Somos hijos de la Resurrección, nos viene a decir el Papa Francisco hoy. Y también Pablo nos lo recuerda y anima a creer. No sólo que Jesús ha vencido a la muerte, sino que también nosotros resucitaremos como Él porque así nos lo ha dicho y prometido. Le esperamos ilusionados y esperanzados, seguros que volverá para llevarnos a esa mansión que Él mismo nos prepara en la Casa del Padre (Jn 14, 2).
Unamos al Papa, y junto a él abramos nuestros corazones a la esperanza. A la esperanza de una Resurrección que nos llenará de vida gozosa, plena y eterna en el Señor.
Texto íntegro de la audiencia del Papa.
Texto íntegro de la audiencia del Papa.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 1 de febrero de 2017
Consideramos ahora la virtud de la esperanza a la luz del Nuevo Testamento. La persona de Jesús y su misterio pascual abre para nosotros una perspectiva extraordinaria, como nos lo sugiere la lectura bíblica que acabamos de escuchar. San Pablo escribe a la joven comunidad de Tesalónica, apenas fundada y temporalmente muy cercana al hecho de la Resurrección del Señor, y trata de hacerles comprender todos los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo comporta para la historia de cada uno.
Como entonces, la dificultad no está en aceptar la Resurrección de Jesús, sino en creer en la resurrección de los muertos. Cada vez que nos enfrentamos a la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido, sentimos que nuestra fe se tambalea, nos preguntamos si hay vida después de la muerte, o si volveremos a encontrarnos con los que ya nos han dejado. Pablo, ante las dudas de la comunidad, invita a mantener sólida la «esperanza de la salvación». La esperanza cristiana es esperar en algo que ya se cumplió, pero que debe realizarse plenamente para cada uno de nosotros. Por esto, la esperanza nos exige tener un corazón pobre y humilde, que sepa confiar y esperar sólo en Dios Nuestro Señor.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús eduque nuestros corazones en la esperanza de la resurrección, para que aprendamos a vivir en la espera segura del encuentro definitivo con él y con todos nuestros seres queridos. Nos acompañe en este camino la presencia amorosa de María, Madre de la esperanza. Muchas gracias.