El calificativo de
justo se lo da el Espíritu Santo por medio del evangelista san Mateo y con ese
calificativo le declara perfecto y heroico en todas las virtudes, le canoniza.
El término justo lo encontramos muy
utilizado ya en el A. T. tanto referido
a Dios como a una clase de hombres que participan de esa cualidad de o atributo de Dios. Dios es justo. Padre
justo le llama Jesús en la oración sacerdotal junto a Padre santo (Jn 17,
25.11) Justo, aplicado a Dios, significa misericordioso, hace justicia a los
huérfanos y a las viudas, bueno, fiel, compasivo, salvador. Un autor, al leer
Romanos 3.25 escribe “¿Sospecha el cristiano culto que la justicia revelada por
Dios en Jesucristo es exactamente su justicia salvífica, es decir, su
misericordiosa fidelidad?” (Dehscamps). La justicia de Dios es, sobre todo, el
amor, la gracia, la salvación de Dios para con todos especialmente con los
pobres y oprimidos (Cfr. Sal.40, 10-11; Sal 65,6.9; Is 45,8; Sal 111,4; Sal
112,4-6). En el salmo 103, considerado como una de las perlas del Salterio por
su altura teológica y por su amorosa espiritualidad sublime y extra, que tiene
como hilo teológico espiritual inspirador y conductor el DIOS ES AMOR, viene a
identificarse justicia con misericordia y amor. En pocos salmos se habla tan
inefable e insistentemente de la bondad, ternura, fidelidad, amor y justicia de
Dios. En él encontramos en esta línea este verso: “La benignidad, el amor de
Yahvé perdura de eternidad en eternidad sobre los que le temen, su justicia
para los hijos de los hijos” Sal103, 17). La justicia es amor.
Los términos justo y justicia son
términos clave, central y fundamental en el evangelio de san Mateo .Se lo
aplica a Jesús, el Justo por excelencia (Mt 27,43) Es un término mateano y se
refiere a la dimensión interna, a la intención y actitud básica en la
motivación interior, se refiere a polarizar desde el amor todas las fuerzas
buscando limpiamente la voluntad del Padre del cielo. Justicia en san Mateo es
la reordenación táctica de toda la existencia humana encauzada vital y
dinámicamente en actitud y actos a hacer la voluntad del Padre que está en los
cielos. La equivalencia más evangélica de la justicia es la fórmula: Hacer en
todo la voluntad del Padre (Mt 17,21). Según esta significación la vida de
Cristo, que hizo en todo la voluntad de su Padre, es el vértice al que se llega
por la cuarta bienaventuranza: Bienaventurados los misericordiosos… Compara
Mateo 3,15: conviene que se cumpla toda justicia con el texto de Juan, 4,3: Mi
manjar es hacer la voluntad de mi Padre. Ser justo significa: hacer en todo la
voluntad de Dios Padre, pero con una connotación especial de misericordia,
amor, compasión, bondad. Ser justo expresa el compendio de todas las virtudes y
la suma de todas las perfecciones cristianas, una santidad en grado sumo
Este es San José, el justo. Así lo
han entendido los santos Padres de la Iglesia. “¿Queréis saber porque José es
llamado justo? Porque posee la perfección de todas las virtudes” (San Máximo).
“por justo hay que entender aquí que es en todo virtuoso…Siendo, pues, José
justo, es decir, benigno y moderado –el término griego epieikes, usado aquí por el santo, encierra la idea de bueno,
bondadoso y amable, indulgente y misericordioso- quiso despedirla secretamente…Ahí
tenéis a un varón filósofo, libre de la más tiránica de las pasiones (los
celos)…su conducta se levanta ya por encima de la ley,--de ahí también que José diera muestras de la más alta
filosofía, pues ni acusó, ni deshonró a la Virgen, sino que solo trató de
despedirla de su casa en secreto” (San Juan Crisóstomo).
Y es que a san José, por un
privilegio especial, Dios le había borrado el fomes peccati, preservándolo así de todo pecado, como afirman los
teólogos josefinos y autores espirituales, como san Francisco de Sales. San
Agustín dice que todos los santos deben decir: perdona nuestras deudas, pero
reconoce que Dios puede, si le place, por vía de excepción y de privilegio
“extinguir enteramente la vetustez del hombre viejo, la cual le hace pecador, y
revestirle de incorruptibilidad ya en esta vida, de manera que contemple a Dios
presente en todo, como los santos le contemplan en el cielo, pero sin ningún
velo” (De spiritu et litera, XXXVI.
66). Es el privilegio que ha concedido a la Virgen María y san José. Por eso en
la casa de Nazaret no había lugar para el pecado.
Del alma que ha sido transformada en
el amor del Amado –de mi Amado bebí-
escribe San Juan de la Cruz: “Está el alma en este punto en cierta
manera como Adán en la inocencia, que no sabía qué cosa era mal; porque está
tan inocente que no entiende el mal ni cosa juzga a mal…,porque no tiene en sí
hábito de mal por donde lo juzgan, habiéndole Dios raído los hábitos
imperfectos y la ignorancia, en que cae el mal de pecado con el hábito de la
verdadera sabiduría” (CE 26,14).Con mucha más razón podemos afirmar esto de san
José que, como esposo de María y padre de Jesús, desde el seno materno estaba
santificado y subido a este singular estado de transformación en Dios, dándole
más que a ningún otro el hábito perfecto de la verdear sabiduría y en todo era
guiado por el Espíritu santo, como su esposa María.
Como en otro tiempo el sol y las
estrellas se inclinaron delante del José del A.T para honrarle, así todos los
santos y dignidades del cielo y de la tierra caen a los pies de san José para
glorificarlo. Después de Jesús y María y junto a ellos, san José es el justo y
santo por excelencia..
P.
Román Llamas ocd