Dimas es el nombre con el que se venera en la Iglesia al Buen Ladrón; uno de los dos que condenaron y crucificaron con Jesús, uno a cada lado, para situarlo entre delincuentes, el mal ladrón recibe el nombre de Gesta.
Dimas es el que se convirtió estando en la cruz y le dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Y Jesús le contestó: “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”. El nombre Dimas, del griego dysmê, crepúsculo, no aparece en los evangelios, si lo hace en el Evangelio apócrifo de Nicodemo y en el Evangelio árabe de la infancia
San Anselmo recoge la leyenda que se forjó sobre el Buen Ladró, en donde se cuenta que había nacido en Egipto y que era un salteador de caminos, y que, habiendo matado a su padre, era salteador de caminos, actuando en la región por donde pasó la Sagrada Familia en su huida a Egipto.
Dimas detuvo a María y José, que iban con el Niño. Al verles Dimas tan pobres y apurados, y conmovido por la belleza de la Virgen, no sólo no les quitó nada, sino que les proveyó para el largo camino.
La cruz en que murió, se conservó largo tiempo en la isla de Chipre; el travesaño está en Roma, en la iglesia de la Santa Cruz.
En el Triunfo de Tiziano y en el Juicio de Miguel Ángel, ocupa lugar preferente el Buen Ladrón. Está representado también en una vidriera de la catedral de Bourges.
Longinos
Los evangelios nos cuenta que “uno de los soldados atravesó con una lanza el costado de Jesús, y en seguida salió sangre y agua”. (Evangelio de San Juan, 19, 34). También nos dicen que el centurión que mandaba la guardia al oír el último grito de Jesús en la cruz exclamo, “verdaderamente éste era hijo de Dios” (evangelio de San Marcos, 15, 39). Una antigua tradición, vinculada a Cesarea de Capadocia, une al soldado que traspasa el corazón de Cristo y al centurión, dándole el nombre de Longino y haciéndole oriundo de Sandrales en Capadocia.
Para el Martirio legendario griego en la persona de Longino coincidiría también el capitán que mandaba la guardia que custodiaba la tumba de Jesús. En esta misma línea el Martirologio romano conmemora, 16 de octubre, a Longino como el centurión, o capitán de la guardia, y el soldado que traspasó el corazón de Cristo
El nombre de Longino, que procede de la palabra griega longke, lanza, no figura en el evangelio de San Juan, sino en el evangelio apócrifo de Nicodemo, también conocido como Hechos de Pilatos, en el que, además, se menciona a los ladrones crucificados junto a Jesús: Gestas y Dimas. La piedad cristiana ha intentando crear o recrear la figura de Longino, resultado de la fusión de dos personajes de la narración del Calvario, el lancero y el centurio. Así tenemos que la Revelación a Ana Catalina Emmerich obre Longino, recogiendo tradiciones medievales, la Leyenda Dorada, nos dice que el centurión era un joven de unos 25 años de edad, un poco débil y nervioso, que tenia problemas graves de la vista. La mayoría de los soldados se burlaban de el, al verlo tan débil físicamente. El fue iluminado por la gracia de Dios, para sentir compasión de las santas mujeres que se encontraban presente al pie de la Cruz, que sufrían pensando que Jesús todavía estaba vivo sufriendo dolores espantosos. Longino quería mostrarles, que Jesús estaba realmente muerto, para que se tranquilizaran, y consolarlas un poco.
Sin darse cuenta fue instrumento, para que la profecía se cumpliera. Busco una lanza que estaba cerca y con ella traspaso el costado de Nuestro Señor. Llego a traspasar su Corazón físico.
Según los evangelios apócrifos, Longino, cuando sacó la lanza del costado de Cristo, fue rociado por él agua y la sangre que brotaron del costado del Señor, lo cual fue visto como una gracia similar a la del Bautismo. Gracia y salvación entraron en el alma de Longino. En este momento se arrodillo pidiendo perdón en público por sus pecados, proclamando que creía en la Divinidad de Jesús. Longino fue sanado de la enfermedad de sus ojos, y empezó a ver perfectamente.
Longino, que traspasó el corazón de Jesús y fue sanado y convertido, dejó el ejército, se fue a Capadocia, donde predicó el evangelio y donde habría sido el primer obispos, siendo martirizado por la fe bajo Bajo Pilato (Tradición griega recogida por San Gregorio de Nisa).
Al hecho de haber sido curada su enfermedad de la vista por el agua y la sangre del costado de Cristo se le ha dado un valor simbólico. Longino estaría representando a los paganos que abrieron sus ojos a la luz de la fe, en contraposición a Stephaton, el portaesponja que encarnaría a los judíos que se obstinan en el error y no reconocen en Cristo al Mesías.
Javier de la Cruz