en las imágenes de la Virgen del Carmen, o a San Antonio de Padua,
sosteniendo al niño Jesús con la Biblia, entre otras. Muchos fieles se preguntan si puede Jesús
hacerse niño de nuevo. Sin embargo, la
repetición y las réplicas de estas imágenes tienen un fin que beneficia tanto a
la cultura como a la fe. Así lo expresa Juan Pablo II en su exhortación
‘Rosarium Virginis Mariae’:
"El
Rosario propone la meditación de los misterios de Cristo con un método
característico, adecuado para favorecer su asimilación. Se trata del método
basado en la repetición. Esto vale ante todo para el Ave María, que se repite
10 veces en cada misterio... La repetición favorece el deseo de una
configuración cada vez más plena con Cristo, verdadero 'programa' de la vida
cristiana." (punto 26). "Repetir en el Rosario el Ave María nos
acerca a la complacencia de Dios..." (punto 33).
El
Rosario ha generado muchas manifestaciones de religiosidad popular, que además
de inculturar el evangelio, también han contribuido a un turismo religioso. Ya
se habla de millones que año a año peregrinan a Luján (en Argentina), Lourdes
(Francia), Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe (México), Fátima
(Portugal), Aparecida (Brasil), etc. También existen otras manifestaciones
indígenas como los Pachamamas en Sudamérica.
La imagen de la Divina
Misericordia ha logrado promover su devoción en un mundo tan globalizado como
el actual, rebasando culturas regionales. Gracias a Santa Faustina Kowalska, a
quien Jesús se le aparece en 1931, con rayos de luz irradiando desde su
Corazón y le dice: "Pinta
una imagen según el modelo que vez, y firma: "Jesús, en ti confío".
Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo
entero." (Diario 47).
Si
revisamos la vida de la Iglesia en la época apostólica, registrada en las Escrituras
en el Nuevo Testamento y en los escritos de los Padres de la Iglesia, no
encontraremos ninguna de las "devociones piadosas" de religiosidad
popular autorizadas por la Iglesia católica romana (Veneración de reliquias,
procesiones, peregrinaciones, lugares denominados "santuarios",
medallas, "rosarios", etc.). Aunque estas fueron surgiendo desde las
primeras comunidades, cuando fueron perseguidas, resultando en muchos mártires.
Mucho menos encontraremos respaldo a los excesos de religiosidad cometidos en
la profesión de fe. Dentro de las
expresiones de religiosidad popular hay fe, pero también se presenta una fe muy
elemental, carente de formación religiosa. Muchos se dicen ‘católicos’, pero
reducen su pretendido catolicismo a una vivencia no comprometida (creencia en
los santos, varias devociones y hasta supersticiones). La fe en ellos no los
interpela a una verdadera conversión. Este fenómeno es común en varias regiones
de América Latina, en estratos que precisan de una evangelización más dinámica
y profunda. Por su parte, a partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha
venido enfatizando el Cristocentrismo y por ende, reduciendo la proliferación
de imágenes.
Además de la participación
en “velorios de santos”, hay religiosidad
popular que se expresa a través del Sincretismo Religioso, que no es más que
una mezcla, fusión y/o superposición de varias religiones y creencias, que
resultan en una ‘nueva’. En las Antillas
y la región del Caribe, este sincretismo va más allá de un mestizaje étnico.
Los esclavos negros y los indígenas han logrado una fusión de elementos
religiosos, lingüísticos, artísticos
y sociales con lo barroco y la contra-reforma española. Dentro del sincretismo,
también se da un indiscriminado ecumenismo, que lejos de promover la unidad de
los cristianos, promueve la idea de que "todas las religiones son
iguales", "que es lo mismo una religión que otra", o que
"el catolicismo es una más de entre todas las confesiones
cristianas". También de estas
desviaciones ha resultado toda una iconografía, más supersticiones y fusiones
con cultos orientales. En el sur de
México y con la complicidad de los narcotraficantes, se ha desarrollado un
culto a la ‘santa muerte’. Hay familias
que cuentan con imágenes marianas en casa, junto a la abominable imagen de la ‘santa muerte’.
No nos dejemos atrapar
por el sincretismo, como una barrera en la evangelización. Debemos ejercer
paciencia y brindar una fraternal acogida. La religiosidad popular nos ofrece esa oportunidad. El Papa
Francisco nos exhorta en ‘Evangelii Gaudium’: “La
parábola del trigo y la cizaña (cf. Mt 13, 24-30) grafica un aspecto importante
de la evangelización que consiste en mostrar cómo el enemigo puede ocupar el
espacio del Reino y causar daño con la cizaña, pero es vencido por la bondad
del trigo que se manifiesta con el tiempo”(225).
La
Iglesia nos invita a desarrollar una comunión reconociendo el rostro que ha aportado la inculturación del
evangelio. En la misma exhortación, el Papa Francisco nos hace ese llamado: “…La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y
desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito
viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una
unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un sincretismo ni
por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior
que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna”
(228).
No hay que perder de
vista que la prioridad es evangelizar. Con la religiosidad popular podemos acercarnos a los pobres y marginados, que a su vez nos evangelizan, en vez de abandonarlos ante una
cultura inmersa en materialismo. La gran tentación de la religiosidad popular
es la superstición, que es una deriva indeseable de la religiosidad. Sin
embargo, es una deriva menos anti-religiosa que el ateísmo o el indiferentismo.
Aunque esta deriva debe ser corregida. La religiosidad popular no conduce
necesariamente a la superstición. Más bien nos ha dado un testimonio de una fe
viva. Los Cristeros que lucharon por la libertad religiosa en México durante
1926-1929 y aún después, elevaron la religiosidad popular para glorificar a
Dios con sus imágenes de Cristo Rey y María de Guadalupe. Estemos alertas a la realidad que nos presenta un mundo cada vez más
secularizado, en donde se manifiesta con mucha fuerza una apatía religiosa
vinculada a un laicismo que repudia toda manifestación pública de religiosidad,
promoviendo a la vez una la imagen de la Iglesia marginada, como si fuera un
obstáculo para el desarrollo integral. La Iglesia ‘debe velar para
purificar, fortalecer y elevar todas estas manifestaciones de fe’ (Lumen Gentium,
13), buscando
también el respeto a la libertad religiosa, que es el sustento de las
libertades civiles. Es la dictadura del relativismo moral lo que nos impide
consolidar los grandes valores humanos, como la libertad, la dignidad humana,
la verdad y la belleza.
-Yvette Camou-
Bibliografía:
Heyder, Nicola Kuehne.
“La Religión en la Nueva España del Siglo XVI”. Universidad Nacional Autónoma
de México/Quinto Centenario. No. 15, Universidad Complutense de Madrid. 1989.
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citados en el texto.
Papa Juan Pablo II,
‘Rosarium Virginis Mariae’. Párrafos 26
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Pasierb, Janusz S. “The Shrine of the Black Madonna at
Czestochowa”. Interpress Publishers. 3rd. Edition. 1989. Págs.
22, 102, 133, 141, 164 y 193.
Royo, Alberto. “Las
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Schecter, J. TIME Magazine. “John Paul II comes home”. June 29, 1979.
Uchmany, E. A. “Religious change and cultural
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Vásquez del Mercado, Angélica. “El traspié del Abad
Schulemburg”. El Universal. México. 06/12/12.