En la confirmación, nos dice el Santo Padre, reafirmamos nuestro bautismo y robustecemos la Gracia bautismal. Con la unción del crisma recibimos al Espíritu Santo, para que, a lo largo de toda nuestra vida, vivamos conformados en Cristo y fieles a nuestro compromiso bautismal.
No podremos avanzar en nuestra vida cristiana sin la presencia del Espíritu Santo. Él nos dará la fuerza necesaria para salvar todos los obstáculos que se nos vayan presentando. Toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu Santo, no dice el Papa. Pidamos también nosotros que ese mismo Espíritu Santo, que también nosotros recibimos en nuestro bautismo, nos confirme ahora su perpetua presencia en nuestra confirmación y nos fortalezca con la unción del crisma para continuar nuestra peregrinación hacia la Casa del Padre.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles, 23 de mayo de 2018
Queridos hermanos:
Después de las catequesis sobre el bautismo, reflexionamos ahora sobre la confirmación. Este sacramento se llama así porque confirma el bautismo y robustece la gracia bautismal. Se llama también crismación, porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios.
Cristo fue ungido por el Espíritu Santo, y toda su vida estuvo animada por el Espíritu; de la misma manera, la vida de la Iglesia, y de cada uno de nosotros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu. El Espíritu descendió con su fuerza sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y recibieron el impulso misionario de entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. En la confirmación, Cristo nos colma con su Espíritu y nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión. El testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina. Con el recuerdo todavía reciente de la pasada fiesta de Pentecostés, pidamos a la Virgen María que nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos dar a nuestro alrededor un testimonio vivo de santidad y amor, entregándonos en todo momento al bien de los demás. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.